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El son viene del corazón
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Los Vega, en pleno jolgorio en la azotea del edificio de La JornadaFoto Pablo Espinosa
 
Periódico La Jornada
Sábado 20 de septiembre de 2014, p. a16

Estamos frente a uno de esos discos parteaguas: Los Vega: en tonos muy diferentes.

Hay ya un antes y un después.

Antes: los tonos, los tiempos, las cadencias, las versadas, como siempre se han cantilado.

Después: los tonos diferentes a los que alude el subtítulo de este disco que marcará un hito en la historia de la música en México.

Los Vega es, por mucho, el mejor grupo de son jarocho. Cuando recibieron, el 7 de enero de 2013, con otra familia de prosapia jarocha, los Utrera, el Premio Nacional de Artes y Tradiciones Populares, don Andrés Vega Delfín (Boca de San Andrés, municipio de Tlacotalpan, 1931), patriarca de todos los Vega, le dijo a la reportera Mónica Mateos: El son viene del corazón, ¿de dónde más?

La quinta generación de Los Vega mantiene una actividad incesante en Veracruz, en la ciudad de México (imparten talleres de laudería y zapateado, entre otros, en la Casa de la Cultura de La Pirámide) y en las rancherías jarochas, de donde han traído y llevado los diferentes tonos que ahora aparecen en este disco prodigioso, que uno escucha de manera semejante a como escucha la Novena Sinfonía de Anton Bruckner: hablamos del mismo entramado en la polifonía, en el trazo claro de las distintas líneas melódicas, en el discurrir tan diáfano de las células motívicas, las figuras, los adornos, el punteo, el rasgueo, la versada.

Es un disco tan bien hecho en todos sentidos que es menester dar crédito al experto Leonardo Heiblum, por la elevada calidad de sonido lograda en la grabación y mezcla de este disco que da vuelo a 11 piezas, todas ellas de la gran tradición jarocha y todas ellas diferentes, nuevas, evolucionadas.

Estamos entonces frente a un hito: el momento en el cual el son jarocho evoluciona y se convierte en algo mucho más rico en cualidades técnicas, más gozoso, más apetecible, más entrañable y, lo más importante: que suena siempre al auténtico son jarocho.

La bamba, por ejemplo, suena como nadie imaginaría, ni los propios Vega, porque no conciben de manera anticipada, no llegan al ensayo con ideas prefabricadas, sino que todo ocurre ahí, en el momento del encuentro, como una repetición del ritual del fandango, donde todo ocurre sin pensarlo, sólo con sentirlo.

Los Vega tendrán una presentación hoy sábado a las 19 horas en el Teatro de la Ciudad y ahí se podrá adquirir un ejemplar de este disco imprescindible. También, si prefieren, pueden acudir a la librería de La Jornada (avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac), donde también está a la venta.

Vuelan las jaranas, se cimbra la mandíbula de burro, trina el requinto, tiembla el tablado maridado con femenino tacón, se infla más la guitarra Leona, suenan así las voces: Por el sonoro bajial/ donde los Vega crecieron,/ las madrugadas parieron/ sones, toros y apompal./ Esta tierra musical/ de acahuales y crecientes,/ entre sus nuevos torrentes/ que hace girar por el río,/ nos muestra su poderío/ en tonos muy diferentes.

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