Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 19 de octubre de 2014 Num: 1024

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Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La Teoría de la
Gravedad Extendida y
el bestiario cósmico

Norma Ávila Jiménez

1914-2014: cien años
de intensidad

Enrique Héctor González

De rocanrol y
otras marginalidades

Porfirio Miguel Hernández Cabrera
entrevista con Carlos Arellano

Jack Kerouac, realidad
y percepción literaria

Xabier F. Coronado

Marosa di Giorgio
diez años después

Alejandro Michelena

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La Jornada Semanal

 

El asesinato de la sonrisa de dios

José Ángel Leyva


Plegaria por un papa envenenado,
Evelio Rosero,
Tusquets,
Colombia, 2014.

Si La carroza de Bolívar coloca al caudillo en el carnaval de la historia y lo expone como el héroe que no fue, como el valiente que sabía cuándo huir de la batalla y abandonar a sus huestes, si no sólo es humanizado sino además se le despoja de la investidura épica para mostrarlo como un político hábil para ganar la gloria inmerecida, Plegaria por un papa envenenado es justamente lo contrario: la reivindicación de un hombre justo y coherente con los principios de su fe, pero una amenaza para los intereses de su Iglesia, particularmente de El Vaticano.

Luego de sus incursiones por la geografía política de su Colombia en Los ejércitos (Premio Tusquets Editores de Novela), con la que logra una radiografía implacable de la violencia cebada en los más débiles y desprotegidos, en los pobres, pero teniendo sin remedio sus efectos también en los poderosos, y luego de entrar sin complacencias en la historia, desacralizando a la figura más venerada en su país y en Venezuela, el autor se desplaza hasta la Santa Sede para hurgar en sus infiernos. Albino Luciani, Juan Pablo I, es el personaje central de este relato que fluctúa entre la novela negra, inevitable relación con El nombre de la rosa, de Umberto Eco, y una prosa con tintes de dramatismo espiritual, de dialogismo, pero sobre todo un discurso lírico como soporte del entramado mundano, de los juegos del poder y la aspiración de salvar al hombre.

Albino Luciani, Patriarca de Venecia, conocido por el pueblo italiano como “El Papa de la sonrisa”, “La sonrisa de Dios”, y por la prensa como “El Papa de septiembre”, fue el pontífice 263 de la Ciudad Estado, y el que menos días permaneció al frente de la curia romana: apenas treinta y tres amaneceres en la Basílica de San Pedro. Juan Pablo I, en proceso de beatificación, junto con su sucesor Juan Pablo II, murió el mismo año de ser elegido por el Colegio Cardenalicio, septiembre de 1978. En este juego de ficción, sobre las pistas de la historia, Rosero se suma a la teoría del asesinato.

Aunque la novela revela una investigación seria sobre los antecedentes de Juan Pablo I, las circunstancias un tanto azarosas de su ascenso, su vocación pastoral, su ánimo ecuménico, nos coloca ante todo frente a los riesgos de sus ideas y su ejemplo de auténtico cristianismo, según el autor. La amenaza de su humildad y su nula visión política, desde la perspectiva del poder institucional, convence a los poderosos habitantes de El Vaticano para entrar en contubernio con la mafia siciliana y eliminar la indeseada presencia. “La sonrisa de Dios” es borrada del mundo por sus representantes en la Tierra. Entre pasillos secretos, salas desconocidas, escaleras escherianas, el vigilante de los tesoros materiales de la Santa Sede, el obispo Paul Marcinkus, originario de Illinois, Estados Unidos, va destilando odio a lo largo de esos días de pontificado contra un personaje que siembra de preguntas los temas intocables, como el celibato, el derecho de las mujeres a la ordenanza sacerdotal, las acusaciones de pederastia, la corrupción y los malos manejos financieros.

“No se le podía pedir más a Karol Wojtyla: era el Papa que la Curia deseaba: confirmó a Marcinkus en su puesto de timador; no hizo nada contra los socios mafiosos del Banco del Vaticano, y nada contra el cardenal Cody, libidinoso y derrochador”, escribe sin tapujos Rosero. En medio de esa trama de complicidades y de impunidad, “El Papa de la sonrisa” se desenvuelve en el candor de su visión humana con la voz de las prostitutas de Venecia a manera de coro trágico. Una plegaria por el Papa escritor de cartas se va tejiendo a lo largo de estas páginas resueltas a develar los oficios letales del poder.

Rosero confirma en esta breve novela su capacidad narrativa y sus afanes poéticos que se hunden en los silencios, en las profunda intimidad de sus personajes. No podemos evadir el dardo que nos lanza como lectores y como probables católicos: “He aquí la misión del catequista; sustituir a Jesús y dar a los niños con el catecismo el agua de la vida eterna./ El fruto no puede faltar, y segura es la recompensa del Señor, que ha dicho: Todo cuanto hayáis hecho a uno de estos Pequeños, lo habéis hecho a Mí.”


La crónica como arma

Ricardo Guzmán Wolffer


Hermanos en armas. Policías comunitarias y autodefensas,
Luis Hernández Navarro,
Para leer en libertad,
México, 2014.

Los movimientos de abril de 2013 en Guerrero, donde intervinieron las autodefensas, fueron una sorpresa para muchos, menos para los habitantes que terminaron por vitorear la puesta en libertad de Nahum Santos. Atrás del movimiento de autodefensa no sólo hay una sociedad en busca de la paz que supone un Estado de derecho, están muchas organizaciones campesinas, magisteriales e indígenas. Los hechos que documenta el autor son precisos y tienen la virtud de no limitarse a lo sucedido en una región, sino establecen vínculos con otras épocas del mismo lugar o con movimientos paralelos en otros territorios de la República: Michoacán, Tamaulipas, Morelos, entre muchos. Precisa la distinción entre autodefensas (civiles armados que enfrentan a la delincuencia) y las policías comunitarias (guardias nombradas por la comunidad, estructura de seguridad con siglos de historia).

Las voces y las causas son distintas, pero tienen un fondo común: la necesidad de vivir en las peores condiciones; en muchas ocasiones, a pesar de las instituciones públicas: no sorprendería que procuradurías de justicia intentaran detener, desarmar o desacreditar a estos movimientos populares, pero la descalificación apareció en donde menos se esperaba: la Comisión Nacional de Derechos Humanos, documenta Hernández. Se identifica a la administración de Felipe Calderón como aquella donde las acciones bélicas desencadenaron la violencia de tal forma incontrolada que fue necesario para la ciudadanía buscar la sobrevivencia, pero la historia muestra que muchos detonantes no son nuevos, que la guerra sucia tiene décadas, que el abandono agrario tiene más.

Un panorama complejo donde son más actores de los publicitados. Al lado de narcos y demás delincuentes, están las guardias blancas, los grupos paramilitares y el Ejército, pero también organismos y asociaciones internacionales, además de los vecinos del norte que vigilan todas las áreas de la producción nacional, incluso para establecer qué lugares son útiles para el turismo. El autor retoma el papel del EZLN, recuerda las fallas del TLCAN y hace el recuento de la nota roja que durante un sexenio mostró la verdad imposible de maquillar con miles de víctimas y familiares desatendidos, y millones de espectadores asustados. Ahora se busca ocultar cifras y rostros, pero la realidad está a la vista.

Con una detallada revisión de esta parte de la historia reciente de México, Hernández muestra con eficacia cómo la sociedad tiene caminos para la autodeterminación, aunque a muchos no les guste; y, a veces, para morir con dignidad.

La edición forma parte de un amplio proyecto literario que busca difundir gratuitamente el conocimiento en áreas relevantes del quehacer nacional. Este libro, como otros sesenta títulos, pueden descargarse.

Hermanos en armas... es un libro que plantea un escenario que no termina de ser digerido por sus muchas implicaciones.


Vuelo y color de la montaña

José Cruz Domínguez Osorio


Pequeño yo-ver. Poemas e ilustraciones de los niños
de Coyopolan, El Paisano y Las Vigas, Veracruz,

María Guadalupe Flores Grajales (coordinadora),
Ivec/Conaculta,
México, 2014.

Bien se puede afirmar, en el caso de esta novedad editorial, que su contenido  fue pensado y escrito por los niños y que será leído por otros niños de la misma edad, aunque seguro también por jóvenes y adultos. Los autores son niños que han tenido y gozado la posibilidad de transformar en palabras su realidad.

La voz de la montaña se transfigura en la voz de estos pequeños, que han dado  vida a las páginas del libro como resultado del taller “Garabatos, tramoyas y letras” en las Casas UV (Universidad Veracruzana).

Si la poesía es voz de las emociones, aquí los pequeños ofrecen sus emociones, y en su palabra describen a la muñeca, el camino, el machete, entre muchos otros objetos, así como el paisaje natural: los cerros, el cielo y el río, por citar algunos. Algunos de estos poemas fueron escritos en colectividad, por ello es oportuno apuntar que el proceso creativo no es tan individual; un ejemplo es el “Poema a los dulces”.

Además de los poemas, también fueron escritas y seleccionadas ciertas frases al azar, reunidas en “Jugando con palabras”, donde se ve que entre éstas y la ficción breve no hay distancia alguna. Podrá el lector, entonces, andar por los terrenos de la microficción.

La otra parte del contenido está compuesta por el cuerpo de las ilustraciones. Algunas ocupan la página completa y otras fueron diseñadas en escala menor. Hay descansos visuales en las páginas, conformados por espacios en blanco, que en algunas páginas se complementan con un pequeña viñeta (diminutas nubes, árboles y aviones). La propuesta gráfica, creada especialmente para la obra, está hecha a lápiz, animada por la presencia del color del crayón.

Al abrir y andar las páginas de este libro se vislumbra el paisaje de los versos y de la prosa de los creadores, pequeños guías que explican la infinitud de sus emociones, de sus días y de la realidad campirana.

Si las editoriales que se dedican a publicar libros para el pequeño lector dirigieran su mirada a lo que ocurre fuera de las grandes ciudades, se darían cuenta de que detrás de las montañas, aparte de la llanura o el bosque también florece la palabra de niños y niñas que, con orgullo y sonrisa, comparten lo sencillo que es atravesar las veredas del tiempo y de la vida.