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Los cuerpos de algunas de las 71 víctimas no fueron encontrados

La Pintada sigue llorando a los muertos en deslaves

Dos jóvenes son los únicos sobrevivientes de su familia; perdieron a 35 parientes

Fue lo más triste que nos ha pasado, dice una vecina

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La comunidad serrana de La Pintada, municipio de Atoyac de Álvarez, en la Costa Grande de Guerrero, un año después de los deslaves ocasionados por la tormenta Manuel, los cuales dejaron 71 personas muertasFoto Pedro Pardo
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Una vecina ora en la nueva capilla del Señor del Huerto, devastada hace un añoFoto Pedro Pardo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de septiembre de 2014, p. 38

Atoyac de Álvarez, Gro., 16 de septiembre.

Uno año después de que más de la mitad de su pueblo quedó sepultado, los sobrevivientes de los dos deslaves ocurridos el 16 de septiembre en la comunidad serrana de La Pintada, municipio de Atoyac de Álvarez, dicen que en su corazón hay una mezcla de agradecimiento por estar vivos, de tristeza por los que se fueron y de miedo cada vez que hay una tormenta.

Los habitantes de este poblado de la región de la Costa Grande son pacientes y afables; responden cada pregunta de los visitantes; sonríen, a veces lloran. Recuerdan, guardan silencio. Sus pasos sobre el concreto se escuchan entre los murmullos del aire. Caminan despacio por sus calles, aderezadas con los pintorescos colores de las fachadas de sus casas nuevas.

Los más viejos hablan en voz baja desde una nueva terraza; los jóvenes levantan la mirada y dejan que el sol matutino queme un poco sus mejillas, respiran el aire fresco de la montaña, contienen el llanto, hablan con orgullo y tristeza de cómo es la vida.

Fueron 71 las personas que murieron por los deslaves que causó la tormenta tropical Manuel: más de 10 por ciento de la población de La Pintada, actualmente de 600 personas. Algunos lugareños encontraron restos de sus parientes; otros no tienen una sepultura adónde llevar flores.

Los hermanos July Anahí y José Antonio Gómez Maldonado, de 17 y 24 años, respectivamente, son los únicos sobrevivientes de su familia. No se separan. En la puerta de su nueva casa azul explican que viven para darse fuerzas uno al otro.

July Anahí, quien estudia lejos de La Pintada, recordó: Yo vine a los dos meses a buscar los cuerpos. Encontré la ropa de mis papás cerca del río. En total perdimos 35 familiares, cuatro cercanos: mis papás y dos hermanos. Contó que para ser fuerte lee la Biblia y acude a terapia con un sicólogo.

Amelia Saldaña Gregorio, de 44 años, es cortés, pero terminante. Vive en una casa color morado. Con un tono entre suplicante y de reproche, recalca: No me pregunte porque no me quiero acordar. Yo les digo a los que vienen que no me digan nada.

Sin dejar de ser hospitalaria, se sincera: No me gusta acordarme porque me pongo a llorar; por eso no voy a ir a la misa. Pero pásele, siéntese y platicamos.

Amelia tardó más de 45 días en hallar restos de sus gemelos de seis años, sepultados por los aludes; perdió cuatro hijos varones y a su madre. Su hija Yaney Paloma regresó de estudiar de Lázaro Cárdenas, Michoacán, para hacerle compañìa.

Lamenta que los vecinos de la comunidad vecina de El Paraíso digan que no reciben ayuda de las autoridades, pues nadie puede sentirse contento con lo que pasó; sí más seguros, protegidos. Yo no cambiaría mi familia por la mejor casa del mundo.

Ahora Amelia vende comida, refrescos, botanas y café orgánico producido en La Pintada.

Fue lo más triste que nos ha pasado, recordó Juana Castro Marqués, de 37 años, para quien seguir con vida forma parte de un plan de Dios. En la sala de su vivienda hay cuatro cruces de marmol y veladoras para familiares que perecieron hace un año.

Recordó que su madre murió en sus brazos después de beber un líquido para quitarse la vida al no poder soportar la tragedia.

Esto no se le desea ni al peor enemigo. Ya no oír la voz de mis niñas... No me acostumbro. A veces me conformo, pero ya no es igual. Le pido a Dios fuerza, pero no entiendo cómo soporté tanto.