Política
Ver día anteriorLunes 3 de noviembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Nosotros ya no somos los mismos

Ayotzinapa

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Agentes federales patrullaron ayer Cocula, GuerreroFoto Reuters
M

e dice un buen amigo: no es que dude de ti, al menos (aclara previsor) en lo que expusiste en la columneta pasada, pero a lo que no puedo dar crédito es a los términos del artículo que comenzaste a transcribir. ¿En verdad hay más? Le contesto, exponiendo a continuación los renglones que faltaron y otros que se han agregado al paso de los días, porque la mala leche parece ser inagotable. Nos quedamos en la orden que el komintern de Ayotzinapa dio a sus pupilos: olviden sus tenis Lacoste, Gucci, Ferragamo. Usen los huaraches que nos mandaron de China y Tailandia (y por supuesto de Corea del Norte). Ah, y los que se hayan hecho la pedicure recientemente, tápense los dedos con lodo, qué tal y los hacen bailar Vámonos para Guerrero al compás del combo show del doctor Fernández.

Tercera llamada, tercera. Continuamos. Ese viernes en la noche el gran evento era un festival del DIF organizado por María de los Ángeles Pineda, esposa del alcalde perredista José Luis Abarca. Nadie ha aclarado qué iban a hacer los normalistas a Iguala. (Ni modo que fueran al festejo porque, primero, iban de huaraches, y, segundo, no se encontraron sus nombres en la lista de invitados). Algunos guerrerenses piensan que tenían órdenes de reventar la fiesta de la primera dama (sic). ¡Entras cañón! Ahora sí que, además de experto en economía, finanzas y ciencia política, el narrador le hace a las encuestas, a la precognición, la telepatía y la clarividencia. ¿Como cuántos son algunos y quiénes esos algunos? ¿Tan ilustres descendientes de Kalimán no podrían echarle una manita a la PGR para la pronta localización de los muchachos?

Después de tanta sabiduría vienen las dudas: No sabemos por qué si los ayotzinapos fueron detenidos en Iguala, la policía municipal los trasladó a Cocula (…) “Tampoco sabemos por qué Guerreros Unidos querría ejecutar a estos jóvenes” (¿Pues no que usted conoce lo que piensan algunos guerrerenses? Por favor, haga un esfuerzo y concéntrese. Recuerde que ya hay jugosas recompensas y además el sospechosismo es su especialidad).

Otra joyita sin desperdicio: Uno puede entender el ataque original, particularmente si es cierto que los normalistas les arrojaron piedras a los policías. Nadie podrá poner en duda (ni siquiera el maestro Descartes, quien era un adicto a las dudas) la amplitud de entendereras del articulista en comento, aunque, si como él supone, los normalistas, a través de las ventanillas de los camiones robados, lapidaron a los guardianes del orden (¿los camiones robados iban llenos de piedras?), el pecado original, o sea, el ataque inicial lo cometieron los jóvenes y los policías sólo actuaron en legítima defensa. (Nótese con qué sutileza el articulista va sugiriendo nuevas líneas de investigación). Seguramente unos Testigos de Jehová (ya ven que éstos andan por todos lados), en una visita a Ayotzinapa, deslumbraron a los muchachos con la historia del pequeño pastor de la tribu de Judá, quien profundamente dolido por los agravios que un gigantón filisteo durante 40 días había proferido contra el ejército de Israel (Samuel 17:4) no aguantó más y clamó al Altísimo: “Yahveh, ¿por qué permites que los pinches filisteos (me dicen que así pensaban algunos judíos) humillen así a tu pueblo predilecto? Échame una manita y tu pequeño siervo se aventará un tirito con ese gigantón. No me preocupan las diferencias de clase, pero sí las de estatura y armamento”. No importa cuán humilde y pequeño seas, le contestaron de inmediato, si tu causa es la del amor y la justicia, el número, tamaño o fuerza del Maligno no puede dañaros. Este WhatsApp inflamó de valor a David y, como el mentado Goliat le había estado llenando el buche de piedritas, que escoge la más filosa de ellas, la acomoda en su honda (me permito recordar que algunos judíos pensaban que David era un joven muy ondero), que hace girar a gran velocidad y la incrusta en la frente del grandulón. La historieta es alentadora y optimista. Lo único que les faltó aclarar a los señores Testigos y al articulista de marras es que al comandante Goliat lo sorprendió el joven David cuando apenas estaba haciendo unas cuclillas de calentamiento ( Remember al Tigre de Santa Julia), pero sobre todo que no hay pedriza, por tumultuaria e intensa que sea, capaz de enfrentar a las eficaces y económicas AK-47 (cuernos de chivo, entre los cuates). Hasta los hijos de David entienden que si el comandante Goliat hubiera contado con uno de esos instrumentos, las hondas y hasta las catapultas de Israel le hubieran hecho al filisteo lo que el aire de otros tiempos le hacía a Juárez. (Perdón por un símil tan forzado, pero pensé en dos legisladores, exitosísimos en su época, a los que al paso del tiempo ya nadie les hace el menor caso).

Con un profundo conocimiento de la psique humana, el multicitado articulista diagnostica: El coraje puede hacer que los policías reaccionen fuera de protocolo. Hagámosle caso e imaginemos: Oyes, Agamenón, que dice el comandante Godínez que te hace responsable de cualquier violación al protocolo. “Pues ya que andas de corre, ve y dile –retoba Nepomuceno–, dile al comanche que el protocolo que debe cuidar es el de su hermana”. Y como dice con precisión el autor del documento en comento: Ahí empezó la tragedia.

“El secuestro y quizá ejecución de los ayotzinapos sólo se entienden por una venganza o por la intención de obtener un beneficio. Pero, ¿venganza por qué o beneficio para qué?” (sic.) El articulista, quien conoce como ya afirmó lo que piensan algunos guerrerenses, debería tener las respuesta, pero como elabora una hipótesis y luego la descalifica, le requerimos una explicación. Dicho textual: Incluso los criminales suelen comportarse de manera racional. (Ya salvó desde al doctor Mengele, Pinochet, Jack el Destripador y Sobera de la Flor, hasta Kissinger y Bush). ¿Venganza? ¿Pues qué hicieron estos bellacos? ¿Sembraron mota en las parcelas de su escuela, abatieron la demanda local? ¿Violaron a sus familiares o, tal vez, intentaron acercarlos al alfabeto? ¿Un beneficio? Eso sí puede ser. ¿Qué tal que pretendieron apropiarse del botín? Así le llama el articulista a la colecta pública y voluntaria que realizan los estudiantes en las calles de estos depauperados poblados. (Obtiene más un saxofonista en una estación del Metro de Harlem en una hora, que un doble turno en Iguala). Y termina diciendo: Muchas piezas del rompecabezas aún no encuentran acomodo. Esta sola expresión nos muestra, sin tapujos, el rigor con que analiza los asuntos sobre los que opina. El rompecabezas no es un juego de azar. No tiras al aire las piezas que lo componen para que ellas, mágicamente, se acomoden. Las observas, analizas, evalúas, comparas y luego intentas su acomodo. Si te equivocas, por tu bien, corriges. Pretender adecuar la realidad a tus conveniencias (o a las de tus mecenas o patrocinadores) es, más allá de la ética, una sinrazón. Lo primero que habría que saber es cuál fue la razón de que los normalistas de reciente ingreso hayan recibido órdenes de hacer el largo viaje a Iguala. La concordancia de los tiempos verbales carece de importancia, aunque lo confunda todo, frente a su idea de longitud: la distancia entre Ayotzinapa e Iguala (datos del propio articulista), es de 258 kilómetros. (Ahorita, a Marco Polo, Colón o los cruzados, presas de una angustia espantosa, se preguntarían: ¿viajar o no viajar? That is the question). Finalmente, el inquisitivo analista se pregunta sobre ese intrépido viaje: “¿Cuál era el propósito? ¿Era una simple acción de boteo o se buscaba realmente echar a perder la fiesta de la primera dama?” El articulista tira la pregunta y no esconde la mano… con la palma hacia arriba, por supuesto. Si la intención era esta última, ¿qué reclaman? El que busca, encuentra. A los que aún no se encuentra es a esos 43 jovencitos, sin los cuales nunca, nunca, estará completo éste, nuestro doliente país.

Anticipado regalo navideño para la multitud: el alto mando del periódico en sus manos o ante su vista me autorizó una ausencia de dos o tres semanas para realizar un trabajito que me permitirá poder costear mi seguro de gastos médicos mayores (el de vida no me lo otorga ni la Fundación Florencia Nightingale). Si los análisis lo permiten, nos veremos a la brevedad. Descansen, aunque no en paz.

PD. Al Diego Valadés que yo conozco, no lo imagino trepado sobre una MV Augusta, F4, ultimando a un reconocido académico. Diego es, para mí, un universitario, maestro, investigador y funcionario público honorable, independiente y progresista.

Twitter: @ortiztejeda