Opinión
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Ruta Sonora

Post Café Tacvba

Post Zoé

Echo & the Bunnymen

E

ntre el sábado y el jueves pasados, dos de las bandas mexicanas más importantes de las últimas dos décadas refrendaron en escenario la calidad y el corazón que les han llevado a ocupar relevantes lugares en la historia musical del país: Café Tacvba y Zoé. Acá, dos breves semblanzas post-conciertos.

Café Tacvba. Desde el martes 11 y hasta mañana 15, el combo de Satélite (“los satelucos también somos mexicanos”, dijo Rubén) mantiene una serie de llenos totales en el Auditorio Nacional, para celebrar 25 años de carrera y 20 años de su histórico álbum Re: todo un creativo amasijo de ritmos latinoamericanos y mexicanos combinados con rock, punk y electro-pop, entre uno que otro género inclasificable. Inconfundible. Inimitable. En vivo ejecutan de inicio a fin sus 20 temas, algo que no ocurrió ni cuando lo presentaron en el teatro Blanquita en 1994. Entre divertidos cambios de vestuario y agraciados arreglos actualizadores, este show tacubo apela, porque lo amerita, a la nostalgia, incluyendo peticiones del público en su segunda parte. Con una escenografía cálida, donde todo el montaje está al frente del escenario para sentirlos cercanos, así como maravillosos juegos de luces, músicos invitados y concreción sonora, este usualmente solidario cuarteto (invitaron a desmantelar desde dentro al sistema, ante el horror que nos rodea) aún genera mucho cariño y alegría. Arrojando tranquilidad y sencillez, tocando y cantando los cuatro con cada vez mayor maestría, son un referente de inteligencia, exigencia artística y profesional, así como una fuerte inspiración para músicos y público de todas las edades. Muy recomendable. Hay boletos liberados para hoy y mañana, y dos nuevas fechas: 2 y 3 de diciembre. 20 horas, $315 a $1413.

Zoé. De cariz muy distinto a Tacvba, este quinteto encabeza el cambio de estafeta generacional, en sonido y actitud, de los dosmiles. Su polémico cantante y letrista, León Larregui, quien provoca tanto amor como encono, es la contraparte de la exultación noventera: canta suavemente y apenas se mueve, pero con su abandono y profundidad expresiva es capaz de remover a miles. Su melancolía y vulnerabilidad generan identificación y sonrisas en los desesperanzados del nuevo milenio, sin ser darks sino luminosos, llenos de fe, plenos de imágenes oníricas y espaciales. También solidarios desde los años zapatistas, ante 40 mil en el Foro Sol por primera vez, el sábado Larregui reconoció con lágrimas en los ojos, lo que pocos: De alguna forma, todos somos responsables de Ayotzinapa, mientras llamó a ser luz ante la oscuridad. Quizá por envidia, o por injustamente juzgar su trabajo a partir de sus posibles hábitos de consumo (que no debieran de incumbirle a nadie más que a él), se le suele linchar (con todo y que el domingo haya tenido un altercado inofensivo con una franquicia de café). Sin embargo, en vivo Zoé trae el más refinado show que pueda traer banda nacional de rock alguna (salvo Tacvba), con un sonido prístino, magníficas ejecuciones, bellos visuales y exquisitos arreglos plagados de sintetizadores; amén de ser arriesgados al transformar sus temas clásicos en versiones muy distintas: explosivas, contemporáneas. Prográmaton (2013) no será su mejor disco, pero en vivo están en su mejor momento. Respaldo total a una banda sincera, integrada por músicos reales, no por rockstars caducos. Banda luchona a la que nadie le ha regalado nada, y que tras 15 años de picar piedra se ha encumbrado gracias al valor de su música, no de la mercadotecnia ni de la payola. Enhorabuena.

Bestia Festival (I)

Sábado 15. Echo & the Bunnymen. Memorable y atemporal combo de Liverpool, Inglaterra, que vio la luz en tiempos del post-punk de fines de los años 70, y desde entonces, con intervalos, no ha dejado de crear, grabar y presentarse con su cálido y sensual estilo, que va de la melancolía al gozo vital, con la elegante personalidad de Ian McCullouch al frente. Su nuevo disco Meteorites (2014) conserva su espíritu original, sin ningún asomo de decadencia. Muy recomendable. El Plaza (Juan Escutia 4, Condesa). 21 horas, $719 a $1124.

Miércoles 19. Como parte del Bestia Festival, de harcore y metal fino, así como jazz e improvisación libre, Bestia Jazz: el guitarrista experimental estadunidense Marc Ribot en acústico, con 30 años de trayectoria, en los que ha transitado del jazz al noise, al lado de Tom Waits o John Zorn; de Chicago, Ray Anderson, versátil trombonista, a dueto con el legendario Bob Stewart en la tuba (tocó con Dizzy Gillespie y Charles Mingus); de Holanda, el virtuoso baterista Hann Bennink a dúo con el guitarrista Terrie Hessels (de la banda punk-noise The Ex). Teatro de la Ciudad (Donceles 36, Centro). 20 horas, $243 a $586. Próxima semana, más de Bestia. Checar. (Muchos más conciertos).

Twitter: patipenaloza