Opinión
Ver día anteriorMartes 30 de septiembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Jornada aguascalentense
A

100 años de la Convención Soberana, el Instituto Cultural de Aguascalientes, ahora bajo la dirección de Dulce María Rivas Godoy, en mancuerna con Javier Velasco Alarcón, director de la Universidad de las Artes, se celebraron unas jornadas culturales a las que asistí para impartir una conferencia que debía relacionarse de alguna manera con el tema.

Mi campo predominante concierne a las artes plásticas, pero como soy historiadora, de alguna manera asistí provista de recuerdos bibliográficos sobre lo que se celebraba, rememorando que dicha convención se constituyó, según interpretación de Federico Reyes Heroles, en un retén de las ambiciones y anhelos de los caudillos y líderes, un medio institucional que intentó llevar a cabo un acuerdo mediante el diálogo, situación ejemplar que siempre debiera prevalecer.

La convocatoria, como es sabido, se debió a Venustiano Carranza, quien hizo el llamado sólo a jefes militares y a gobernadores. La convención se inició en la Cámara de Diputados de nuestra capital y de allí se transfirió a Aguascalientes, traslado que aseguró la participación de Francisco Villa y Emiliano Zapata, ya que no accedieron a presentarse o a ser representados en la ciudad de México, y sin ellos la convención no hubiera servido para nada.

Como el tiempo de realización de la convención en Aguascalientes se prolongó en demasía, la sede fue el Teatro Colón que todavía existe, se cayó en lo que pudiera denominarse asambleísmo, pero sí se consiguió elegir presidente provisional, no a Carranza, como el propio varón de Cuatro Ciénegas creyó, sino al moderado general Eulalio Gutiérrez. Pocos asistentes civiles participaron, pero entre ellos estuvieron Martín Luis Guzmán y José Vasconcelos.

La fotografía registró sólo en parte estos hechos y eso no en forma tan completa ni tan dramática, dadas las circunstancias, como lo que salvaguardó en imágenes la impresionante toma de Zacatecas.

Sobre este hecho, que cuenta con innumerables corridos y películas no muy buenas, se presentó un libro-cuaderno cuya organización estuvo a cargo de la Fototeca de Zacatecas Pedro Valtierra y de la fundación que lleva su nombre, una asociación civil que gracias a un equipo de colaboradores capitaneado por Jaime Robledo Martínez, reunió 80 fotografías analógicas que sometidas a proceso de digitalización se exhibieron en el Centro Cultural Los Arquitos, donde hubo la oportunidad de diálogo con Valtierra y colaboradores, así como de observar la exposición fotográfica que se acompaña de cédulas y de textos del autor del ensayo contenido en el libro, titulado Episodios fotográficos de la toma de Zacatecas 1913-1014.

La toma de esa ciudad, último bastión del huertismo, en realidad tuvo lugar el 23 de junio de 1914 y hasta donde entiendo sólo hay fotos llamémosles situacionales de 1913 que no conciernen a la batalla, pero sí a la vida doméstica de Zacatecas. Son tomas entrañables y preciadísimas.

La pieza emblemática de la muestra corresponde a la toma hecha por un pintor y académico de San Carlos, Manuel Pastrana, quien como tantos otros tomaba fotografías que después copiaba con acuciosidad en el lienzo.

Esa toma no fue llevada al lienzo, pero resulta emblemática porque resalta el papel de las vías férreas y de los trenes en toda la gesta revoucionaria y principalmente en la toma de Zacatecas, orquestada en buena medida por el mejor general artillero experto en balística, topografía y matemáticas que ha dado nuestro país: Felipe Ángeles, a quien no se le menciona con la frecuencia que a Villa, debido a la vistosidad y a los hechos de toda índole perpetrados por el jefe de la División del Norte.

De temperamentos opuestos, Ángeles sin embargo fue villista, pero antes que nada fue humanista, como relata una de las mejores semblanzas que se le han dedicado, cuyo autor es Álvaro Matute.

Las fotografías exhibidas fueron pesquisadas de varios archivos zacatecanos, entre otros del que salvaguardó don Federico Sescosse. Como curiosidad diré que los enunciados escritos por los fotógrafos sobre las propias imágenes a veces están equivocados.

Hubo un primer intento de tomar zacatecas por el general Pánfilo Natera, quien fue gobernador del estado en 1915 y que de hecho participó con los villistas en la toma de Zacatecas, pero su intento anterior fue repelido por los federales que custodiaban la ciudad bien provistos de armas, pese a lo cual la estrategia ideada por Felipe Ángeles resolvió la legendaria toma.

El hecho está registrado en fotogra-fías y las más dan cuenta de desastres, los cadáveres que yacen al sol vigilados por un friso de combatientes ensombrerados, tomada por el fotógrafo Aguilar, o la de un vencido captado de espaldas, con mancha de sangre bajo la cabeza, vuelta hacia el piso, del fotógrafo Eulalio Robles.

La victoria no dejó de ser pírrica, los restos del Palacio Federal captados desde el edificio de enfrente en otra impresionante toma anónima contrasta con la hermosa construcción contigua.

Las tomas no dejan dudas sobre la magnitud de los desastres bélicos en los que se perdieron centenares de vidas humana, casi sin distinción entre guerreros y civiles.

La investigación hecha en torno a estas imágenes aclara que fueron fotógrafos de estudio los que se aprestaron a registrar los hechos.

La muy conocida toma de los triunfadores el cerro de La Bufa es del archivo Casasola. Es una toma épica, según expresión de Jaime Robledo Martínez.