Cinco horas con el presidente

“Saludó a los padres de mano.
A los del comité de alumnos no.
Ni queríamos”

Testimonio de un estudiante del Comité Ricardo Flores Magón, presente en la reunión del 29 de octubre con el presidente Enrique Peña Nieto, en la residencia oficial de Los Pinos.

Antes de las dos de la tarde llegamos a Los Pinos. Había funcionarios en la entrada, gendarmería, guardias. Nos pidieron identificaciones. Íbamos 115 personas: 86 padres de familia de desaparecidos, los padres de los heridos, de los caídos del 26 de octubre y del 12 de diciembre del 2011, cinco estudiantes del Comité Ricardo Flores y las personas de la Comisión Civil que nos acompañan.

Primero nos pasaron a una sala muy mala, para nuestro gusto. Con sillas improvisadas. Cuando se abrían las puertas, veíamos salas elegantes. Me imagino que las usan cuando los visitan otras personas. No había mesa, puras sillas. La sala tiene un templete de unos 15 centímetros de altura y ahí estaban sentados ellos, con Peña Nieto en medio, Osorio Chong a un a lado, y el procurador Murillo Karam al otro.

Esperamos cerca de media hora, hasta que por fin dijeron que venía. Sus agentes se pasaban de un lado para otro, secreteándose, dándose instrucciones, en actitud de misterio todo el tiempo. Nosotros sentados, esperando. Por fin llegó el presidente. Saludó a los padres de mano. A los del Comité de alumnos no los saludó. Y ni queríamos.

Habló primero él, dijo que desde el principio se había interesado, que su gobierno había hecho lo que estaba a su alcance y que lamentaba que hasta el momento no hubiera resultados. Los padres de familia tomaron la palabra y dijeron los diez puntos. Y cada punto era argumentado por un padre distinto.

El punto central fue el primero: presentación con vida y búsqueda en vida de los desparecidos. Los padres argumentaron que el gobierno se había dedicado a buscar en fosas y que tenían que buscarlos en vida, puesto que vivos se los llevaron. Le dijeron que quienes se los llevaron fueron los policías y que por lo tanto es responsabilidad del Estado devolverlos.

Los padres no tuvieron miramientos en decir lo que sentían y pensaban, hablaron fuerte, seguros. Peña parecía que escuchaba, preguntaba el nombre del padre que participaba.

La argumentación de los padres fue larga. La posición fue que si un padre tenía algo que decir, lo hiciera. Hablaron las mamás y hablaron fuerte. Hablaron de su dolor, dijeron que los mandaron a estudiar, no a que los mataran, que el gobierno está para cuidar a la gente, no para desaparecerlos.

Las mamás dijeron que no es posible que se les hostigue en su casa, que por qué quería el gobierno ponerlas a ellas en contra de la Normal. A una señora cuando fue a recoger el cuerpo de su hijo al Semefo, el Ministerio Público pretendió hacerle declarar en contra de la Normal. Y ella los mandó a la fregada.

El padre de Alexis Herrera, asesinado en 2011 por la policía, recalcó al presidente que tenía que hacer algo contra Ángel Aguirre (ex gobernador de Guerrero) porque no había reparado el daño integral por la muerte de su hijo y porque los beneficios que había obtenido del gobierno estatal le fueron retirados cuando se negó a declarar en contra de la Normal.

Otro padre le recalcó que debe investigarse al ejército por su omisión y por no atender a un herido, teniéndolo frente a sus ojos y bajo petición de sus compañeros. La segunda balacera ocurrió como a cinco minutos de distancia del ejército.

Ya habían pasado cinco horas y no habíamos comido. Sólo agua ofrecieron. Y al final no quería firmar los acuerdos. Dijo que su palabra bastaba y que públicamente lo diría ante los medios. Los padres dijeron que no, que ellos podían esperar el tiempo que fuera porque ya bastaba de compromisos al aire, y que si habían esperado más de un mes para que él se reuniera con ellos, por qué no habrían de esperar más horas.

Peña Nieto consultó a sus funcionarios, hicieron una bolita y finalmente accedieron. La  redacción de la minuta llevó poco más de una hora. Nosotros no fuimos a tomarnos una foto con él ni a hacer ninguna declaración conjunta.
Los acuerdos están, pero de aquí a que se cumplan. No era firmar acuerdos, porque no era una negociación, pero sí había que responsabilizar al Estado de las desapariciones forzadas y por eso demandamos que los papeles llevaran la firma del presidente.

Testimonio recogido por Gloria Muñoz Ramírez