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Ver día anteriorJueves 25 de septiembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

¿Sólidas señales?

Logros de papel

El ministro repite

A

legraos, mexicanos silenciosos, que en Los Pinos y zonas dependientes repican las campanas, por –dicen– las sólidas señales de aceleración económica que registra la minusválida economía mexicana, por mucho que los indicadores oficiales se encuentran en cotas inferiores a las reportadas en el arranque sexenal.

Pero si lo anterior no alcanza, existen más motivos para estar locos de contento por los excelentes resultados económicos: al venerable cuan eficiente Luis Videgaray le refrendaron su título de ministro del año, la segunda estrellita en la frente en lo que va del sexenio, con todo y que en ese periodo la tasa promedio anual de crecimiento no pasará –en el mejor de los casos– de 1.7 por ciento, o lo que es lo mismo, nada.

El ciclo ascendente y la aceleración económica que en el circuito oficial dicen observar (obviamente con los lentes de la Secretaría de Hacienda) contrastan con el inánime comportamiento de los indicadores que periódicamente reporta el Inegi, como el global de la actividad económica, que ayer dio a conocer el instituto con cifras al cierre de julio.

En este contexto, el Inegi detalló que el índice global de la actividad económica en el país cerró julio de 2014 por debajo de la cota registrada el primero de diciembre de 2012, cuando Enrique Peña Nieto se instaló en Los Pinos. La diferencia entre una fecha y la otra es negativa en 0.7 por ciento, de tal suerte que en esos 20 meses de jubilosos discursos y prometedor futuro la economía nacional se mantuvo dentro del ataúd, por decirlo suave.

De igual manera, si se compara el comportamiento anualizado de la economía, en julio de 2014 (cuando Luis Videgaray sólo tenía una estrellita en la frente) el avance fue de 2.52 por ciento, contra 2.74 por ciento de junio, y si bien pueden celebrar que, con todo, estas cifras son mejores que la del arranque del año, no hay que olvidar que su proporción sólo representa la mitad de las observadas en 2012.

La alegría oficial también se basa en que durante julio pasado el indicador global de la actividad económica registró un aumento de 0.41 por ciento en comparación con el resultado del mes previo, cuando el crecimiento fue de 0.27 por ciento, pero cualquiera de los casos resulta inferior a 1.07 por ciento de abril, por lo que el motivo de felicidad no se encuentra en ninguna parte.

Si se promedia el comportamiento del citado indicador en los primeros siete meses de 2014, entonces, el promedio enero-julio del presente año a duras penas llega a 1.8 por ciento, proporción que es la misma proporción heredada por el gobierno que a los mexicanos prometió vivir mejor.

Sin importar lo anterior, la geniocracia hacendaria aplaude y se pone de pie, porque, según afirma, el ciclo ascendente y la aceleración de la economía son consistentes con el pronóstico de crecimiento de 2.7 por ciento en 2014. Eso dicen, aunque para que tal pronóstico se concrete la economía mexicana deberá reportar un crecimiento no menor a 4 por ciento en cada uno de los cinco meses del año que faltan por contabilizar, algo que por lo demás resulta increíble.

De cualquier suerte, aunque un milagro haga realidad ese 2.7 por ciento de crecimiento, tal proporción resulta miserable para las necesidades y urgencias nacionales, y ello sucede desde hace 32 años. El problema se agudiza con la actitud de la tecnocracia, cuyos resultados han sido tan escasos que a estas alturas celebran las migajas.

Mientras la economía mexicana no avance 6 por ciento anual y sostenidamente, lo demás son meros cuentos de hadas y los mexicanos están hartos de ellos. Nunca se saldrá del hoyo si desde las altas esferas del país reivindican la política de las migajas y echan las campanas al vuelo por un aumento mensual de apenas unas décimas de punto en los indicadores económicos, porque, independientemente de que son cifras miserables, nada raro es que al mes siguiente se le caiga, y en proporción mayor.

Durante su estadía (hasta julio pasado) en Los Pinos, con todo y su par de galardones –ministro del año– para su secretario de Hacienda, la economía mexicana ha registrado tres meses con cifras negativas (hasta -1.41 por ciento), igual número de avances inferiores a 0.8 por ciento, siete por debajo de 1.69; cinco menores a 2.94 por ciento, uno de 3.24 por ciento y otro de 4.18 por ciento (en abril de 2013, el gran garbanzo del sexenio). Todo ello para promediar 1.8 por ciento en el periodo.

Hasta ahora, esos son los resultados tangibles (EPN dixit). A pesar de ellos, y tomando como base esas proporciones, el gobierno federal asegura que en 2014 el crecimiento será de 2.7 por ciento, porque las reformas harán el milagro, según dicen. Así, no cabe la menor duda de que la geniocracia tendrá que encender un montón de veladoras, porque en eso de atinarle a los pronósticos son verdaderamente ineficientes.

Lo anterior no los arredra, que para eso están las de$intereSada$ publicaciones especializadas, como la revista Eurmoney que ayer designó a Luis Videgaray como ministro de finanzas del año 2014, en reconocimiento a su participación en la implementación de las reformas estructurales (el efecto transformacional, según dice la citada publicación). Modesto, como suele serlo, el galardonado subrayó que el reconocimiento es, en realidad, para el Presidente de la República.

En diciembre de 2013 otra de$intere$ada revista especializada, The Banker, concedió el mismo galardón al secretario de Hacienda. Ello, no obstante que ese año la economía mexicana creció a pasos agigantados, tanto como 1.1 por ciento y ocupó los últimos escalones en el ranking latinoamericano.

¿Cuánto le cuesta al erario un galardón como el citado? Quién sabe, aunque tarde que temprano se conocerá. El problema es que del inquilino de Los Pinos (sin olvidar a su esposa y familia) al último de los integrantes del gabinetazo les fascina aparecer en la gran marquesina que les ofrecen la televisión y las revistas especializadas (de las políticas a las financieras; de las de moda a las del corazón), a las que sí pagan puntualmente.

Todos los días aparecen en una de ellas –o en todas–, mientras sus logros no pasan del papel, que cada día sale más caro.

Las rebanadas del pastel

Mi agradecimiento a la directiva de la Lotería Nacional por su generoso homenaje a La Jornada y su caluroso recibimiento a quienes, por parte del diario, participamos en el sorteo. Y un beso a los gritones, maravillosos personajes.

Twitter: @cafevega