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Premios Nacionales

El líder espiritual pima recibirá la presea en la categoría de Arte y Tradiciones Populares

Don Alberto Vargas, triste por la inseguridad y olvido en Chihuahua

Si veo al presidente, le voy a platicar lo que ocurre aquí, dijo

Es considerado el más importante piajichtam nei o bailador-cantador de esa etnia, que ocupa también Arizona y Sonora

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Don Alberto asegura que enterrará el dinero que reciba por el premio, para que nadie se dé cuentaFoto Tania Anchondo / Culturas Populares Chihuahua
 
Periódico La Jornada
Lunes 24 de noviembre de 2014, p. 9

Por estos días, a don Alberto Vargas Castellano no lo alegra ni la noticia de haber obtenido el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2014 en la categoría de Arte y Tradiciones Populares. Está preocupado por su pueblo, Yepachi, enclavado en las frías altitudes de la Sierra Madre Occidental, en el municipio de Temósachic, Chihuahua.

No hay seguridad, está muy difícil la situación allá. Si veo al Presidente cuando me entreguen el premio en la ciudad de México, le voy a platicar todo lo que ocurre aquí, pues estamos olvidados, dice vía telefónica en entrevista con La Jornada quien es considerado el más importante piajichtam nei de la comunidad pima.

En su lengua, esa que don Alberto protege con celo, él y su gente se nombran o’oba. Ocupan Arizona (Estados Unidos) y los estados de Sonora y Chihuahua. Es su territorio sin fronteras, con muchas carencias materiales, pero con un añejo espíritu entrelazado con la madre Tierra y protegido por sus dioses.

Uno de sus rituales más importantes es el que encabezan los piajichtam nei o bailadores-cantadores, quienes dos veces al año, durante tres días, guían las ceremonias que consisten principalmente en danzar para pedir las bendiciones de la naturaleza y tener buenas cosechas, pero también para rogar que no mueran su pueblo y sus tradiciones.

Los piajichtam nei son los líderes espirituales, poseedores de las instrucciones precisas para realizar su importantísima danza llamada Yúmare. Se calcula que el pueblo o’oba consta sólo de entre 600 y 800 personas, distribuidas en pequeñas comunidades en el territorio antes mencionado. De los tres o cuatro ancianos reconocidos como piajichtam nei, don Alberto es el más sabio.

Mi gente no sabe que gané

Nació en 1935 y a los 20 años fue elegido gobernador tradicional de su etnia. Sobre todo, es admirado porque ha sido un activo defensor de la cultura pima. El año pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo reconoció como Tesoro Humano Vivo.

Estoy contento, dice, por el premio que le dará el gobierno federal, que comparte con el alfarero zapoteca Carlomagno Pedro Martínez –dice con voz tímida–, pero de inmediato parece arrepentido de sus palabras: Bueno, a mi gente no le he platicado nada, no saben que gané.

–¿Por qué, don Alberto?

–Está difícil por allá, no hay seguridad. No se puede comentar porque no tengo confianza... es un dinero... Tengo miedo, así estamos todos. Por donde quiera está igual. Ahora los policías son la gente mala. Está triste nuestro pueblo, las autoridades no pueden hacer nada. Las personas se están acostumbrando y no debería ser así, es feo. ¿Cuándo va a estar bien esto?

La pesadumbre cambia cuando don Alberto habla de su labor de difusión de las tradiciones, sobre todo al impartir talleres entre los pequeños de su comunidad, a quienes les enseña los cantos, bailes y rituales que conforman el Yúmare.

“Estoy haciendo la lucha, a veces se puede, a veces no, pero con los niños ya estoy cantando, y les platico un poco del pima. Les digo que se la aprendan, aunque siempre está difícil enseñarles, pues los cantos son pura lengua de uno que no está en castellano.

“En estos días van a cantar a Puebla cinco niños, un canto nomás, no pueden más. Casi pienso que a lo mejor al rato se acaba toda la lengua, pero parece que los niños le están echando ganas. Los cantos los hacemos cuando hacen fiesta en Sonora; hablan de árboles, del agua, de los animales que están enterrados en la tierra.

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Don Alberto Vargas es admirado porque es un activo defensor de la cultura pima. El año pasado, la Unesco lo reconoció como Tesoro Humano VivoFoto Tania Anchondo /Culturas Populares
Chihuahua

Me gusta dar los talleres, pues ya sólo quedamos unos cuatro que nos sabemos toda la lengua pima. Les digo a los niños que aprenderla hace falta para ellos mismos.

Elemento de cohesión

El Yúmare es un ritual propiciatorio que dura tres días y tres noches, no sólo para pedir que se den las condiciones ambientales para la producción agrícola: también es el elemento más importante de cohesión de los pima, explica el antropólogo Gustavo Palacio Flores, jefe de la unidad regional Chihuahua de la Dirección de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

Añade que esa cosmovisión es en la actualidad “una fusión de elementos religiosos católicos, sincretismos con ideas prehispánicas. Lo más relevante es que en el Yúmare subyace el mito de la creación del mundo. De acuerdo con su tradición oral, tras el diluvio universal, al irse secando las aguas, la tierra quedó suelta. El Padre creador, como ellos lo llaman, bajó a la tierra y bailó tres días con sus noches para macizar el suelo. Después reunió a los hombres y les enseñó los cantos y bailes, para que ellos continuaran estabilizando la tierra y se permitiera la reproducción de las especies.

“El pima no morirá mientras sea leal a esta tradición, afirman. El Padre creador también les enseñó a elaborar flores de sotol, que es una planta de maguey endémica del norte del país. Los pimas le llaman shuriki y son utilizadas en el ritual en el que se evocan a los animales de la sierra.

La participación de las mujeres y niños en las danzas es muy importante, deben levantar polvo al zapatear para emular las nubes cargadas de agua.

“Al año se realizan dos o tres rituales grandes, presididos por el piajichtam nei, quien conoce todo el repertorio de los rezos de la ceremonia. Este conocimiento se transmite por lazos de parentesco. Entre los pima, la médula simbólica del ritual es necesaria no sólo para el ciclo de la naturaleza, no sólo para ellos, sino para todo el mundo. Por ello, en la medida en que su gente deja de creer en sus tradiciones, el mundo lo resiente.

Don Alberto lo sabe, por eso es un hombre empeñado en transmitir sus saberes a las nuevas generaciones, ese es su gran compromiso en la vida. Desde la oficina a mi cargo lo apoyamos con sus talleres: estamos grabando los cantos y haciendo un registro del ritual, que es la columna vertebral y elemento de cohesión de los pima.

El gran piajichtam nei quisiera que muchas personas conocieran su tierra: Está a seis horas en auto desde la ciudad de Chihuahua. Eso sí, hace un frío macizo. Voy a invitar al Presidente a que vaya a Yepachi, para que vea los problemas que hay, los cuales empezaron hace unos seis años.

–¿Por qué se empeñó tanto en difundir sus tradiciones fuera de su comunidad, don Alberto?

–Porque me gusta. Nunca me mandaron a la escuela, me la pasaba cuidando chivas, aunque tenía muchas ganas de estudiar, pero en mis tiempos no había maestros en mi pueblo. Hoy ya tenemos una telesecundaria y un bachillerato. Luego me interesó la tradición porque vi que muchos la estaban dejando. Los abuelos nos contaban historias y a veces algunos dicen que ya las saben, pero no es cierto. Lupe Vargas es otro del pueblo que me está apoyando, le está echando muchas ganas, ya tenemos un libro, pero cuesta mucho hacer todo eso.

–¿Qué va a hacer con el dinero del premio?

–Lo voy a enterrar para que nadie se dé cuenta.