Opinión
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Los de abajo

¿También va a correr?

E

stá chiquito, como que nadie le hace caso, dice sobre el presidente Enrique Peña Nieto uno de los 86 padres y madres de normalistas de Ayotzinapa que asistieron a la reunión con el Ejecutivo federal. Yo me imaginaba un hombre fuerte; así me imaginaba al Presidente, como grande, pero no, remarca el hombre que en la cara le espetó: Ya corrió el primero (Abarca), el segundo también (Aguirre), ¿y usted también va a correr?

El padre guerrerense retrata a la perfección la figura presidencial, empequeñecida y débil. Como que él no manda, dice el hombre al que una persona fue capaz de cobrarle mil 200 pesos por llevarlo al lugar donde, le aseguraron, se encontraba con vida su hijo. Dio el dinero y nada. Y así ya lleva, junto al resto de familiares, 35 días recorriendo iglesias, baldíos, fosas, bodegas y cuanto lugar le dicen. No hay vida para ellos. Y no aceptan, de ninguna manera, ninguna versión que dé por muertos a sus hijos.

Durante la reunión en la casa presidencial hablaron también las madres de los desparecidos, a quienes poco se les ha escuchado en estos días de zozobra. Las mamás le dijeron al Presidente que no es posible que se les hostigue en su casa, que el gobierno quiere ponerlas a ellas en contra de la normal de Ayotzinapa, en contra de sus propios hijos. A una madre, cuando fue a recoger el cuerpo de su hijo al Semefo, el Ministerio Público pretendió hacerle declarar en contra de la normal. Y la mamá los mandó a la fregada, narra otro de los testigos.

La criminalización de la normal, y en particular de los 43 estudiantes desaparecidos, fue una estrategia gubernamental que en pocos días fue a parar a las fosas. Ni malvivientes ni vándalos, ni guerrilleros ni narcotraficantes. Sólo estudiantes.

Hartos de la estigmatización de su condición social e ideología, los estudiantes entregan a la prensa videos con imágenes de sus compañeros trabajando, alegres, una mañana de agosto, casi dos meses antes de ser detenidos y posteriormente desaparecidos por la policía de Iguala. En todas las secuencias ríen.

Estos son los compañeros que queremos que nos entreguen con vida, advierten en la ciudad de México los normalistas que recorren los medios de comunicación para difundir su versión, junto con los padres de familia, de lo que sucedió el miércoles pasado en Los Pinos. Están agotados, pero saben que esto apenas empieza. A Peña Nieto, remarcan, no le confían, pues la respuesta vendrá de la presión que logren abajo.

desinformemonos.org