Mundo
Ver día anteriorDomingo 14 de diciembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Bajo supervisión electrónica, más de 17 mil 400 sin papeles de diferentes nacionalidades

Uso de grilletes, un tipo de esclavitud moderna en EU: garífunas hondureñas

Ingresar a Estados Unidos sin documentos migratorios, delito de mujeres de esa comunidad

Foto
Con los dispositivos, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas las monitorea las 24 horas del día, mientras concluyen sus procesos de deportación. El costo de operación de los aparatos no rebasa 20 dólares al díaFoto Cinthya Santos Briones
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 14 de diciembre de 2014, p. 21

Al llegar a Estados Unidos, cientos de mujeres garífunas hondureñas son encadenadas a su pasado por las autoridades de migración, al colocarles en el tobillo un grillete por el único delito de haber cruzado la frontera de manera ilegal.

Nosotros, los garífunas, fuimos esclavos y nos liberamos. Somos un pueblo que luchó contra los colonialistas. Entonces, este tipo de programas (de migración), con los cuales nos colocan grilletes, nos hacen recordar nuestra historia, nada más que antes colocaban a los esclavos cadenas de hierro y ahora, en una economía capitalista, son electrónicas, relata Carla García, coordinadora de relaciones internacionales en Estados Unidos de la Organización Fraternal Negra Hondureña (Ofraneh). El uso del grillete es un tipo de esclavitud moderna, afirma en entrevista con La Jornada.

María Asunción, otra mujer garífuna, dice al respecto: Me siento como animal, porque sólo a ellos les colocan algo así. Continúa: “Mi hijo me pregunta ‘por qué te pusieron ese aparato, mamá. En mi escuela me dijeron que sólo los ladrones los usan, pero yo sé que tú no eres ladrona’. ¿Cómo les explicamos a nuestros hijos?”

Libres, pero presas, se encuentran aproximadamente unas 400 mujeres de la comunidad garífuna hondureña emigradas recientemente a Nueva York. En lugar de encarcelarlas en un centro de detención, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) les colocó en los tobillos grilletes electrónicos para monitorearlas las 24 horas del día, mientras esperan que se resuelva su proceso de deportación.

Originarias de diferentes pueblos garífunas o garínagu hondureños –con ascendencia amerindia y africana–, la mayoría de estas madres solteras detenidas son parte de una reciente ola de migración que ha salido huyendo del desolado mar de violencia y marginalidad que desde hace décadas vive su país. Asociado con la actual crisis territorial, producida por el proyecto de ciudades modelos o desarrollo turístico, que ha orillado al pueblo garífuna en tiempos recientes a desplazarse de sus tierras y emigrar por la presión de políticos y empresarios.

Cuando Adriana Colón y un grupo de mujeres garífunas de su comunidad cruzaron el río Bravo hacia Estados Unidos por Piedras Negras, Coahuila, ya los esperaba la migra. Como veníamos con nuestros hijos no nos deportaron, dice Adriana. Sin embargo, añade, los agentes de migración nos tomaron nuestras huellas digitales y nos obligaron a firmar, sin explicarnos qué tipo de documentos estábamos signando, aprobación para participar en el Programa de Apariencia de Supervisión Intensiva (ISAP).

El ISAP es coordinado por el ICE, con la finalidad de garantizar alternativas a la detención de migrantes y ofrecer al gobierno federal condiciones económicas más viables, pues mientras la estadía en una prisión cuesta aproximadamente 122 dólares diarios, la detención mediante el monitoreo electrónico no rebasa 20 dólares por día.

Foto
Madre soltera garífuna en la ciudad de Nueva York. Algunas detenidas no saben ni por qué les colocan las cadenas electrónicasFoto Cinthya Santos Briones

El ISAP es un negocio que funciona a través de la empresa Behavioral Interventions Incorporated (BI), subsidiaria de GEO, segundo mayor contratista privado del ICE y una de las corporaciones de cárceles privadas más grandes de Estados Unidos. BI, como contratista del ICE, maneja y supervisa a esos mediante un dispositivo GPS capaz de rastrear el movimiento y la ubicación de una persona en tiempo casi real.

El grillete es una forma de controlarnos fuera de la cárcel. A través de él la policía puede saber cada paso que das, dónde te encuentras. Incluso, si estás fuera de casa muy noche el grillete emite una voz de advertencia, relata Adriana Colón.

Una vez que te lo colocan, comenta Berni Lara, debes presentarte regularmente ante las oficinas del programa de ISAP para que revisen tu grillete y recibir visitas a domicilio sin previo aviso por la policía de migración.

Uno debe tener mucho cuidado al andar con el grillete, pues por ejemplo, cuando se te olvida recargarlo o estás en un lugar que no es permitido, puede llegar la policía de inmediato y eso es muy peligroso, porque pueden hasta deportarte, asegura Zully García.

Además de la estigmatización social, muchas garífunas han expresado vergüenza al usar el grillete. “Utilizarlo es una tortura. Cuando sales a la calle, todo mundo se te queda viendo. Hace unos días un policía me paró y me preguntó si había estado presa. Le dije que no, y me respondió: ‘entonces, ¿por qué traes ese grillete? Eso sólo se los ponen a los presos que han cometido crímenes’. Me sentí muy mal”, relata García.

La comunidad garífuna hondureña no es la única afectada por estas medidas de seguridad. Un reporte de la escuela de leyes de la Universidad de Rutgers, la Clínica de Derechos de los Migrantes y el Comité de Amigos estima que, durante 2011, alrededor de 17 mil 454 personas de diferentes nacionalidades en toda la nación estaban bajo supervisión electrónica.

Algunas garífunas refieren que los oficiales de migración nunca les explicaron las razones por las que les habían colocado el grillete, cuándo se los quitarían y en qué estatus legal se encuentran. La mayoría, incluso, no sabe que está en proceso de deportación.

Además, estas mujeres enfrentan precariedades económicas, pues como el programa de supervisión no nos permite trabajar, muchas veces no tenemos ni para comer y alimentar a nuestros hijos o mandarlos a la escuela, afirma Cinthya Colón.

No obstante, algunas de estas mujeres cuentan con apoyo comunitario. Al sur del condado del Bronx, la Iglesia Evangélica Española, a cargo del reverendo Danilo Lachapel, ha abierto sus puertas a la comunidad garífuna hondureña brindándole diariamente desde comida gratuita hasta apoyo legal.