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Freud y sus críticos a 75 años
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ittgenstein, Derrida, Foucault, Ricoeur grandes lectores de Freud resultan a 75 años de su muerte severos críticos del sicoanálisis desde la filosofía. Entre Freud y Wittgenstein existe un acento común. La obra de ambos produjo un efecto subversivo sobre el saber. La obra de los dos tiene como esencia un quehacer analítico. La piedra angular para Freud fue el desciframiento del inconsciente, para Wittgenstein los juegos del lenguaje. Los dos pertenecieron al universo cultural vienés. En lo formal, no hubo un encuentro entre la obra de estos dos talentos, pero existe una interesante y fecunda confrontación. Como dice Assoun: “Más allá de ese encuentro frustrado, la confrontación de los ‘entendimientos’ ya no puede aplazarse sin que se transforme en denegación filosófica”. Esta confrontación teórica, dada la riqueza de las obras, merece una tarea de exégesis, permitiendo la creación de un espacio donde el fundador del sicoanálisis y el filósofo de los juegos del lenguaje puedan entablar un diálogo con los lectores de sus obras.

En el texto de Wittgenstein, Conversaciones sobre Freud, quien según sus propias palabras se consideraba discípulo de Freud, establece una confrontación basada, en cierta medida, en la temática de una actitud crítica: a partir de la lógica del asentamiento sicoanalítico. Wittgenstein inaugura un camino, después seguido por Derrida, de una crítica y un rexamen de la teoría freudiana de la interpretación (a través de la vía regia de acceso al inconsciente: El proyecto de una psicología para neurólogos, la carta 52 en puente con La interpretación de los sueños) que se convierte en una interesante crítica epistemológica del modo de pensar y racionalidad analíticas.

En realidad, la obra de ambos instaura una apertura al pensamiento contemporáneo para repensar el inconsciente y el lenguaje, la racionalidad y la ética e incluso el malestar en la cultura. Se abre también con ello la interrogación sobre el saber y el estatuto del sujeto. La confrontación Wittgenstein-Freud, fecunda y exegética por naturaleza no sólo representa el encuentro de dos formas de pensamiento sino el diálogo posible entre la filosofía y el sicoanálisis.

Dicho así aparece como evidencia que no necesita consideraciones y, por tanto, no justificaría tantas disquisiciones. Sin embargo esa evidencia no resulta tan evidente… Hay filósofos que no se privan de disertar sobre el sicoanálisis y de hacerle observaciones y objeciones que no deberían dejar indiferentes a los sicoanalistas. Por su parte, los hallazgos del sicoanálisis no deberían carecer de consecuencias sobre las elaboraciones de filósofos y no dejarían de imponer, si son válidos, ciertos límites al despliegue de las concepciones filosóficas.

A los sicoanalistas nos interesa leer la obra de los filósofos que objeten y critiquen con seriedad y fundamento al sicoanálisis. De ahí el particular interés que despiertan las obras de Wittgenstein y Derrida en algunos de nosotros. Con Wittgenstein el cuestionamiento atraviesa por el asunto de la cuestión asentimiento en sicoanálisis, mientras con Derrida la disertación se focaliza en el problema de la resistencia al sicoanálisis y la resistencia del sicoanálisis.

En este diálogo continuo con el episteme, el sicoanálisis puede ubicarse en la categoría de “una práctica y un saber que pueden sostener su pertinencia y su racionalidad sin apelar al dominio de la creencia y que, más aún, pueden dar cuenta de la cuestión de la ‘creencia’ como una dimensión de la subjetividad y como un aspecto que está en juego en el devenir mismo de la experiencia analítica, como algo que el mismo sicoanálisis permitirá destituir en su culminación en el fin de un análisis cuando sobre su ruina se instituya el sujeto”.