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El mensaje que escuché es que Washington se ponga a trabajar, afirma el presidente

Obama reconoce la buena noche de los republicanos en la elección

Convoca a legisladores a la acción inmediata sobre cuestiones como migración, el EI y el ébola

El senador McConnell advierte al mandatario que no envenene el pozo con su autoridad ejecutiva

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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en rueda de prensa ayer en la Casa BlancaFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 6 de noviembre de 2014, p. 23

Nueva York.

El día después del aplastante triunfo del Partido Republicano en las elecciones intermedias celebradas el martes, el presidente Barack Obama y el liderazgo legislativo republicano intercambiaron mensajes conciliatorios donde prometieron portarse bien y trabajar en común para el bien del pueblo estadunidense, pero pocos –ni ellos mismos– lo creen.

Obama reconoció que fue una buena noche para los republicanos y que se hizo escuchar la voz del pueblo con el mensaje de que desea que Wa-shington se ponga a trabajar. El pueblo estadunidense cree, de manera abrumadora, que esta ciudad no funciona bien, dijo Obama en Washington, en conferencia de prensa este miércoles. Agregó que los ciudadanos esperan que los políticos que eligen trabajen tanto como ellos, que se enfoquen en sus ambiciones y no en las propias. Quieren que se cumpla con la tarea. Todos nosotros, en ambos partidos, tenemos una responsabilidad para abordar ese sentimiento.

Mientras identificó algunos rubros –nuevos acuerdos de libre comercio, reforma fiscal y gastos de infraestructura– donde se podría negociar con su nueva oposición en el Capitolio, el presidente también llamó a una acción inmediata del Congreso sobre otros que son más controvertidos, como medidas sobre migración, aprobación de acciones miliares contra el Estado Islámico y financiamiento de emergencia para combatir el ébola. Para algunos, fue el inicio de su nueva estrategia para maniobrar ante el nuevo equilibro de poder que imperará durante sus últimos dos años en la Casa Blanca.

Mitch McConnell, el casi seguro líder de la nueva mayoría republicana a partir de enero en el Senado, también expresó la necesidad de una mayor colaboración política. Cuando el pueblo estadunidense opta por un gobierno dividido, no creo que eso implica que no quiere que hagamos nada, y subrayó que desde un inicio se debe proceder pensando en que hay algunas cosas sobre las cuales se puede llegar a un acuerdo bipartidista.

Los líderes legislativos de ambas cámaras y el presidente ya citaron a una reunión para el viernes, e intercambiaron mensajes por teléfono para proyectar la idea de que existe el deseo de mayor cooperación ante el disgusto popular generalizado que se expresa por todo el país sobre la disfunción de la cúpula política.

Sin embargo, ambos líderes también ofrecieron señales de conflicto. Obama reiteró que procederá de manera unilateral, y recurrirá a su autoridad ejecutiva para modificar la política migratoria y proteger temporalmente a un número aún no definido de indocumentados de la deportación. Por su parte, McConnell advirtió que tal acción envenenaría el pozo en Washington y que si el presidente lo hace, sería como ondear una bandera roja frente a un toro para los conservadores.

Ante todo esto no hay grandes expectativas de que se logrará romper el estancamiento político en Washington, que fue rotundamente reprobado por el electorado, tanto entre los que participaron como los que decidieron no votar.

La nueva composición del poder

En el Senado, los republicanos lograron agregar por lo menos siete curules para obtener una mayoría de 52 frente a 45 de los demócratas, con tres puestos aún por determinar (uno, en Luisiana, se resolverá en segunda ronda en un mes). Con ello superaron las expectativas, ya que es muy alta la posibilidad de que acaben con por lo menos 54 de las 100 curules.

En la cámara baja, el margen de la mayoría republicana se amplió y posiblemente llegará a su nivel más alto desde los años 40. Por ahora es de 243 republicanos contra 178 demócratas (el equilibro actual es de 233 a 199) y sólo 14 curules más por determinarse en los conteos.

Es común que el partido del presidente pierda curules en una elección intermedia, pero en esta elección el promedio de pérdidas fue mucho mayor que en elecciones anteriores recientes.

Los republicanos también festejaron más triunfos de los que habían previsto en las 36 elecciones a gobernador, y con estos totales el mapa geopolítico es de 31 gobernadores republicanos y 17 demócratas, con dos aún por determinar. Los republicanos sorprendieron con triunfos en estados que son considerados bastiones demócratas, como Massachusetts, Illinois y Maryland, al igual que superaron retos difíciles en Florida y Maine.

Pero a pesar de la incesante atención a esta elección por políticos, medios y analistas, los ciudadanos en general expresaron enajenación y desencanto con todo el proceso como con la cúpula política.

El profesor de historia Allan Lichtman, de American University, comentó a periodistas horas antes de la elección que una frase de Shakespeare más o menos resumía esta elección: un cuento contado por un idiota lleno de sonido y furia que significan nada.

Licthman explicó que se gastaron cerca de 4 mil millones de dólares en esta elección por los candidatos y sus aliados y “con todo ese dinero uno busca en vano las grandes ideas, los grandes principios, los enfrentamientos ideológicos inspiradores entre ambos partidos, las soluciones creativas, novedosas y audaces a los enormes problemas que enfrentan a Estados Unidos y al mundo… y todo eso está extrañamente ausente” en esta contienda. Concluyó que aunque hay mucho en juego en esta elección, es una de las contiendas menos inspiradoras que he atestiguado en las muchas décadas que he observado la política en Estados Unidos.

Otros estaban sorprendidos ante las dimensiones del triunfo republicano, de un partido que impulsó una guerra desastrosa con justificaciones falsas y que estaba a cargo del gobierno al estallar la peor crisis económica desde la gran depresión, y que fue acusado ante instancias internacionales y nacionales por violaciones de las convenciones internacionales sobre guerra y tortura.

El humorista satírico Andy Borowitz, de The New Yorker, lo explicó así: “sondeos en todo el país el día de las elecciones indican una nación que sufre una severa pérdida de memoria… Según los sondeos (ficticios), los estadunidenses que emitieron sus votos tenían dificultades de recordar sucesos que ocurrieron apenas hace seis años, mientras muchos parecían recordar sólo cosas que habían ocurrido en los últimos 10 días”.

Por lo menos los resultados de esta elección tienen algo de positivo para un sector: los humoristas. Por ejemplo, al festejar su triunfo, la ahora senadora-electa Joni Ernst, de Iowa, declaró: gracias a todos ustedes, nos vamos a Washington. Y los vamos a hacer chillar, en referencia a su espot político donde contaba que su experiencia de haber crecido en una granja donde castraba cerdos la preparó para el Senado (esto no lo invento un cómico, es real).