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De nuestras Jornadas

Los gobiernos del narco

L

a barbarie ya pasó los límites imaginables. ¿Qué circunstancias tuvieron que conjuntarse para hacer posible un crimen tan atroz como el ocurrido en Iguala? Primero, observamos que las células del crimen organizado están no sólo infiltrando, sino tomando el control directo de ciertos niveles de gobierno. Las notas del operador financiero de los Beltrán Leyva metido en las estructuras de mando del Partido Verde coinciden con las notas que reportan que una célula originada en ese mismo grupo criminal llamado Guerreros unidos controla autoridades municipales.

Es decir, el primer componente de la descomposición es que los grupos de la delincuencia no sólo corrompen a políticos o influyen en legisladores, sino se convierten directamente en gobierno. Y un gobierno del crimen hace que los críticos al gobierno se conviertan automáticamente en enemigos del grupo criminal. Y la delincuencia extermina a sus enemigos. La manera de operar de estos gobiernos del narco es el control total: nadie puede salirse de vigilancia. En esta circunstancia la transparencia no existe y los derechos civiles son anulados. Han asaltado el poder y lo ejercen para facilitar los negocios del cártel.

En Guerrero y en todo el país sólo hay que ver el perfil de los agredidos para percibir que existe algo en común en ellos: sacerdotes, líderes comunitarios y estudiantes. Son actores que ejercen observación sobre dichos gobiernos, denuncian, transparentan, tienen capacidad de organización y su acción es portadora de consensos y legitimidad. De tal manera que ultimar a estos actores sociales siembra terror e impotencia, lo que consigue paralizar a toda la población y con ello logran control total del territorio. 

La única manera de resolver estas situaciones de terror es eliminar de tajo la impunidad y que el Estado recupere el territorio, y eso se logra promoviendo autoridades que tejan relaciones de solidaridad con la población, que todos los movimientos del gobierno sean transparentados y que el gobierno sea recuperado no por el centro, sino por la población del territorio. La presión social es fundamental para esclarecer esta barbarie y, sobre todo, para evitar que se repitan estas atrocidades. Sigamos informando, participando y presionando para que finalice el régimen de la corrupción y la impunidad.