Cultura
Ver día anteriorDomingo 2 de noviembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Muestran objetos hallados durante trabajos de construcción en Bellas Artes en 1993 y 2010

Exhibe Ayer convento. Hoy Palacio testimonios de la vida monacal

Numerosos objetos y cerca de 100 piezas de cerámica revelan la vida cotidiana de las religiosas que vivían en el claustro conocido como de Santa Isabel, fundado en 1601

Se exponen en El Rincón del Tiempo, ubicado en el recinto que conmemora 80 años

Foto
Porfirio Díaz compró el terreno para demoler los inmuebles que se habían construido (incluido los restos del convento, que después fue la Fábrica de Sedas, en la imagen, a la derecha) para destinarlos al Teatro Nacional, antecedente del Palacio de Bellas ArtesFoto Cortesía del INBA
 
Periódico La Jornada
Domingo 2 de noviembre de 2014, p. 2

Donde hoy se encuentra el Palacio de Bellas Artes hubo un convento. Era el año de 1601 cuando se fundó La visitación de María Santísima a su Prima Santa Isabel, conocido después como Convento de Santa Isabel.

En 1993, mientras se construía el estacionamiento subterráneo del Palacio de Bellas Artes, y en 2010, con los trabajos en el lado oriente del inmueble, fueron localizados restos de cuartos y pasillos, así como numerosos objetos, entre ellos piezas de cerámica. Son estas piezas, cerca de 100, las que se exhiben en la exposición Ayer convento. Hoy Palacio, que se inauguró el viernes en El Rincón del Tiempo dentro del Palacio de Bellas Artes.

Para llegar a ese rinconcito basta traspasar las puertas del recinto, que celebra su aniversario número 80, y girar a la derecha; la entrada es gratuita. Ahí, el visitante podrá observar mapas que muestran los cambios en el trazado de la ciudad de México, fotografías de los trabajos de excavación y recuperación de piezas que realizó el Instituto Nacional de Antropología e Historia, y el resultado de ese rescate de la obra de ceramistas de los siglos XVI al XIX, algunas de las cuales se exhiben por primera ocasión.

Tazas, platos, jarras, figuras antropomorfas, otra de un caballo, pequeñas piezas como de juguete (platitos, jarritas), figurillas, bacines, tazones. Todos los objetos dan cuenta de una parte de la vida conventual. Hay también ejemplos de distintas técnicas, como la cerámica vidriada, y algunas otras de talavera española.

Quien se acerque a las vitrinas verá muchas cosas. Podrá conocer a los ceramistas mexicanos, lo maravillosos que fueron los ceramistas del Virreinato; saber de los talleres, las escuelas, todo lo que había de ellos; cómo fue dándose el conocimiento entre unos y otros, señala la curadora Beatriz Maupomé.

Testimonios de cotidianidad

En las excavaciones, añade la investigadora, se encontraron restos de habitaciones y otros espacios del convento que tenía un nivel económico alto, porque las monjas que lo habitaban tenían acceso a esta calidad de bienes, no cualquiera podía tenerlos. Para mí ha sido muy enriquecedor conocer la vida de las monjas, ver que no solamente tenían sus alimentos en el comedor común y una cocina común, sino que además de todo en sus celdas particulares podían tener acceso a este tipo de piezas. Todo habla de la historia del convento.

Esta exposición se realizó en colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia y sólo es una gota de todas las piezas que se encontraron durante las excavaciones de 1993 y 2010, muchas de las cuales muestran el contacto que hubo entre españoles e indígenas. Los 12 mapas que se muestran forman parte del archivo de la Mapoteca Manuel Orozco y Berra.

Entre las piezas se encuentran la Copa esférica Cuauhtitlán, en arcilla policromada, realizada en el siglo XVI; Fondo de plato Abo polícromo datado entre los siglos XVII y XVIII, un plato de la dinastía Ming realizado entre 1550 y 1644; Tejo rojo datado entre 1550 y 1750; una jarra blanca del siglo XVI; una cazuela de arcilla vidriada; un florero bruñido Tonalá, de entre 1650 y 1800; figurillas antropomorfas sin fecha; una pila de agua bendita La Traza, de entre 1500 y 1600; un plato San Juan en arcilla verde y crema, que podría haber sido realizado entre los siglos XVI y XVII, y un tazón de la dinastía Ming de porcelana azul sobre blanco. Muchos son fragmentos, otros están completos. Todos cuentan una parte de esa historia que se encuentra debajo de los pisos de mármol del Palacio de Bellas Artes.

Historia de siglos

Esta exposición habla de diferentes temas: de las diferentes técnicas de los ceramistas de la época, del alto nivel económico del convento y del rescate de las piezas, dijo el subdirector del Instituto Nacional de Bellas Artes, Sergio Ramírez Cárdenas, durante la inauguración. El motivo principal de la exposición es mostrar a los visitantes del Palacio de Bellas Artes un poco de la vida de las monjas.

Al mismo tiempo, las cédulas explican al visitante la historia del convento y del Palacio. Dice una de ellas: “Un sitio que cuenta con una historia de siglos es el predio que hoy ocupa el Palacio de Bellas Artes, el cual, de acuerdo con los cronistas de la ciudad de México, en la segunda mitad del siglo XVI se encontraba fuera de la traza de la ciudad, donde se localizaba el tianguis de Juan de Velázquez, llamado así, según cuenta Artemio de Valle Arizpe, por hallarse allí la casa de un indio principal de ese nombre y apellido.

“Es en esta zona, donde más tarde el conquistador Peralta construyó su casa al recibir las tierras como pago a sus servicios, propiedad que heredaría su hija, Catalina de Peralta, quien al enviudar y no tener descendencia, sintió el impulso, tan característico de la época, de ceder su capital y casa para establecer ahí un convento, solicitando a cambio sólo ser su primera novicia.

Este convento, fundado en 1601, fue bautizado con el nombre de La Visitación de María Santísima a su Prima Santa Isabel, conocido al paso de los años como el Convento de Santa Isabel.

En 1676 el edificio fue sometido a trabajos de reconstrucción, se demolió el templo, se reconstruyó y fue inaugurado en 1681. Casi dos siglos después, en 1861, debido a las Leyes de Reforma, el convento fue fraccionado para su venta, y ya en el siglo XX el gobierno de Porfirio Díaz compró el terreno para demoler los inmuebles que se habían construido (incluido los restos del convento) para destinarlos al Teatro Nacional, antecedente del Palacio de Bellas Artes.

Fue con las excavaciones de 1993 que emergieron restos de cuartos, patios, pasillos y la fuente del siglo XVII, de lo que fuera el viejo convento de Santa Isabel, y con ello las piezas que se encuentran en la exposición.

Ayer convento. Hoy Palacio puede visitarse de martes a domingo de las 10 a las 17 horas en El Rincón del Tiempo del Palacio de Bellas Artes (Avenida Juárez y Eje Central).