Opinión
Ver día anteriorLunes 12 de enero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La ecología en algunas novelas latinoamericanas
H

ay quien piensa que las preocupaciones ambientales son recientes y además son cosa de gringos. Totalmente errado.

Veamos seis conocidas novelas ecológicas latinoamericanas, situadas en los Llanos orientales y la selva amazónica colombiana, en Guatemala, en el manglar de Ecuador, en la sierra peruana, en Brasil entre la mata atlántica y la Amazonia, en los monocultivos de banano. En ninguna de esas novelas salía todavía explícitamente la palabra ecología.

La vorágine es la única novela de José Eustasio Rivera. Se publicó en 1924. La novela narra las pasiones y venganzas del poeta Arturo Cova y su amante Alicia, en Los Llanos y después en la selva amazónica, donde aparece también un empresario cauchero y a la vez se retratan las duras condiciones de vida de los colonos e indígenas esclavizados o enganchados por deudas durante la fiebre del caucho. La novela tiene pues por tema la explotación comercial de un recurso natural renovable, el reclutamiento forzoso de la mano de obra y la aparición de una nueva mercancía por la demanda externa. Recuerda la narración de Jan de Vos sobre otro bosque americano, titulada Oro verde, la historia no novelada sino académica de la explotación maderera capitalista en el territorio de Marqués de Comillas, en la selva Lacandona.

En Ecuador, Don Goyo es una novela de Demetrio Aguilera publicada en 1933. Podría escribirse un gran relato ecologista sobre las luchas de mujeres afroecuatorianas líderes de comunidades de Esmeraldas contra las empresas camaroneras, pero la trama de Don Goyo se desarrolla en una época anterior y más al sur. El tema es la destrucción del manglar por la industria comercial del carbón que se lleva a vender a la ciudad de Guayaquil. Don Goyo vive en una isla en el golfo de Guayaquil, es un montubio, un mestizo de la costa, que lucha por mantener las tradiciones familiares y por conservar su entorno.  

Con mayor mérito literario, Grande sertão: veredas es la famosa obra más destacada de Joao Guimaraes Rosa, escrita en 1956. Contrasta la aridez del sertão, en el cerrado del norte de Minas Gerais, las chapadas y las caatingas, con la disposibilidad de agua en las veredas, describiendo el paisaje humano del río San Francisco y sus jornaleros, sus hacendados y capangas, sus hombres libres, sus ­santuarios re­ligiosos, sus cocodrilos. El libro es narrado por el jagunço Riobaldo. Un texto de Sérgio Abranches sobre la ecología en Guimaraes Rosa cita los extensos comentarios de Antonio Cándido y Walnice Nogueira Galvao sobre esta novela extraordinaria.

Poco antes, en Guatemala, en 1949, Miguel Ángel Asturias,

Luchando también con la dificultad de escribir sobre el mundo indígena en castellano, una de las más impactantes novelas de José María Arguedas es Todas las sangres, publicada en 1964. La novela narra con mucha fuerza la historia de dos hermanos, Bruno Aragón, hacendado tradicional, y Fermín Aragón, que se ha convertido en propietario de una mina vecina a la hacienda entrando en sociedad con una compañía internacional: la Wisther. Bruno Aragón es el abusivo señor hacendado que maltrata a la indiada, pero que, poco a poco, se opone a los planes modernizadores de su hermano Fermín y se sitúa del lado de los indios del pueblo y también de los criollos amenazados por las escorias de la mina en la zona de La Esmeralda. La novela acaba muy dramáticamente.

En Costa Rica se había publicado Mamita Yunai, de Carlos Luis Fallas ( Calufa), en 1941. El autor era miembro del Partido Comunista. La novela trata de las luchas sindicales en los terrenos de la compañía United Fruit ( yunai viene de United). Esa novela cuenta que la empresa United Fruit les pagaba más a los llamados regadores de veneno cuando hacían huelgas. ¿Qué veneno sería este? En seguida viene a la mente el muy posterior nematicida DBCP que ha dejado estériles a tantos trabajadores del banano. Aparecen, sí, esos otros venenos que echaban a las plantas para que el banano no tuviera competencia y también la cruel desposesión de terrenos indígenas para la expansión de las bananeras.

*ICTA-Universidad Autónoma de Barcelona