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uienes hemos pasado varias décadas en el ambiente de la educación superior, especialmente en los trabajos, reuniones, asambleas, debates, de las 83 instituciones de educación superior que conforma el Consejo de Universidades Públicas e Instituciones Afines (Cupia), el mayor cuerpo colegiado de la Anuies, conocemos de cerca el prestigio, la seriedad académica, y el compromiso institucional de la doctora Yoloxóchitl Bustamente. Su salida del IPN es una pérdida sensible para la institución y para la educación superior en general.

Lo es también la interrupción, en el tramo actual, de un proceso de reforma académica e institucional que se inició al menos en 2003, cuando se hizo cargo de la dirección del IPN el doctor Enrique Villa Rivera. La doctora Bustamante estaba dando continuidad e incorporando innovaciones a ese proceso.

El IPN ha vivido cambios formidables, especialmente desde el sexenio del presidente Zedillo, en que la institución se vio favorecida con recursos crecientes que la comunidad politécnica supo aprovechar para elevar la dimensión, la calidad, el número de sus programas educativos, desde los centros de estudios científicos y tecnológicos (Cecyt), que hasta antes de 1991 se llamaron Vocacionales.

El rumbo general de la reforma contenía elementos, mexicanizados, del vastísimo conjunto de reformas de todo tipo involucrados en el llamado Proceso de Bolonia, que tuvo lugar (puede decirse también que ha estado teniendo lugar) en el formalmente llamado por la reunión de 29 ministros de Educación de la UE, Espacio Europeo de la Educación Superior, el 19 de ju­nio de 1999. Esta reunión emitió un conjunto de principios generales para la universidad del futuro de la UE, llamada Declaración de Bolonia. En el proceso mismo de reformas, que fue muy diferenciado según países, se unieron 46 países europeos, pero la de­claración ha sido firmada por más de mil 500 universidades del mundo (in­cluidas unas 200, estadunidenses).

La Declaración de Bolonia tiene como precedente la firma de la Magna Charta Universitatum firmada por los rectores de universidades europeas 10 años antes, el 18 de septiembre de 1988 en Bolonia.

Los cambios más sustanciales que ha buscado el proceso de Bolonia son tres. Sintéticamente expresados: adaptaciones curriculares permanentes, adaptaciones tecnológicas permanentes y las reformas financieras necesarias para crear una sociedad del conocimiento. El ADN de este proceso es la innovación permanente.

En abril de 2008 el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo aprobaron el denominado Marco Europeo de Cualificaciones para el aprendizaje permanente (EQF-MEC). El EQF es una recomendación a los estados miembros y fijó el año 2010 como límite para que los países realizaran los ajustes entre sus sistemas de cualificaciones y el EQF, y 2012 como fecha de aplicación completa.

El EQF es una herramienta para fomentar el llamado aprendizaje permanente. Su objetivo es vincular los diferentes sistemas nacionales de cualificaciones mediante ocho niveles de referencia comunes a toda Europa.

Los contenidos particulares de lo apuntado es un mundo vastísimo, y es variable de país a país, y aun de institución a institución. Algo de ese mundo han tomado algunas universidades latinoamericanas para mejorar la educación superior. En eso estaba también el Poli.

El conflicto en el IPN comenzó por los ajustes hechos en el plan de estudios de la Escuela de Ingenieros y Arquitectos de Zacatenco, y por los cambios que se habían propuesto al Reglamento Interno del IPN. El reglamento vigente data de 1983, y ya no es útil frente a los amplísimos cambios que ha tenido la institución desde entonces; es necesario un nuevo reglamento. De modo que el movimiento se hizo por la modificación en el plan de estudios de un programa académico y en un propuesta de nuevo reglamento que aún le faltaba, entre otra cosas, la revisión de consistencia jurídica, razón por la cual aún no se había publicado en la Gaceta del IPN y, por tanto, no operaba aún.

Sucedió lo que mil veces ha ocurrido en este país. Un problema de orden académico es resuelto por medios políticos. Es una violación del laicismo.

El término está sumergido en la polisemia. En uno de sus significados es la incoherencia de intentar resolver un problema con herramientas que no le son propias: p. e., intentar resolver un problema político con instrumentos o principios religiosos o académicos.

Yo no estaría de acuerdo con algunos de los cambios al reglamento (los artículos 47, 51, la derogación del 34 y otros, en lo que ahora no puedo entrar); pero también es cierto que el reglamento está atado en muchos de sus artículos problemáticos a la Ley Orgánica. Algunos estudiantes dicen que la reforma quería rebajar los saberes de los planes de estudio. En realidad ha estado ocurriendo lo contrario. Se ha aumentado la exigencia académica, pero en algunos casos se ha hecho disminuyendo el número de horas-salón, aumentando la carga de trabajo autónomo académico por el estudiante (un principio de Bolonia).

El caso es que, extrañamente, el 30 de septiembre los estudiantes no fue­ron a la SEP, sino directamente a Gobernación, donde los esperaba un muy bien puesto templete. Que el secretario ofreció resolver sus problemas en media hora, incluyendo la salida de la directora. La marcha no estuvo encabezada por algún grupo radical (raro, ¿no?), ni fue acompañada por policías (raro, ¿no?), y por lo pronto el IPN está acéfalo y su proceso de reforma se irá a…