Opinión
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Aprender a morir

Sísifo mexicano

E

n la mitología griega se dice que Sísifo era hijo de Eolo y Enareta, marido de Merope y fundador y rey de Éfira, antiguo nombre de Corinto. También tuvo amores con Anticlea antes de que ésta se casara con Laertes, el padre de Ulises. Con todo, Sísifo es menos conocido por sus acciones que por su castigo: tener que empujar una enorme roca hasta la cima de una montaña y, a punto de llegar, la piedra vuelve a rodar hacia abajo, repitiendo una y otra vez el frustrante proceso.

Empeñados sin demasiada claridad ni convicción y por lo tanto con escaso fruto en la consecución de ideales político-sociales, los habitantes de México, embrollados entre su endeble democracia, falsos valores e inmadura libertad, emulan sin querer al Sísifo mitológico, pues no acaban de alcanzar una responsabilidad compartida sino que periódicamente prefieren reinventar el hilo negro con antojadizos métodos, añejas protestas e inciertas reformas... una y otra vez, sexenio tras sexenio.

En este guatecazo –aumentativo de fiesta casera pero ruidosa en la que algo se alcanza a merendar y se baila– no todo es ineptitud, frustración y oratoria escolar, sino que algunos gobiernos estatales y sus legislaturas de repente comprueban, en su ineficaz lucha contra la delincuencia organizada, que la sociedad está compuesta por simples mortales, personas que, independientemente de su edad, nivel económico y puesto, fregados o prósperos, famosos o anónimos, tarde o temprano habrán de estirar la pata, de morirse toditos, tengan o no tengan en qué caerse muertos.

Los mexiquenses no han sido suficientemente informados, pero el 3 de agosto de 2013 entró en vigor la Ley de Voluntad Anticipada del Estado de México. Y si bien la normativa adolece de burocratismo, condicionamientos y utopías como la de los cuidados paliativos, ya se atreve a hablar de derechos de los pacientes, de los derechos y obligaciones del personal de salud, respetando una imprecisa objeción de conciencia de éste; de asistencia tanatológica, de un comité de bioética, de la coordinación de voluntades anticipadas del estado de México, y del apoyo de los notarios de esa entidad mediante mil 740 pesos, IVA incluido, por cada documento.

Esta normativa, sin embargo, tampoco evitó incurrir en la conservadora advertencia de que por ningún motivo y al amparo de esta ley, se ejercerá la práctica de la eutanasia, así como el suicidio asistido. A seguir empujando, pues...