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Su riqueza está presente en EU y Europa, dice Lucina Jiménez

Las Huastecas, una región sin fronteras y con una cultura viva
Enviado
Periódico La Jornada
Jueves 27 de noviembre de 2014, p. a11

Xilitla, San Luis Potosí.

En los años 90 no se sabía hasta dónde abarcaban las huastecas, pero hoy sabemos que un concepto adecuado es entender esa región como una zona móvil, de una frontera no estática en lo cultural y en sus manifestaciones populares, expresó Lucina Jiménez, directora del Consorcio Internacional Arte y Escuela (Conarte) y fundadora hace casi dos décadas del Programa Cultural de las Huastecas.

Entrevistada en el contexto del 19 Festival de la Huasteca, realizado del 20 al 23 de noviembre en esta población, y dedicado a la niñez de esta región, recordó: “El primer programa se constituyó y tuvo lugar en este estado, en una intervención que era poco usual en esos años. Veníamos de la década perdida, de los ochenta, y había una sensación de desazón, de incertidumbre. Habíamos creado un sistema de información para evaluar políticas culturales que permitían saber hasta dónde estaban llegando los beneficios de la inversión pública.

Entre lo primero que se detectó fue que los municipios que integraban las huastecas estaban carentes de intervenciones tanto estatales como federales. Guar-daban una identidad cultural importantísima, históricamente de- terminada, e hicimos la primera reunión en San Luis Potosí. Los investigadores estaban involucrados para definir hasta dónde llegaban las huastecas y estuvieron los músicos, los bailadores, los promotores culturales y las autoridades. Eso le dio en gran medida la fuerza para mantener el festival y poder llegar a casi 20 años, en un proceso de apropiación social. El programa, el festival, es de la gente de las Huastecas. Esto sigue y se refleja en el tema central de este año: los niños huastecos y su entorno.

Un catalizador

Decisiva también fue la labor de los grupos culturales, de los artistas. El objetivo fue que el festival no sustituyera a los festivales que ya existían, sino que fortaleciera los procesos locales que podían confluir en una especie de festival del festival, para que fuera el catalizador de manifestaciones, como la gastronomía, la medicina y otros.

–¿Qué abarca la Huasteca, en tanto que geografía cultural móvil?

–Históricamente se puede delimitar la Huasteca, pero desde el punto de vista de la migración y de los movimientos culturales es una diáspora, inclusive a escala mundial, no sólo en México. Hay un movimiento huasteco importante en Estados Unidos, por ejemplo, y en Europa. La migración ha hecho que las fronteras se expandan a un nivel sin límites. Diferentes son los procesos de la danza, la música y las gastronomía. La cultura alimentaria y la elaboración de zacahuil tiene procesos completamente distintos en el ámbito comunitario, donde inclusive tiene un sentido ritual, y en medios urbanos se sirve en platos de plástico, sin esa connotación. Los sones huastecos pueden tener un sentido de apertura, por ejemplo, en las relaciones de compadrazgo o bodas, y afuera no es nada de eso. El zapateado es diverso, lo mismo que los sones.

La Huasteca la conforman Hidalgo, Veracruz, Tamaulipas, Puebla, San Luis Potosí y Querétaro. En los festivales como el actual se ve a músicos de San Luis Potosí tocando con sus similares de Tamaulipas, o de Hidalgo compartiendo con los de Veracruz. Ese aprendizaje debería ser apoyado mucho más a nivel de política cultural nacional. Esto es, en La Laguna, Tierra Caliente y otras unidades culturales. La cultura no respeta divisiones políticas ni administrativas. No se puede porque la mitad de los pueblos comparte estados. Hay, también, renovación de generaciones. Hoy la cultura está tan viva en la Huasteca que hay reciprocidad, cultura viva, y la música, por ejemplo, se mezcla con el jazz. En 1990-91 no había un precedente de este tipo de programa.”