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El cantautor uruguayo se presentará el 29 de septiembre en el Teatro de la Ciudad

La lucha del 68 ayudó a creer en la idea de la transformación: Viglietti

Los caídos fueron una semilla de cambio cultural, asegura

En el concierto confluirán el poeta Mario Bendetti, el 2 de octubre, Judith Reyes y la historia de la resistencia, señala

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Para Daniel Viglietti crear es propio de autores progresistas. En la imagen el compositor durante el ensayo de su próximo concierto en el Teatro de la CiudadFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Sábado 27 de septiembre de 2014, p. 8

El 2 de octubre de 1968 en México me encuentra a mí en Uruguay, en plena actividad, cantando en actos junto a los estudiantes, los trabajadores, los sindicatos, en un periodo muy vivo de resistencia, expresó en entrevista el cantante, guitarrista y compositor Daniel Viglietti, oriundo de La Patria Grande de José Artigas, quien el próximo lunes 29 de septiembre ofrecerá un concierto en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, con entrada libre.

El lema del recital es El olvido no está invitado, variante de protesta del tradicional ¡2 de octubre no se olvida!, en un ejercicio de memoria organizado por la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, la embajada de Uruguay y la delegación Cuauhtémoc.

La charla se realizó en el café Tintico, a un costado del Teatro de la Ciudad, luego de una breve prueba de sonido en la que Viglietti punteó y razgó la lira, y mostró su maestría en el instrumento, con la vieja escuela de la guitarra sudamericana.

En el Uruguay de entonces el clima era de denuncia. “Teníamos una democracia que hemos definido como democradura, porque se iba deslizando hacia el autoritarismo, la censura. En medio de eso, la comunicación con México existía, siempre con esas limitaciones que nos han afectado... más en el pasado que ahora; eso ha cambiado. Por esas limitaciones estábamos más al tanto de lo que pasaba en el mayo francés que en el octubre mexicano. Sin embargo, los que teníamos conciencia política y éramos parte de una familia de izquierda, que en esa época éramos un 20 por ciento de la población, apenas, sí teníamos una relación con México bastante onda y que venía mucho, previo a lo de Tlatelolco, del lado cultural e incluso del lado musical, y con toda la influencia de la poesía mexicana, de la canción y del cine.”

Movimiento sin precedente

Lo de Tlatelolco impactó. Fue muy fuerte esa aparición de la represión a ese nivel. No nos podíamos dar cuenta de que se estaba gestando uno de los movimientos sin precedente de impunidad, porque es sabido que ha sido difícil que se haga justicia.

–¿Cómo influyó la cercanía histórica de la revolución cubana en la reacción del gobierno de México contra los estudiantes?

–Sí, y las autoridades hicieron un manejo de la historia sumamente lamentable, siniestro, que quiere jugar como advertencia para frenar rebeliones, protestas. Se trataba de un caso así, del estudiantado, de la juventud, que marchaba pacíficamente. Me parece parte de la historia oscura y esos gobernantes entran a la historia por el lado más tétrico, más lamentable, pero afortunadamente hay otros nombres en México, además de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, y debo señalar a alguien que complementó la visión del 2 de octubre: Judith Reyes, una querida amiga, porque yo la conocí, la frecuenté y me crucé varias veces con ella en Europa. A nosotros nos llegó a Uruguay un material discográfico donde ella cantaba El corrido del 2 de octubre; es una descripción minuciosa de los hechos.

“Ese corrido es intenso y nos conmovió profundamente. En esa época estábamos creando un sello independiente. Ya era por 1970 y nos decidimos a sacar aquel disco en Uruguay. Así se conoció a Judith Reyes en esos años y así estuvo presente lo que pasó en el 68. Fue ignorada e incomprendida, así como en otra escala ocurrió lo mismo con el 2 de octubre. Eso hasta que Óscar Chávez, a quien había conocido un poco antes de lo del 68, en La Habana, en lo que se llamó Encuentro de Canción-Protesta, en octubre de 1967, él reivindicó el repertorio de Judith Reyes e hizo circular esa montaña de canciones.

Por eso esta actuación del lunes próximo tiene varias relaciones, porque está marcada del lado de los mexicanos que colaboran en esto, como los comités de memoria del 68, y también me permitirá abrazar el recuerdo de alguien como Judith Reyes, que hizo un diario oral de la historia mexicana de la resistencia. El corrido es un diario, una crónica. Ella lo abordó. También va a ser un vínculo con un uruguayo, un escritor que quiso mucho a México, y viceversa, que es Mario Benedetti. Ahí, en el concierto confluyen Benedetti, el 2 de octubre, Judith Reyes y la historia de la resistencia. Todo se abraza.

–Los estudiantes, jardín de las alegrías, los definió Violeta Parra...

–Tengo mucha confianza en los jóvenes, en los estudiantes. A la par de México, en el 68 en Uruguay hubo etapas de lucha muy fuertes. En agosto de ese año fue asesinado primero un estudiante y luego más. Fue muerto Liber Arce, que fue después llamado Liberarse. Tan sólo unos meses después del mayo francés y dos meses antes del octubre mexicano. Todo fue una armonía de lucha del estudiantado que se enfrentaba al poder e intentó cambios culturales. Eso quedó sembrado. Los muertos, los caídos, toda esa masa de gente que perdimos, y no es una simple metáfora, funcionaron como semilla de cambio cultural, como avance en la percepción de las luchas. La lucha es un laberinto, la historia es un laberinto. Afortundamente ha sido un laberinto de solidaridad, y eso tiene que ver con México y con Uruguay.

–El capitalismo no murió, como preveían teóricos como Luckacs o Poulantzas, en los 60.

–No, tiene una capacidad enorme de regeneración, de transformarse, de seguir adelante. Es muy duro. Es muy difícil ponerle la palabra fin al sistema. En la medida en que van ampliándose los movimientos de resistencia el poder se va diversificando. El papel que podemos jugar, quienes lo hacemos desde lo cultural, es seguir acercando conciencias, pequeños mensajes, señales, que en sí mismos no pueden cambiar nada, pero en conjunto ayudan a ver más claro el camino, a creer en la idea de transformar al ser humano. Esto fue lo que aportó toda esta lucha del 68. Los análisis de teóricos como Poulantzas quedan abiertos. No hay manera aún de poner una cortina final a todo eso, al capitalismo.

La destruccción siempre es una cosa impulsiva y crear es la tarea de fondo. A veces se tiene que pasar por el enfrentamiento, por etapas duras. Crear es lo que realmente las derechas no logran. Crear es propio de autores progresistas. A veces hay que encontrarse con algún reaccionario que escribe bien. Lo cultural es inseparable de una visión progresista del mundo.

La cita con Viglietti y A desalambrar y Dale tu mano al indio es este lunes 29 de septiembre, a las 19 horas, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.