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El papa Francisco bajo el fuego conservador
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n Roma hay nuevamente un ambiente enrarecido. Las tensiones se han vuelto a crispar. Sectores de la curia, aparato de poder centralista, no están dispuestos a ceder la conducción de la Iglesia a un papa que sienten extraño y una amenaza real a sus privilegios y solemnidades. En torno al sínodo sobre la familia, se ha desatado una rebelión cada vez más evidente y mediática de los sectores ultraconservadores de la Iglesia católica. Hay una insurrección de sectores tradicionalistas que ya no toleran los contenidos ni las insinuaciones del papa Francisco, así como su forma de gobernar, respaldada en una enorme popularidad. La insubordinación conservadora ha iniciado abiertamente una campaña contra Francisco, a través de medios de comunicación, sitios web, redes sociales, edición de libros y declaraciones periodísticas que reprueban la actitud reformista del Papa argentino.

En la homilía del domingo pasado, en que inauguró el sínodo sobre la familia, Francisco no ocultó su contrariedad y enfado ante los continuos ataques del ala conservadora del clero y sentenció: “La tentación de la codicia siempre está presente. La codicia del dinero y del poder. Y para satisfacer esta codicia, los malos pastores cargan sobre los hombros de las personas fardos insoportables, que ellos mismos ni siquiera tocan con un dedo (cf. Mt 23,4). También nosotros podemos tener la tentación de ‘apoderarnos’ de la viña, a causa de la codicia que nunca falta en nosotros, seres humanos. El sueño de Dios siempre se enfrenta con la hipocresía de algunos servidores suyos”. El tono nos recuerda a Benedicto XVI, quien advertía que los peores enemigos no estaban fuera sino dentro de la misma Iglesia, pues en las últimas semanas el Papa ha sido sometido a un intenso fuego cruzado de descalificaciones que pretenden minar su autoridad no sólo moral, sino eclesiástica en la vida de la Iglesia.

En efecto, a unos días del sínodo aparecen dos libros desafiantes que retan a Francisco. El primero, titulado Seguir en la verdad de Cristo, defiende la tradición de las normas de Iglesia para quienes se han divorciado y vuelto a casar. Los autores del libro son cinco cardenales: los alemanes Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es decir, guardián de la ortodoxia católica; Walter Brandmuller, presidente emérito del Pontificio Comité de Ciencias Históricas; el estadunidense Raymond Leo Burke, prefecto de la Signatura Apostólica, y los italianos Carlo Cafarra, arzobispo emérito de Bolonia y teólogo cercano a Juan Pablo II, y Velasio De Paolis, presidente emérito de la Prefectura de Asuntos Económicos, quien tuvo a su cargo la supuesta y cuestionada renovación de los legionarios de Cristo. El libro se presenta unos días antes del sínodo en el cual los obispos de todo el mundo revisarán las enseñanzas de la Iglesia en lo que respecta a la familia, en especial temas relacionados con el trato a los divorciados. El debate sobre temas de la familia se ha intensificado después de que diversos sondeos internacionales han mostrado que muchos católicos ignoran las enseñanzas de la Iglesia sobre control de la natalidad, sexo antes del matrimonio y la aceptación de la homosexualidad.

El segundo libro polémico se titula Non è Francesco: la Chiesa nella grande tempesta (No es Francisco: la Iglesia en la gran tempestad), editado por Mondadori. El autor del texto es el periodista Antonio Socci, cercano al movimiento laico Comunione e liberazione, quien lanza la hipótesis de que la elección de Jorge Mario Bergoglio al papado es inválida, porque en el cónclave no se respetaron las reglas de la constitución apostólica Universi Dominici Gregis. Además, Socci pone en duda la legitimidad jurídica del pontificado de Francisco, concluyendo que Benedicto XVI declara renunciar al ministerium, no al papado. Por tanto, Benedicto XVI sigue siendo el legítimo romano pontífice, aunque sin el ejercicio activo del ministerio petrino. Y esto conduce a una conclusión inmediata: la Iglesia tiene dos papas, aunque Francisco sea el papa reinante.

Por si el cuadro no fuera delicado, el cardenal esloveno Franc Rodé declaró a la prensa que Francisco es excesivamente de izquierdas; Rodé fue funcionario de la curia romana hasta enero de 2011 como prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. En entrevista con la agencia eslovena STA, añade que Bergoglio es latinoamericano y esta gente habla mucho, pero resuelve pocos problemas. Rodé, no hay que olvidar, fue uno de los principales protectores de Marcial Maciel, así como uno de los principales beneficiarios de la corrupción con lo que los legionarios se protegieron según las investigaciones de Jason Berry.

Aunque las tensiones en la curia siempre han existido, tratan de mantenerse subterráneas, salvo coyunturas polarizadas en que los actores visibilizan su antagonismo, como ocurrió en el proceso que culmina con la renuncia de Benedicto XVI en 2013. Ahora nuevamente afloran fracturas contra Francisco; esta fisura se agudiza cada vez más, colocando a la Iglesia en una posición de riesgo porque su unidad se ve vulnerada. Francisco deberá actuar con prontitud, negociando y disciplinando a los actores en disputa, porque su autoridad puede ser resquebrajada. En ese sentido el cardenal canadiense Marc Ouellet exhorta a la unión, diciendo que obispos divididos según partidos no es algo propio de la Iglesia y por eso debe ser evitado durante el próximo sínodo. Ouellet, actual prefecto de la Congregación para los Obispos, sentenció la necesaria conciliación de posturas en un discurso ante prelados reunidos en Roma por la asamblea del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa. Para observadores vaticanistas, una de las cartas de Francisco es el dictamen de la fiscalía romana anticorrupción, que hizo un importante decomiso de cientos de cajas de documentos que comprometen y vinculan a las finanzas vaticanas –y a importantes personajes– con la mafia italiana, y a gigantescas operaciones de blanqueo y desvío de fondos. ¿Cuántos personajes curiales estarán ahí?