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Adelanta que trabaja en un texto acerca de un inmigrante hondureño capturado por los Zetas

Guillermo Rubio publica Visitando al diablo, tercera novela negra del autor

El único taller de literatura lo tuve en la Dirección Federal de Seguridad, dice a La Jornada

 
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de noviembre de 2014, p. 6

El único taller de literatura que tuve fue la Dirección Federal de Seguridad (DFS). Me dijeron quítate la pistola y agarra una pluma. Me mandaron a cubrir 11 sindicatos del Estado, mientras me curtía con los informes, dice Guillermo Rubio, quien publica este año Visitando al diablo, su tercera novela negra, publicada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Domingo con domingo estuve arrestado porque no sabía redactar bien y no conocía las mecánicas de inteligencia para recabar información. Después de 39 domingos me dije no va a haber 40 y me propuse ser el mejor investigador de mi sección, cuando menos. Creo que lo logré, dice a La Jornada.

Conocimiento e imaginación

Entrevistado en su departamento situado en el Barrio Chino de la ciudad de México, Guillermo Rubio (DF, 1949), afirma: Lo que he escrito hasta este momento lo comprendo perfectamente bien. Puede haber fallas en la construcción de la historia, pero la cronología o cómo se llevan a cabo los temas que abordo, los conozco de punta a cola (...) Cuando has sido policía durante 25 años qué no puedes saber o no te puedes imaginar. Lo básico es lo que conoces y el aderezo principal es la imaginación.

En su novela Pasito tun tun el escritor aborda el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu. Relato en menos de 100 horas lo que pasó en meses; un vodevil en que aparecieron hasta 14 inmiscuidos en ese homicidio. Hay seriedad y no la hay, porque existe una denuncia del comportamiento de los políticos que yo me imagino que llevan a cabo. Ya los periódicos lo dicen, ya es creíble.

En contraste, “El Sinaloa es una historia que viví antes de 2000. Había policías sicarios que estaban inmersos en las policías estatales y federales. Traté el tema con seriedad, pero al último llevé de la mano al lector a la vida cotidiana de un policía narcotraficante”.

Y adelanta que trabaja en el texto Espartaco, en torno a un inmigrante hondureño capturado por los Zetas en San Fernando, Tamaulipas, lo esclavizan y lo emplean en pornografía snuff, luego lo llevan a una especie de palenque para enfrentar a otros migrantes, como gladiadores”.

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Guillermo Rubio, en su departamento del Barrio Chino, en la ciudad de MéxicoFoto José Antonio López

Guillermo Rubio también prevé la aparición de Una noche de suerte, Malik, el perro escritor y poeta, Recetario de cuentos negros mexicanos, y la tercera entrega de su trilogía, Blanco y rojo, en la que trata la última acción de la Brigada Blanca de la DFS, y a la Roja de la Liga Comunista 23 de Septiembre.

Describe cuentos de su Recetario. 11:59 es “la historia de un jesuita que es el jefe de inteligencia de la Iglesia en México, que resuelve una asonada en Puebla. Ahí se incluyen tres historias tituladas ‘2012’, en las cuales hago ganador en una a Andrés Manuel López Obrador, en otra a Josefina Vázquez Mota y en la última a Enrique Peña Nieto, éste, ‘recuerda todo lo que tuvo que hacer para ser Presidente’”.

Y agrega: Hay que ser apasionado de lo que haces y a mí se me está acabando el tiempo terriblemente. Cada año me vuelvo más viejo y estoy más a toda madre, pero las estadísticas dicen que ya estoy para ingresar a otro mundo. Tengo 65 años pero creo que todavía escribo unos 10 años, en los cuales mínimo voy a hacer 10 libros.

Rubio sintetiza: “El problema del narcotráfico es que cuando llegó Vicente Fox a la Presidencia no le dijeron que había arreglo de que no se vendiera un gramo de droga en México. Los narcos voltearon a derecha e izquierda y dijeron: no hay pedo con las tienditas. Ahí le dieron en la madre al país”.

En sus textos, explica, “he intentado decir: Odien a estos jijos de su madre, porque el narco es venerado en algunos medios, casi como un paladín. Eso era en mis tiempos, ahora es más un signo de degeneración humana”.

Y se pregunta: “¿Cuántos aparecieron en Iguala? Andan buscando a 40 y aparecieron como 200 en fosas. Y aparte la ligereza con que (Monte Alejandro) Rubido dice encontramos a treinta y tantos, pero no son. Y los del desagüe: esos no son tampoco. Esos están dentro de lo normal.