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Juan José Rodríguez presenta su más reciente novela

La novia de Houdini muestra que la magia es la mejor vía para escapar de la realidad
 
Periódico La Jornada
Domingo 30 de noviembre de 2014, p. 3

La realidad es tan avasalladora y dominante, que a veces para algunos espíritus la magia es la única esperanza o la mejor posibilidad de escapar al terrible mundo material, y ante tal percepción, el escritor Juan José Rodríguez (Mazatlán, 1970) hizo aparecer su más reciente novela, La novia de Houdini.

El amor, la magia y el engaño son hallados de manera simultánea por un joven aprendiz de contador en un pequeño pueblo minero en la sierra de Sinaloa. Una caravana de magos ha llegado con sus trucos para romper la monotonía de principios de siglo XX. La belleza y misterio de la escapista Florissa capturaron su completa atención. Así inicia una aventura que lo hace abandonar el cómodo hogar para unirse al peregrinar de este grupo de artistas callejeros. El secreto de una joya ancestral brilla entre las líneas.

La magia se hizo presente al autor sinaloense en el primer libro de la infancia, que era sobre magos y el enigma de los trucos. Con el tiempo descubrí que la verdadera magia no es aparecer un conejo o ocultar un pañuelo. La verdadera magia es hacer de tu vida una cosa extraordinaria, afirma en entrevista con motivo de la publicación de la novela por Editorial Océano, y que presentará junto a Elmer Mendoza la tarde de este domingo en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

A Juan José Rodríguez le encantó la vida del famoso mago Houdini, que fue una de sus primeras lecturas. Pero más que el aspecto del artificio, me interesó cómo se dedicó a descubrir a los estafadores que lucraban con el dolor ajeno. Sufrió mucho por la muerte de su madre y pasó años buscando algún médium que lo pudiera comunicar con ella, y como no lo encontraba, se dedicó a desenmascararlos, explica.

En su novela, la magia y la muerte siempre van juntas. Cuando un mago arriesga su vida también se acerca a ese límite entre la vida y la magia, la vida y la muerte.

Debutante en cuento pero con varias novelas –una de ellas llevada al cine–, el autor mazateco relata que trabajó 10 años en La novia de Houdini, labor que implicó documentación, conocer magos de manera personal e ir poco a poco acumulando experiencias en el tema de la magia.

La magia como ha espectáculo ha crecido mucho, pero también hay otra vertiente que es la búsqueda de un conocimiento. Me fui a las fuentes místicas, no sólo a los trucos, ilusionistas y magos callejeros que se pusieron de moda en el siglo XIX y principios del siglo XX, que es cuando surge el espiritismo a consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Había muchas madres que perdieron a sus hijos en la guerra. y ese deseo de hablar con los muertos fue lo que provocó el auge del espiritismo, y también con la Guerra Civil.

La investigación también implicó la reconstrucción de la geografía local de Sinaloa, para ir describiendo las localidades de los magos en su andar en caravana. Incluso, acudió a narraciones orales y hasta al historial familiar.

El pueblo donde inicia la historia se llama San José, aunque le tuvo que cambiar el nombre. Todas las comunidades que aparecen son reales: La gente que lo lee en Sinaloa se destantea mucho porque los personajes de mi novela van a pueblos muy equidistantes. Lo hacen para que no los reconozcan y para cambiar los trucos en las zonas.

Ese es el ambiente que recrea en la narración, con profunda dedicación profunda a la historia y un conocimiento de la etapa del siglo XIX en Mazatlán y Sinaloa. Si se revisan los diarios de la época, expone, se descubre que había muchas visitas de santos, milagreros y merolicos de remedios mágicos.

El ser humano siempre ha tenido una búsqueda hacia el producto milagro, ligado a lo sobrenatural. Cuando lo trae un saltimbanqui, es fácil imaginar cómo esos tipos medraban con la ignorancia y más que nada con el miedo a la muerte de las personas sencillas en México en el siglo XIX y a principios del siglo XX.

En la arqueología personal aparece su abuelo, un gambusino buscador de oro. Mi madre y mis abuelos sabían lavar oro, como en las películas del oeste. Yo quise contar esa historia de mi abuelo, que era un poco jugador y esa ludopatía lo llevó por diferentes caminos de riqueza y de pobreza.

Y así, entre magia, embusteros y viejos pueblos mineros de perdido esplendor, afirma: A mí me encanta mucho Mazatlán y la cultura popular, porque después de todo, la magia no consiste en aparecer conejos del sombrero.