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Capitán Nemo la escribió cortita y con mucha sencillez, dice

Hugo Hiriart publica novela para introducir a los jóvenes en la política
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Para nosotros la política es algo horrendo, pero no siempre ha sido así, dice Hugo Hiriart a La JornadaFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de noviembre de 2014, p. 7

Ismael, sobreviviente del barco Pequod que se hundió en su persecución de la ballena blanca Moby Dick; el capitán Nemo con todo y 20 mil leguas de viaje submarino; el profesor Aronax que narra la maravilla inverosímil del Nautilus, estos personajes de aventuras en el mar se reúnen en una ágil y breve novela para enseñar sobre política.

Para nosotros la política es algo horrendo, pero no siempre ha sido así, dice Hugo Hiriart (DF, 1942), con motivo de la reciente publicación de su novela Capitán Nemo: una introducción a la política (Océano).

“Quiero hacer otro libro, muy diferente, con alguien que sepa de política –yo no sé nada–, que se llame ‘Lecciones de política para jóvenes indignados’”, señala tras afirmar que la historia de aventura e intriga del capitán Nemo está dirigida a la gente joven, por eso está escrito así: cortito y con mucha sencillez.

Los políticos, falsos y codiciosos

La falta de educación política de los jóvenes, la efervescencia estudiantil del Instituto Politécnico Nacional, el reclamo y la indignación por los 43 normalistas de Ayotzinapa, la necesidad de fomentar la lectura gozosa y la falta de compromiso de los políticos, fueron algunos de los temas en una larga conversación en una librería en Coyoacán. Minutos antes, sumergido en un mundo de libros que no le es ajeno, el filósofo, dramaturgo y ensayista llegó directo a preguntar por Grandes maestros espirituales.

Durante casi una hora dice varias veces: Te voy a poner un ejemplo, para adentrarse en acontecimientos de la vida nacional. Esta cosa de la protesta masiva por la desaparición de los muchachos, habla sobre los acontecimientos del día anterior, entonces queman un camión. Eso no ayuda en nada, sino constituye un retroceso grave en una cosa que el Politécnico llevaba con gran pulcritud y cuidado.

Inquiere: “¿Por qué hacen eso?, y responde: Porque no saben nada de política. A menudo tienen los muchachos una mente de pensamiento abstracto e idealista. Y recuerda sus años de juventud, cercanos a la Revolución Cubana y al movimiento del 68.

Cuando era estudiante, nos metíamos mucho en política porque era un momento en que las utopías estaban cerca. Tenía la impresión de que no entendíamos nada y no sabíamos nada. En comparación con los muchachos de ahora, todos esos eran Max Weber y Carlos Marx, expresa con preocupación.

Ha bajado la educación política de los jóvenes, y de la gente grande, a niveles extraordinarios de retraso mental.

Sin embargo, los muchachos están interesados, quieren confrontarse, tienen compromiso. El político mexicano no tiene nunca compromiso con las cosas. El único compromiso que tiene es que le vaya bien, que el partido vuelva a ganar, que son puros fines enanos y malsanos.

Su novela Capitán Nemo: una introducción a la política es para tener nociones de política. Es un libro escéptico, asesta rotundo. “Es sobre el viejo problema del orden y la libertad. O sea, hay una contradicción. Nemo era un hombre obsesionado con la destrucción del mar, entonces hace todo, quiere que exista una zona en el mar donde no haya destrucción. Para que eso funcione, necesita ser una especie de dictador a bordo del barco Nautilus”, explica.

Como hice éste, ya me quedaron las ganas de hacer algo. Sobre todo porque veo a mis alumnos que no saben nada de eso. Nada de nada, pero de eso, menos, observa el profesor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y ríe en un paréntesis de la seriedad de las palabras.

Como a todo mundo, nos disgusta la política, no nos gustan los partidos y aún menos los políticos. Éstos nos indignan: suelen ser mentirosos, altaneros, incapaces, falsos, venales, codiciosos..., advierte desde las páginas la voz narradora. Sin embargo, agrega: ¿Crees que los políticos profesionales salvarán la situación? ¿Precisamente ellos, que son los responsables de la catástrofe? ¿Entonces?

Y entonces, al igual que Hugo Hiriart responde, contesta el narrador: Pero si nos disgusta lo que sucede tendríamos que modificar su dirección.