Opinión
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Origen migratorio del hombre americano
E

l siglo XXI ha puesto sobre la mesa nuevas y novedosas investigaciones que echan por tierra premisas que parecían inmutables. El origen del hombre americano, que pasó por el estrecho de Bering en una fase de glaciación, hace aproximadamente 14 mil años, es un asunto sobre el cual no hay discusión. Lo que se ha puesto en cuestión es que ésta haya sido la única vía de acceso al continente antes de la llegada de Cristóbal Colón.

Por otra parte, se discute sobre el yacimiento más antiguo de América y se cuestionó severamente la primacía del hombre de Clovis (Nuevo México) como el poblamiento más antiguo del continente (12,000 AC), tesis defendida con ahínco y obstinación por un grupo de científicos estadunidenses.

Recientemente fueron encontrados los restos de una mujer en una cueva subterránea en Quintana Roo, a la que llamaron Naia (Ninfa del Agua) y se le atribuyeron 12,900 años de antigüedad. Aseguran científicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que tiene origen siberiano.

Pero en toda Sudamérica se han empezado a investigar asentamientos muy antiguos, que echan por tierra la teoría de que el poblamiento americano tuvo un único camino y que los descendientes de los cazadores del norte siberiano poblaron poco a poco el continente, atravesaron el tapón del Darién en Panamá y finalmente llegaron a Sudamérica hacia el año 8 mil AC. Todo parece indicar que el poblamiento en el sur es mucho más antiguo y tiene diversos orígenes.

Si bien el homo sapiens es el resultado de un proceso milenario de evolución y tuvo su origen en África, el origen del hombre americano es el resultado de la migración; de un largo, complejo y multifacético proceso que proviene, en fases distintas, de Mongolia, Europa, África, Melanesia y Polinesia.

Se ha comprobado con investigación arqueológica la presencia de una colonización vikinga en la costa canadiense en el siglo XI, en la provincia de Terranova. En la actualidad, los turcos reclaman la presencia de embarcaciones musulmanas en América antes del arribo de Colón. En la Amazonia brasileña, una investigación de Pedra Furada dató restos humanos de 12 mil años de antigüedad y se afirma que no son, ni pueden ser, de origen siberiano. En la costa sudamericana del Pacífico, las evidencias se acumulan en cuanto a la conexión entre Polinesia y Melanesia y se sustenta en datos antropológicos, etnográficos, lingüísticos y genéticos (ADN).

En Arenal, Chile, los arqueólogos descubrieron restos de huesos de cinco tipos de gallinas que datan del 1321 al 1407, que guardan similitud genética con gallinas polinesias y que confirmarían la conexión marítima por el Pacífico, con una posible escala en la isla de Pascua.

Teoría que sostuvo hasta el cansancio el explorador Thor Heyerdahl, quien en 1947 partió del puerto del Callao, Perú, en la balsa Kon Tiki, y llegó a la isla Tuamotu en Polinesia, después de un periplo de 101 días. Luego comprobaría la posible conexión entre África y América con las expediciones RA I y RA II, en una embarcación de papiro construida por un artesano boliviano originario del Lago Titicaca. No obstante, sus conclusiones nunca fueron tomadas en serio por los científicos.

En México los enigmas se acumulan, para empezar con el marcado fenotipo negroide de las cabezas colosales de La Venta, en el Golfo, lo que no deja de ser significativo. Por su parte, en Colima y el occidente de México se desarrolló la cultura tumbas de tiro al parecer de influencia andina. También hay importantes semejanzas en la metalurgia y la cerámica, y se han señalado múltiples coincidencias lingüísticas entre el quechua y la lengua purépecha.

Lo que sí ha comprobado la historiadora peruana María Rostworowski es el gran tráfico comercial prehispánico de las costas chilena, peruana y ecuatoriana y su posible conexión con el occidente mexicano, que se demuestra con la llegada del xoloitzcuintle a la costa norte del Perú y el diseño mexicano del taparrabos.

Además de los comerciantes y los eventos fortuitos, tanto en México como en Perú hubo imperios expansivos territorialmente. Los incas llegaron hasta Colombia en el norte y Argentina en el sur; los aztecas y teotihuacanos se expandieron hacia el sur. Pero también hacia el norte, como lo demuestra esta crónica citada por Miguel León Portilla, en la que Moctezuma envía a su consejero a Aztlán, a explorar la tierra originaria:

Señor, nosotros hemos cumplido lo que nos mandaste y tu palabra se pagó con haber visto lo que deseabas saber, y hemos visto aquella tierra de Aztlán y de Colhuacán, donde habitaron nuestros padres y abuelos y traemos de aquellas cosas que allá se dan y crían: sartas de mazorcas frescas y las sartas de semillas y rosas de todas diferencias, que en aquellas tierras se crían y tomates, chile y mantas de fibra que aquella gente las criaba y bragueros.

El continente americano, desde sus más remotos orígenes hasta la actualidad, ha sido tierra de inmigrantes.