Opinión
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México SA

Pensiones: México en la lona

En el sótano latinoamericano

Belice otorga mayor cobertura

A

quel viejo sueño de hacer de México un paradigma de la justicia social se transformó en pesadilla, y en este contexto nuestro país ocupa los últimos escalones latinoamericanos (24 de 32 posibles, apenas por arriba de Nicaragua) y mundiales (117 de 178, ligeramente por arriba de Senegal) en materia de población pensionada, porque sólo uno de cada cuatro mexicanos en edad de jubilación recibe una pensión, amén de que el monto resulta verdaderamente miserable.

Allá por julio de 1997, el entonces inquilino de Los Pinos, Ernesto Zedillo, se ufanaba de que la reforma privatizadora del sistema de pensiones (por él promovida, aprobada por el Congreso y paridora de las Afore) no sólo responde a la actual estructura demográfica del país, garantiza plenamente los recursos de los trabajadores y les da certidumbre de pensiones dignas al momento de su retiro, sino que cumple plenamente con los propósitos redistributivos de la seguridad social. El coro lo hizo el secretario de Hacienda, José Angel Gurría (hoy cabeza visible de la OCDE), quien aseguró que a partir de ya los trabajadores de México cuentan con un sistema de pensiones financieramente viable en el largo plazo e inmune a transiciones demográficas o turbulencias financieras.

Diecisiete años después de aquella ceremonia, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) informa que en materia de pensiones México está en la lona, la mayoría de los trabajadores sin acceso a ellas y miserables los montos que perciben los pocos que las obtienen. El organismo internacional recién divulgó su informe Protección social para las personas de edad: principales tendencias políticas y estadísticas, en el que destaca: 48 por ciento de todas las personas en el mundo que superan la edad de la jubilación no perciben una pensión, y para muchos del 52 por ciento restante que la perciben, la cobertura no es adecuada, y las medidas de consolidación fiscal han agravado esta tendencia.

Ese es el panorama internacional, pero para el caso mexicano la OIT detalla que sólo 25.2 por ciento de los mexicanos en edad de jubilarse llega a obtener una miserable pensión; el 74.8 por ciento restante queda totalmente fuera del esquema. En este contexto, el promedio latinoamericano es de 56.1 por ciento de personas pensionadas; México no llega ni a la mitad de esa proporción. Ese es el resultado real de la reforma zedillista (afinada por los Fox y Calderón) que, según él, cumple plenamente con los propósitos redistributivos de la seguridad social y a los trabajadores da certidumbre de pensiones dignas al momento de su retiro. En los hechos, los únicos ganadores de la privatización de las pensiones han sido los dueños de las Afore.

México, pues, en el escalón número 24 de 32 posibles en América Latina. Por debajo de nuestro país aparecen Nicaragua (con sólo 23.7 por ciento de la población), Colombia (23), Paraguay (22.2), El Salvador (18.1), Guatemala (14.1), República Dominicana (11.1), Honduras (8.4) y Haití (1).

Lo peor del caso es que el gobierno mexicano insiste. Por el contrario, explica la OIT, países como Argentina, Bolivia y Chile (del que Zedillo copió el ejemplo privatizador de las pensiones) están revirtiendo las privatizaciones de los sistemas de pensiones anteriormente implementadas durante los años 80 y 90. Estos sistemas eran costosos e incapaces de extender la cobertura de las pensiones de vejez. Estos procesos de desprivatización o renacionalización de pensiones apuntan a reducir los costos fiscales de los sistemas anteriores, a mejorar la cobertura y la seguridad del ingreso para los adultos mayores.

De acuerdo con la información de la OIT, en Argentina el 90.7 por ciento de los adultos mayores están pensionados; en Bolivia el 100 por ciento y en Chile el 74.5 por ciento. Otros ejemplos latinoamericanos son Brasil (86.3 por ciento) y Uruguay (76.5). Para no ir más lejos, Belice da cobertura a 64.4 por ciento de dicha población; México, la segunda economía más grande de la región (según sus promotores) a duras penas llega a 25.2 por ciento.

La OIT advierte que la falta de acceso a la protección social, incluidas las pensiones y otros beneficios para personas de edad avanzada, constituye un obstáculo importante para el desarrollo económico y social de las naciones. La cobertura de protección social inadecuada o nula se asocia con altos y persistentes niveles de pobreza y de inseguridad económica, crecientes niveles de desigualdad, insuficientes inversiones en capital humano y capacidades humanas, y una débil demanda agregada en tiempos de recesión y de lento crecimiento.

Por el contrario, países de ingresos elevados han reducido una gama de prestaciones de protección social y han limitado el acceso a servicios públicos de calidad. Junto al desempleo persistente, los salarios más bajos y los impuestos más altos, estas medidas contribuyeron al aumento de la pobreza y la exclusión social, que afectan hoy en día a 123 millones de personas en la Unión Europea, el 24 por ciento de su población, aunque varios tribunales europeos determinaron que esos recortes son inconstitucionales.

El costo de los ajustes se ha trasladado a la población. Ingresos a la baja en los hogares se traducen en un consumo interno más bajo y menor demanda, lo que atrasa la recuperación económica. El logro del modelo social europeo, que redujo dramáticamente la pobreza y promovió la prosperidad y la cohesión social en el periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, está siendo abatido por reformas de ajuste a corto plazo, como México comprenderá.

Tan importante como extender la cobertura de las pensiones es garantizar que los niveles de pensión sean adecuados, subraya la OIT. En la mayoría de los países en desarrollo, los niveles de pensión no son adecuados. En ellos están llevando a cabo una consolidación fiscal y reformando sus sistemas de pensiones para reducir costos, incluido el retraso de la edad de jubilación, reducción de las prestaciones, falta de indexación y aumento de las tasas de cotización, entre otras medidas, lo que socava la adecuación de los regímenes de pensiones y reduce la capacidad de prevenir la pobreza en la edad avanzada.

Las rebanadas del pastel

Tiemblen, mexicanos ilusos, que el ministro del año jura que la economía mexicana cuenta con mecanismos de protección para hacer frente a la volatilidad financiera (léase la sensible depreciación del peso), es decir lo mismo que dijo, allá por finales de septiembre de 2008, Agustín Carstens en funciones de secretario de Hacienda, es decir un par de semanas antes de la debacle del catarrito.

Twitter: @cafevega