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El mundo que no fue
E

l Muro de Berlín era llamado por la República Democrática Alemana (RDA) Muro de Protección Antifascista. El entonces llamado bloque del este, dominado por los soviéticos, sostenía la tesis de que el muro fue levantado para proteger a su población de los grupos fascistas que conspiraban para evitar la voluntad popular de construir un Estado socialista en Alemania del Este. Para Occidente era evidente que esa pared, luego de la Segunda Guerra Mundial, servía para impedir la emigración, en un inicio rala, pero que con los años se volvería masiva. Para gran parte de Occidente, se trataba del muro de la vergüenza.

La noche del jueves 9 al viernes 10 de noviembre de 1989, 28 años después de su construcción, el muro fue derruido por las masas, resultado de las crecientes y masivas demandas de libertad de la sociedad que habitaba en la RDA y de las evasiones permanentes hacia las embajadas en capitales de países del Pacto de Praga y Varsovia y de la huida también creciente de familias enteras por la frontera entre Hungría y Austria. En septiembre, alrededor de 13 mil alemanes orientales escaparon hacia Hungría. A ello siguió un movimiento de manifestaciones masivas contra el gobierno de Erich Honecker, que renunció el 18 de octubre, y auque fue remplazado por Egon Krenz, en la práctica fue el final de la RDA.

Las estructuras políticas federales y el gobierno central de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se desintegraron mediante la independencia de sus 15 repúblicas, entre el 11 de marzo de 1990 y el 25 de diciembre de 1991.

El tratado de disolución de Belavezha fue firmado el 8 de diciembre de ese año por los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia, Boris Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkiévich. De este modo se dio la disolución oficial de la URSS, poniendo fin a la vigencia de un experimento social aún no suficientemente analizado. Quedó aceptado que con ello se extinguía la guerra fría.

En Rusia, el ejército y el Partido Comunista intentaron dar un golpe de Estado, pero fue eficazmente controlado por las masas encabezadas por Gorbachov, y en algunas repúblicas ex soviéticas hubo algunos conflictos interétnicos de larga data, pero nada pasó a mayores. He ahí la transformación no cruenta de un grupo de estados nacionales. Ni en Alemania ni en la URSS fueron necesarias las armas para terminar con sus regímenes políticos.

En diciembre de 1978 los reformistas del Partido Comunista Chino, dirigidos por Deng Xiaoping, se propusieron dejar atrás la China de Mao. Y lo hicieron creando un gigantesco capitalismo de Estado que dirige una inmensa economía capitalista sans phrases. Está a punto de convertirse en la mayor economía del mundo, pero es, después de Estados Unidos, la economía que causa la mayor depredación de los recursos naturales del planeta. A finales de los años 70 y comienzos de los 80 la tierra fue descolectivizada, se abrió la puerta a la inversión extranjera y se otorgaron permisos a emprendedores de iniciar empresas propias. A finales de los 80 y durante los 90 fue privatizada la mayor parte de la industria estatizada, se eliminaron el control de precios, las políticas proteccionistas y las regulaciones, pero permanecieron los monopolios públicos como la banca y el petróleo. El propio Estado se convirtió a sí mismo en otro Estado, de un modo no cruento, aunque con controles duramente autoritarios.

La muerte de la URSS fue leída como el triunfo definitivo de Occidente con Estados Unidos como líder indiscutible de la democracia capitalista. La globalización neoliberal está dando un jalón de desarrollo científico y tecnológico colosal en gran cantidad de ramas del conocimiento, pero al mismo tiempo ha profundizado brutalmente el cambio climático que asuela al planeta; también ha concentrado el ingreso y la riqueza en una minúscula porción de la población mundial; la desigualdad alcanzó cotas sin precedente, produjo la multiplicación de conflictos locales en varios continentes que están en crecimiento y terminó, a partir de 2007, en una crisis cuya salida sigue siendo una incógnita en alcance, dirección y duración. Según Günter Grass, la tercera guerra mundial se encuentra en pleno desarrollo mostrando el ingenio devastador del capitalismo. Günter Grass observa una agresividad de la OTAN y una obediencia ciega a los dictados de Washington y manifiesta sus temores sobre el actual comportamiento de la alianza de Estados Unidos y Europa frente a Rusia ( Der Standard, diario austriaco).

Dice Günter Grass: Cuando estaban Willy Brandt, Bruno Kreisky y Olof Palme, Europa tenía peso. Cuando en 1974 Portugal comenzó la revolución de los claveles, Estados Unidos dijo que esa era una amenaza comunista que había que erradicar, tal como se hizo en Chile en 1973. En ese momento, Brandt evitó que el plan de Henry Kissinger cobrara fuerza y pusiera en peligro a toda Europa. Ese peso Europa hoy no lo tiene y se privilegian los intereses capitalistas de Estados Unidos. Esto ha hecho que Europa no logre solucionar los problemas colectivos y establecer una sociedad transfronteriza, llevándola a una pérdida de poder.

El mundo socialista y comunista de Lenin no fue. La Alemania socialista de la alta cultura y el gran desarrollo científico no fue. El comunismo de Mao no fue. El socialismo de Fidel no fue, y más.

El mundo se volvió una catástrofe y los países emergentes están en la cuerda floja. El ultracapitalismo del uno por ciento no será.