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Los cuentachiles y Toledo (una fábula de realismo mexicano)
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El pintor oaxaqueño Francisco Toledo elaboró 43 papalotes –que voló ayudado por niños– con los rostros de los estudiantes normalistas desaparecidos desde el pasado 26 de septiembre en Iguala, GuerreroFoto Reuters
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i nos pusiéramos a hacer cuentas, el gobierno de Oaxaca le saldría debiendo muchísimo a Francisco Toledo. Si alguien ha socializado su riqueza personal, su trabajo, su tiempo en proyectos que han dado beneficios a la entidad oaxaqueña, ese ha sido este artista. Es obvio que el encargado de finanzas del estado y el propio gobernador desconocen que si los jóvenes que se forman en la Academia de Policía llegan a leer, esto se debe a que el pintor más importante de Oaxaca y México fundó la biblioteca de dicha escuela policiaca, como también lo hizo en varias cárceles del estado y en decenas de kinders, municipios, facultades y colegios de todos los niveles.

Siendo director del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (Iago) hicimos una revisión por medio de nuestros bibliotecarios de la red que Toledo había fundado y de las que había apoyado, queríamos saber cuántas seguían funcionando y cuáles tenían alguna carencia específica para que en algún momento se les apoyara. Entonces teníamos contabilizadas más de 350 bibliotecas a las que el maestro Toledo había apoyado de alguna manera, desde el rescate de la biblioteca Burgoa con su acervo de incunables y libros coloniales y antiguos, hasta la biblioteca municipal de San Agustín Etla, la biblioteca del Centro INAH, bibliotecas de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, de escuelas secundarias, de centros culturales.

Recuerdo haber llevado muchas cajas con donaciones de libros o discos de música clásica a poblados en la sierra o haber organizado en el Patio del Iago una entrega de 50 cajas de libros del Fondo de Cultura Económica para igual número de primarias, volúmenes que el artista había obtenido a cambio de las regalías por la publicación de un libro suyo o por la portada e ilustraciones al poemario de algún escritor. Ese tipo de eventos se repiten varias veces al año bajo la bugambilia que techa el patio del Iago con sus flores. ¿Cómo contabilizar esa riqueza convertida en cuentos, historia, libros de matemáticas o botánica? Yo invitaría al encargado de finanzas a costear cuánto dinero hay invertido en la biblioteca más importante de artes visuales y arquitectura en el país. Todas las tardes, los estudiantes de diseño gráfico o industrial, de arquitectura, de artes plásticas, saturan la biblioteca del Iago, porque ahí encuentran toda la información que necesitan para desarrollar sus carreras. La dimensión de la biblioteca es tal que son ya dos casas las que el maestro ha donado para alojarla. Sus secciones de literatura son también riquísimas, pues no se dedican a la acumulación de títulos y firmas, sino que Toledo se asesora o investiga y consigue las mejores traducciones, las ediciones más finas, los volúmenes con ilustraciones clásicas.

Mientras los funcionarios públicos de Oaxaca se enriquecen impúdicamente, al igual que todos los del país, mientras que sus mansiones se levantan ostentosamente en San Felipe del Agua o la colonia Reforma de la capital, Toledo restaura casas coloniales y las convierte en espacios culturales gratuitos, sin que ello signifique descuento alguno en el predial u otros impuestos para sus asociaciones civiles por lo que podemos ver. Los empresarios más ricos de México, que son los más ricos del mundo, reciben beneficios fiscales insultantes y sus grandes transacciones quedan exentas, pues se les diseñó una ley según la cual sus negocios realizados en la bolsa de valores no son generadores de impuestos.

Entre tanto, a un centro de ideas que permite a los oaxaqueños acceder a exposiciones de Rembrandt, Leopoldo Méndez o Gabriel Orozco, conferencias de nuestros escritores más importantes, presentaciones de libros de análisis de la realidad social, conciertos, todo de forma gratuita, se le persigue y se le confiscan sus cuentas por un adeudo a la hacienda local. Parece una estrategia dirigida a fomentar la elusión de los grandes contribuyentes y la persecución de los que educan o impulsan el pensamiento.

¿Sabrán los funcionarios que incautaron los dineros del Iago que gracias a que Toledo impulsó el rescate de Santo Domingo, la conservación de la traza de la ciudad y la restauración y conservación de muchísimos inmuebles, la ciudad tuvo un auge turístico del que prácticamente vive la capital del estado? Claro que Oaxaca es bellísima, que tiene una tradición culinaria y artesanal única, que su biodiversidad es prodigiosa y su patrimonio cultural infinito, pero Toledo ha hecho visible mucho de eso con su trabajo incansable, con su promoción cultural, con sus batallas en favor del maíz o de los derechos humanos, o simplemente del derecho al arte y el ejercicio de la inteligencia.

¿Qué hubiese sucedido si Toledo no impulsa el polígono de protección de Monte Albán? Seguramente ya tendríamos desde una ciudad perdida hasta unas casas Geo cercando las pirámides. Creador de un circuito cultural único en el país, gracias a este señor y al Iago gozamos durante años del Cineclub el Pochote, que ahora se trasladó a San Agustín Etla, porque en la ciudad había surgido el maravilloso proyecto Oaxaca Cine. El acervo del Pochote fue surtidor durante años de una red de más de 100 cineclubes de todas las regiones de Oaxaca, que a decir de los participantes en el Festival Iberoamericano de Cineclubes de 2004 en Brasil, constituía un caso único en el mundo.

Recuerdo también la fundación de la única biblioteca Braille en el estado, la Jorge Luis Borges, justo dentro del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo. ¿Cómo es que los contadores del artista más importante de México no saben los trucos con los que Televisa descuenta impuestos con los dineros que la gente dona al Teletón, mientras que estos espacios y sus acervos se hicieron con los dineros de la venta de cuadros y grabados de Toledo y nadie le descontó un céntimo? ¿Qué puede importarle a los partidos o a los secretarios si un invidente puede leer o no a Neruda y García Márquez? Mientras no pidan limosna en el restaurante de moda todo está bien.

Ni un centavo ha recibido de presupuesto del gobierno de Oaxaca la formación de la colección más importante de grabado en el país, con miles de obras del arte universal, nombres como Rodin, Tamayo, Rivera, Alechinsky o la colección de fotografías que incluye a Cartier Bresson, Juan Rulfo, Kudelka, Salgado. ¿Cuánto vale esto, cuánto crece esta inversión para el pueblo de México, para los visitantes de todo el mundo que quieren ver algo enaltecedor lejano al mundo atroz que nos construyen políticos y monopolios? ¿Quién debe ser fiscalizado, el Iago o las cuentas del gobierno? Este artista ha apoyado incluso centros culturales fuera del estado, proyectos como la misma Jornada, la cooperativa Pascual, fundaciones para la salud, etcétera. Su labor no cabría ni en un ejemplar entero del diario que me dieran para escribir.

Entonces que los cuentachiles le busquen por otro lado, que no se sumen estos agravios a la injusticia de un país que parece vivir al revés. Queremos una JUSTICIA con mayúsculas, en todos los ámbitos del quehacer de este México, que ya está empezando a decir basta y uno de los caminos de transformación pasa por proyectos generadores de dinámicas enriquecedoras, como el Iago y la constelación de instituciones e iniciativas que Toledo ha lanzado, financiado y trabajado, como son el Centro de las Artes San Agustín Etla, Fonoteca Eduardo Mata, Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, Jardín Etnobotánico, Patronato Pro Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Oaxaca, Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca y en especial el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, centro neurálgico de este gran proyecto humanista.