Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 23 de noviembre de 2014 Num: 1029

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La sangre de Antígona,
de México a Madrid

Alessandra Galimberti

A la sombra del paraíso
Edgar Aguilar entrevista
con José Luis Rivas

En la cima del
Mönchsberg

Marco Antonio Campos

París, centro del arte
Vilma Fuentes

Toulouse-Lautrec,
el pintor poeta

Germaine Gómez Haro

Pintores en el cine
Ricardo Bada

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Perfiles
Mariángeles Comesaña
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Francisco Torres Córdova
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Ese donde que es aquí

Entonces dónde, dónde queda o surge o se levanta ese donde en el que están; en qué parte de la nada dicen que se encuentra y nadie sabe. Porque no hay ninguna parte que no sea alguna parte; porque en todas partes crece y empuja la distancia, su ausencia nos señala y nos alcanza.

Y quiénes son los demás, cuáles sus nombres y la leche y letras de su infancia si acaso alguna vez en realidad tuvieron. Los demás que nadie busca y son también de aquí, de paraje, modo y rostro semejante, país o nación parece que le llaman, ya con el tajo en la mirada y en las plantas de los pies. Ellos y ellas con el cuerpo despojado de su muerte, los que encontró el azar de una búsqueda emergente y sólo nos dejó en el aire el crispado garabato de su aliento.

Cuántos son los otros, los que ahora en este instante en esta línea y letra van llegando al mismo nítido desastre, al mismo incendio en un rincón oscuro en la mañana o en la noche, o en plomo de las horas de intemperie y abandono que crece en las cocinas, en las habitaciones rotas y el sudor de los camastros, las plazas, cañadas y pozas donde pasa y asienta el vacío su peso de fosa.

Cuándo ya es para siempre que no sabremos dónde están y así tampoco nosotros cada uno frente al otro.

Qué lengua si la hubiera y alcanzara se habla ahí, aquí, en este lugar que no aparece, dicen, y sin embargo tanto deslumbra su horizonte y tanto ruido deja en el oído su silencio.

Cómo son sus extravíos que llegan hasta aquí y fermentan la ausencia en el suelo de los días, los que sí y los que no registran los torcidos calendarios de esa muerte coludida con la vida como siempre sólo apenas de unos pocos.

De dónde viene aquí, que ya va siendo todas partes, esta furia y saña organizada de manos atrapadas en las armas, tan minucioso y preciso y eficiente y categórico afán desbarrancado, tanto poder de la nada articulado con el otro, el de la banda de seda y la silla maquillada, insignia de vitrina o embozo de ubicuos capitales.

Porque no acabamos de saber que nosotros somos los que faltan, es amplia y honda y llena y dura y precisa nuestra ausencia para hallarlos, y lo que ahora a cada uno nos devuelven los espejos es un íntimo espejismo contenido en las orillas y alambradas de una falsa paz.

A la vuelta de la calle, por encima de los hombros vigilados; en el miedo y la sospecha a flor de la garganta, en los múltiples cerrojos y candados que fatigan nuestras puertas y ventanas. En los rostros carcomidos, las miradas torvas y los pies exhaustos de caminos que no sustentan ya ningún regreso a casa, mucho menos claro en la distancia inaccesible a una como ésa, así de grande y sorda y sucia y altanera su blancura; en este donde que es aquí entonces, quiénes somos.