Sociedad y Justicia
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Se manipuló la información y el documento no refleja consenso, afirman prelados

Apertura de la Iglesia católica encuentra resistencia en su sector más conservador

Críticas del alemán Müller, prefecto para la Doctrina de la Fe, y del estadunidense Burke

 
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de octubre de 2014, p. 46

El Vaticano, 14 de octubre.

La apertura de la Iglesia católica hacia los divorciados que se vuelven a casar, a la homosexualidad y a las convivencias, manifestada durante el Sínodo de Obispos que se celebra en el Vaticano, suscitó este martes duras críticas de sectores conservadores de la jerarquía eclesiástica que se oponen a estas reformas.

Dos importantes cardenales, el alemán Gerhard Müller, prefecto para la Doctrina de la Fe, y el estadunidense Raymond Burke, de la prefectura para la Asignatura Apostólica, expresaron a la prensa abiertamente su oposición a tales posturas.

No me importa si algunos no están de acuerdo con mi opinión. Yo digo lo que quiero y, sobre todo, lo que debo decir como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: la Iglesia no puede reconocer a las parejas homosexuales, advirtió el purpurado alemán.

Igualmente, estos prelados criticaron el método de trabajo del sínodo, que reúne a casi 300 obispos y cardenales de todo el mundo, que según ellos fue cambiado con la finalidad de manipular la información sobre los debates internos, ya que se divulga la intervención, pero no el nombre del autor.

Igualmente, consideran que el documento que resume los debates a puerta cerrada, titulado Relatio post disceptationem –divulgado el lunes–, no refleja las diferentes posiciones.

Burke, un ultraconservador de Estados Unidos, acusó a los liberales en la comisión que preparó el texto de haberlo impuesto a la asamblea, y dijo que no refleja una posición de consenso, al tiempo que exigió cambios.

Aunque el documento pretende informar sólo de la discusión que hubo entre los padres sinodales, avanza, de hecho, posiciones que muchos padres sinodales no aceptan, afirmó a The Catholic World Report.

Un gran número de padres sinodales lo encontró objetable, dijo, pidiendo al papa Francisco que haga público un comunicado claro para defender el matrimonio y la familia tradicional.

Otros dos importantes cardenales, el italiano Camillo Ruini y el sudafricano Wilfrid Napier, tildaron de peligrosas las aperturas a los divorciados que se vuelven a casar y a los homosexuales.

La admisión del valor y el amor que existe entre las parejas de hecho o que optan por la convivencia antes de casarse en la Iglesia, así como la apertura a los homosexuales manifestada en el documento de trabajo del sínodo, está resultando un verdadero terremoto pastoral.

La cuestión homosexual nos interpela a una reflexión seria sobre cómo elaborar caminos realistas de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual: por tanto se presenta como un importante desafío educativo, sostiene el texto que recuerda que para la Iglesia las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer.

Si bien se sabía que los purpurados más conservadores no iban a quedarse callados, lo que resulta a través de los debates es la moderación de un buen número de obispos, que este martes elogiaron el documento por captar adecuadamente el espíritu de la reunión.

Los obispos han pedido que se resalte también el principio de que el matrimonio no sólo es indisoluble, sino que puede ser feliz y fiel y evitar centrarse principalmente en las situaciones familiares difíciles.

Una fuente en el sínodo dijo que varios obispos conservadores más estaban decepcionados con el documento, conocido por su nombre en latín relatio.

Fue escrito por una comisión de obispos tras una semana de discursos en la asamblea a puerta cerrada. Los participantes se han dividido ahora en 10 pequeños grupos de discusión para presentar sus cambios.

La versión final servirá para una reflexión más amplia entre los católicos de todo el mundo durante los 12 próximos meses y como piedra angular para un segundo y último sínodo sobre la familia el próximo año.