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Sondeo de Datafolha señala empate técnico; Ibope da ligera ventaja a Rousseff sobre Neves

Brasil vive hoy las presidenciales más reñidas de los últimos 25 años

A las urnas, 143 millones de electores; en juego, dos proyectos radicalmente opuestos

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Dilma Rousseff, la candidata del Partido de los Trabajadores a la presidencia brasileña, se reunió ayer con sus simpatizantes en la ciudad de Porto AlegreFoto Ap
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Su contrincante, Aécio Neves, del Partido Socialdemócrata, con sus correligionarios en Sao Joao de Rei, en el estado de Minas GeraisFoto Reuters
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 26 de octubre de 2014, p. 23

Río de Janeiro, 25 de octubre.

Hasta el minuto final, tal como era previsible desde el pasado 5 de octubre, cuando los electores brasileños eligieron a los dos candidatos que irían a la segunda vuelta, Brasil vive la más disputada elección presidencial de los últimos 25 años. Este domingo es el día de la decisión final.

Faltando tres días para la segunda vuelta, la actual mandataria, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), logró situarse con una ventaja razonablemente confortable sobre su adversario, el neoliberal Aécio Neves, quien se presenta bajo la bandera socialdemócrata, ochos puntos, según el Ibope, o seis, según Datafolha.

Se confirmó así una tendencia observada la semana anterior, con un ligero repunte de Rousseff sobre Neves, que hasta entonces se mantenía en una situación clasificada como empate técnico.

Pero este sábado, faltando menos de 24 horas para que se conozca el resultado, los mismos institutos indicaron una reacción del candidato neoliberal: para Datafolha volvió a existir una situación de empate técnico, al haber una diferencia de solamente cuatro puntos entre Rousseff y su adversario. Para el Ibope, la presidenta se mantuvo en clara ventaja, pero de solamente seis puntos, dos menos que dos días antes.

Los grandes medios de comunicación reforzaron a última hora su apuesta por Aécio Neves. El disparo principal partió de la revista semanal Veja, que tiene una circulación de alrededor de un millón de ejemplares. Según la publicación, un operador de cambio, Alberto Youssef, quien se encuentra detenido a raíz de un escándalo de corrupción que involucra al Partido de los Trabajadores y a varios partidos políticos, habría afirmado, al prestar testimonio ante la Policía Federal, que Lula y Dilma conocían todo el esquema de desvío de recursos y pago de propinas ocurrido en la estatal Petrobras.

No hay una sola prueba de lo que dice la revista que Youssef afirmó a sus interrogadores. Y si efectivamente acusó a Lula y a Rousseff, no hay ninguna prueba que indique que lo supuestamente dicho sea cierto. A propósito, la misma Veja reconoce, en el texto escrito en tono bombástico y acusatorio, esa ausencia absoluta de pruebas. Pero como se trata de la primera denuncia contra Rousseff, el semanario, de oposición sistemática al PT, dice que no existe ninguna razón para que alguien dude de lo que se supone que dijo el detenido. Para realzar más el carácter electorero de la publicación, esta vez Veja circuló un viernes, cuando desde su fundación, hace más de 40 años, circula los sábados.

El tema apareció, desde luego, en todos los periódicos de ayer, con gran destaque en el noticiero de Tv Globo, el de mayor audiencia en el país. Ha sido el refuerzo final a la campaña de Aécio Neves. Curiosamente, a ningún medio se le ocurrió recordar que hace como 10 años el mismo Alberto Youssef hizo un acuerdo con la justicia, comprometiéndose a denunciar una extensa trama de evasión de divisas a cambio de no ser condenado a la cárcel. Al final fue preso. No se pudo comprobar lo que él contó a cambio de la libertad.

En ese clima de extrema tensión, que culminó con un auténtico golpe mediático, 143 millones de electores brasileños se dirigen a las urnas en todo el país. Y termina así una campaña que se caracterizó, además de la agresividad entre los candidatos, por una trayectoria sorprendente: cuando tuvo inicio, en julio, todo indicaba una disputa entre Rousseff y Neves, con un tercer candidato, Eduardo Campos, del Partido Socialista Brasileño, corriendo a mucha distancia y sin ninguna perspectiva concreta de victoria. A mediados de agosto Campos murió en un accidente aéreo, el cual ocurrió en circunstancias confusas. En su lugar entró la ambientalista evangélica Marina Silva, quien luego se transformó, según los sondeos electorales, en un verdadero fenómeno. Muy rápidamente superó a Rousseff y pareció condenar Neves al ostracismo.

Faltando poco más de una semana para la primera vuelta y gracias a la contundencia de la campaña electoral de Dilma Rousseff, el fenómeno Marina se desinfló. Aécio Neves, quien parecía estar liquidado, reaccionó, la superó y pasó a la segunda vuelta. Enseguida lideró todos los sondeos y encuestas durante las primeras dos semanas. Faltando cinco días para la fecha final, Rousseff volvió a conquistar el liderazgo en los sondeos. Y ahora, a menos de 24 horas, el gran conglomerado de los medios de comunicación corrió para socorrer a Aécio Neves. Y así el país amanece este domingo en un ambiente de absoluta indefinición.

Durante la última etapa de la campaña, tanto en los debates transmitidos por televisión como en la propaganda política, quedó muy claro que ambos candidatos tienen proyectos radicalmente opuestos.

Dilma Rousseff asegura que, si permanece al frente del gobierno, mantendrá la línea establecida desde 2003 por el entonces presidente Lula da Silva. Prometió adoptar las medidas necesarias para que la economía vuelva a crecer (las previsiones para 2014 son de un desarrollo pifio, de alrededor de uno por ciento) y mantener la inflación bajo control, pero fue enfática en la defensa de su programa social, que va de la Bolsa Familia a la creación de escuelas técnicas de enseñanza media, universidades populares y viviendas para la población de baja renta (fueron casi 4 millones desde 2011). Prometió también mantener el desempleo en los actuales niveles, los más bajos de la historia.

Ya su adversario concentra sus promesas en dos campos distintos: dice que va a mantener y mejorar la mayor parte de los programas sociales existentes, pero pretende adoptar medidas drásticas para favorecer la economía, con foco en la iniciativa privada. Anunció también que fortalecerá el superávit fiscal, reducirá la inflación a la mitad y revisará los gastos excesivos del gobierno, sin aclarar si en tales excesos se encuentran programas sociales de los adversarios.

Este lunes se sabrá por cuál de los proyectos de país optó la mayoría de los brasileños.