jornada
letraese

Número 219
Jueves 2 de Octubre
de 2014



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate


Viaje con prevención

El recorrido del cuidado

El viaje del migrante suele ser largo y lleno de dificultades. En el caso de aquellos que parten de Centroamérica con rumbo a Estados Unidos y cruzan por México, requieren de alimento, agua, baños, pero también de condones, anticonceptivos y servicios de salud sexual y reproductiva, entre otras cosas, pues tanto su vida como su actividad sexual sigue con la marcha del tren.

Leonardo Bastida Aguilar

¿De dónde salió el sida? ¿Qué pasa si uno se pone mal el condón? ¿Cuánto cuesta la medicina para curar el sida? ¿El sida salió de los monos? Son parte de las preguntas que hacen las y los asistentes al taller de salud sexual y reproductiva que da Pepe una vez a la semana en este albergue ubicado a un costado de la vía, a la altura de Ciudad Ixtepec, Oaxaca. Por aquí pasa "La Bestia", el famoso ferrocarril de carga en cuyo lomo y entrañas viajan año con año millares de hombres, mujeres, niñas y niños provenientes de Centroamérica con destino final en Estados Unidos.

Eder, uno de los miles de habitantes temporales de este oasis en medio de lo que ha sido llamado "el infierno mexicano", por la dificultad para cruzar el territorio y llegar a la frontera con Estados Unidos, quiere realizarse una prueba de VIH, pero en este albergue aún no se la pueden aplicar.

Esta vez no asistió a la plática de Pepe en la capilla de esta casa para migrantes. Hace tiempo le aplicaron una prueba durante su corta estancia de cinco horas en el albergue de Arriaga, Chiapas, ciudad donde empieza el recorrido del monstruo de metal.

Originario de Honduras, delgado, con huellas de su caminar por todo Guatemala y parte de México y con visible alegría por tener un lugar donde permanecer mientras decide su siguiente paso, confiesa que se interesó por el tema del VIH porque en su tierra natal había llevado una vida con muchas mujeres y no tenía cuidados, incluso con personas dedicadas al comercio sexual.

Un hermano de él se había realizado la prueba y se lo sugirió. Se la hizo porque le dijeron que era "de volada" y no como en Honduras, donde el resultado puede tardar algunos días. Confiesa que cuando lo "picaron" en el dedo "tembló un poquito" y pedía que no le dijeran si es que salía positivo. Pero resultó negativo y decidió seguir, "hasta con más ganas para subir al tren".

En Ixtepec, ha asistido a las pláticas para conocer sobre los condones masculinos y femeninos y cómo cuidarse. En tono de broma, afirma que alguna vez les dijeron: "si una mujer no quiere usar condón, mejor déjenla y váyanse a masturbar".

La bestia de hierro
El silbato suena a lo lejos y se oye el crujir de La Bestia. La policía del municipio comienza a cerrar el paso cerca de la vieja estación de tren, digna de convertirse en un set cinematográfico y que ahora sólo es remanente del bullicioso lugar que alguna vez fue esta ciudad istmeña por donde fluían centenas de personas.

Originalmente, narra Aquiles, meño de nacimiento, el tren era de pasajeros e iba de Salina Cruz, Oaxaca, a Coatzacoalcos, Veracruz. Después, con la desaparición de Ferrocarriles de México, comenzó a pasar el carguero y con él comenzaron a llegar los migrantes, sobre todo de Centroamérica, situación que no tiene poco tiempo, sino que data de al menos hace dos décadas.

El galope de la bestia de hierro se escucha cada vez más cerca hasta llegar a ser ensordecedor. Su fuerza es tal que detiene el tiempo y el espacio a su paso. Nadie se mueve, todas y todos observan su trote por vías desvencijadas, cubiertas de maleza, en algunos tramos incompletas y en otros, oxidadas.

Del infinito número de vagones que se vislumbran comienzan a aparecer personas para descender por las escaleras que salen del lomo del monstruo de hierro y conducen a la verde pero árida tierra del Itsmo de Tehuantepec, la parte más estrecha de México.

El descanso es necesario cuando se ha viajado encima de un tren por más de 16 horas al sopor de temperaturas por arriba de los 35 grados, con poca agua y nula protección de los rayos solares. Algunos se quedan junto a las vías. Piden agua, una moneda, comida o lo que sea voluntad de las personas. Prefieren estar allí para abordar de inmediato el próximo tren que los lleve a Coatzacoalcos, Veracruz y no detenerse demasiado a pesar de que en esta población caracterizada por sus tradiciones y rica gastronomía –que han provocado su fama a escala global– hay quienes les ayudan, como los integrantes del albergue Hermanos en el Camino, ubicado en los linderos de Ixtepec, a un lado de las vías, sitio de calma para la pesadillas de muchos y muchas.

Salud sexual y reproductiva
Para ingresar al albergue hay que hacer fila. Ésta se ha reducido debido a que en los últimos meses, el feroz tren se ha descarrilado varias veces y cada vez lo cuidan más los agentes de Instituto Nacional de Migración. Día a día es más difícil que muchos de sus pasajeros avancen grandes distancias sin ser capturados y deportados. Podrían ser menos en cuanto comience el proyecto de rehabilitación de vías para que el tren viaje de manera más veloz.

A la entrada se les pide que dejen sus celulares, pues a veces el crimen organizado los busca para secuestrarlos y pedir rescate a sus familias. Así, se garantiza su seguridad al interior de este espacio fundado en 2007 por Alejandro Solalinde, como respuesta a la necesidad de brindar un espacio para las miles de almas que anhelan cruzar México para llegar a Estados Unidos.

En este lugar se ofrece asistencia humanitaria e integral (alimento, posada, apoyo psicológico, médico y jurídico) y orientación, además de una cama y cobijas limpias, biblioteca, teléfono, comedor, baño y talleres informativos sobre múltiples temas.

Uno de los problemas más comunes detectados por personal de salud del albergue son las infecciones urinarias causadas por la falta de agua y la gran cantidad de horas que pasan en el tren sin poder satisfacer sus necesidades fisiológicas, explica Gisela, encargada del área de salud.

Algunos bebés, como Nina, una pequeña garífuna de meses de edad, ya han viajado en La Bestia. Probablemente, cuando vivan en algún otro lugar no recordarán la odisea. Otros sólo sabrán que el viaje lo hicieron en el vientre de su madre y la anécdota será ajena a sus vidas aunque sus progenitoras se hayan expuesto a muchas vicisitudes para su bienestar.

La voluntaria comenta que a las mujeres embarazadas que así los deseen se les realiza una revisión médica. Si es necesario, se las refiere al Centro de Salud local. Además, les brindan vitaminas, ácido fólico, y en caso de que determinen permanecer en el albergue, se las canaliza con un ginecólogo. Algunas desean continuar para que su bebé nazca en Estados Unidos, otras optan por dar a luz en el albergue o regresarse a su país al ver que el camino es duro.

La atención en materia de salud sexual y reproductiva no es exclusiva para mujeres embarazadas. A todos y todas se les proporcionan condones masculinos o femeninos dejándolos en algunos espacios como los dormitorios para que quien lo desee, tome algunos.

También hay pastillas de anticoncepción de emergencia e inyecciones anticonceptivas mensuales, conseguidas a través de un convenio con organizaciones internacionales. Son necesarias debido a que muchas mujeres padecen violencia sexual durante la travesía.

Un pendiente es la realización de pruebas de VIH. Se espera pronto poder hacerlo con apoyo de las autoridades correspondientes a fin de que, si se detectara a alguna persona VIH positiva, sea canalizada para su atención. El centro de salud especializado más cercano está en Salina Cruz.

Para Gisela, la detección de VIH es muy difícil, pues el paso de las personas es muy rápido y el albergue sólo acoge a 15 por ciento de la gente que viene en el tren, muchos vienen con polleros y guías. Si se llega a detectar a alguien es porque se detiene para algún trámite migratorio.

De cualquier manera, señala, se les debe atender y dar medicamento, ya que por ley, cualquier persona migrante tiene derecho a acceder gratuitamente a los servicios de salud.

Por esa razón, a las mujeres, sobre todo las embarazadas, se les brinda la atención médica sin restricción y se espera que pronto, en caso de que haya una persona con VIH, pueda obtener atención y tratamiento.
Hace seis años, México y todos los países de Centroamérica firmaron el Proyecto Mesoamericano para el Abordaje Integral de las Poblaciones Móviles en VIH/sida, el cual garantiza que todos aquellos migrantes que, en su paso por los países firmantes, requieran de tratamiento antirretroviral, puedan acceder a él en los centros de salud indicados para tratar la pandemia.

La vida sigue
Los migrantes no frenan su vida sexual, la siguen teniendo y lo ideal es que la ejerzan siempre con cuidado y protección, señala Gisela.

La idea es reforzada por Armando, un joven migrante veterano. Cinco veces ha subido a La Bestia y en cuatro logró llegar a la frontera con Estados Unidos y cruzar. Esta última vez lo detuvo el secuestro de su hermano. Desde que salió de Honduras, cuando tenía 10 años, y llegó solo a la Unión Americana, no ha tenido intención de regresar a su país natal. La mala suerte de que "la migra" estadounidense lo atrapara fue lo que lo hizo volver a Centroamérica.

Sin embargo, el crimen organizado y la inacción de los gobiernos ha provocado esta expulsión masiva de personas hacia el norte del continente. Armado salió con lo que tenía puesto. Una tarde, mientras iba al banco, lo siguieron para matarlo. Dice que siempre lo han querido reclutar o eliminar por todo lo que ha visto en el poco tiempo que ha pasado en Honduras. El gerente del banco lo ayudó a salir de la sucursal. No lo pensó más y salió rumbo a Estados Unidos.

Violentado y asaltado en Guatemala, caminó hasta el río Suchiate, borde natural entre tierra guatemalteca y mexicana. Cruzo la selva chiapaneca y llegó a Arriaga. Detuvo su marcha porque a su hermano lo habían secuestrado en Pijijiapan, Chiapas. Esperó a que se resolviera la situación con su familia en Estados Unidos y se despidió de su hermano, quien prefirió regresar a Honduras. Él continuó y se estableció en el albergue. Pidió asilo en México como refugiado, por temor a volver a una tierra tan violenta. Ya obtuvo su "papel" y ahora espera la oportunidad de concretar su sueño: estudiar ingeniería en sistemas.

La situación no es fácil. Una opción para obtener algún dinero es ir con los hombres que buscan a los migrantes para tener sexo. Relata que "hay mexicanos que llegan a las estaciones a ofrecer dinero a cambio de que te los chingues", situación que él no aceptó cuando se le acercaron.

Esto no impide que algunos otros tengan encuentros sexuales cerca del albergue o adentro de él. Algunos con gente que acaban de conocer y otros con parejas con las que ya venían. Hay ciertos espacios cuya ubicación es propicia para gozar de un rato de anonimato y placer. Por eso, dice Armando, quien se sonroja al confesar que tiene una novia, muchos "agarran su condoncito y se van a donde no se ve nada y sanamente se divierten".

Son muchos los migrantes que han tomado los talleres de salud sexual y reproductiva en el albergue Hermanos en el Camino. Ahora, están conscientes de los problemas que pueden derivar de las relaciones sexuales sin protección. La mayoría nunca imaginó que durante su viaje obtendría este tipo de información que les ayudará a seguir el viaje hacia una vida en condiciones óptimas y conseguir los anhelos que los impulsaron a rodar por miles de kilómetros, ya fuera en el lomo de La Bestia o a pie.


S U B I R