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Ver día anteriorViernes 16 de enero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Guerrero: elecciones en el paraíso
T

odo en Guerrero es complicado. La complejidad de su vida, matizada a ciclos con desesperanza, hoy está acrecentada de puerta a los procesos electorales.

Con mucho, sus males provienen de sus gobiernos estatales y municipales, que por décadas han sido producto de cacicazgos, lazos de sangre, cuotas, recompensas, pagos, componendas, turnos, negociaciones, imposiciones y frivolidades.

Hoy la contienda entre los aspirantes a cualquier cosa está al alza. Tres ex gobernadores priístas tienen ya a sus pollitos calentando el brazo. Uno es hijo del metamorfoseado priísta Ángel Aguirre, que anda de nuevo activo; otro, de Rubén Figueroa, y un tercero, de René Juárez. Los nenes son dipu­tados federales o locales o han sido las dos cosas pero aceptarán una alcaldía: Acapulco, Chilpancingo o lo que sea.

Otro al bate es Manuel Añorve. Ha sido presidente de Acapulco cuatro veces, quebró al municipio y hoy es diputado plurinominal. Puede ser el bueno, pero desbancando al joven Mario Moreno, presidente de Chilpancingo, o a Beatriz Mojica, ex de Sedesol. Así se reditan los dinosaurios del nuevo PRI.

Adornaba el elenco Claudia Ruiz Massieu, hija de gobernador, quien sabiamente se replegó. Será senadora en 2018. Ríos Piter se excluyó también lamentándose de que: No veo que haya intenciones serias, responsables, de cambiar las cosas. Explicó que le pidieron comprometer la impunidad de Aguirre.

En Guerrero no existe un sistema de partidos, sólo hay pandillas enemistadas en la disputa por el poder. La lucha es entre ellos, el interés popular nunca ha contado. Quizá esto explique tanto retraso, tal corrupción e impunidad. Muchos de esos gobernantes de origen muy humilde son hoy sorprendentemente ricos. Tal vez todo esto explique a Iguala.

Ante mi azoro, alguna vez el gobernador Ruiz Massieu con desfachatada sonrisa me comentó: Los municipios y distritos del norte son de Rubén (Figueroa) y… lógicamente de esa perversidad surgía inevitable una tremenda corrupción.

Desde 1935 con Gabriel R. Guevara gobernaron el estado sólo miembros del PRI (o PNR, como era llamado entonces). Así ininterrumpidamente hasta 2005, en que se eligió a Zeferino Torreblanca, supuestamente del PRD. Esa saga en sí era un hecho de inexcusable reprobación y lo grave, que nadie quiso remediar, eran los métodos de selección de candidatos.

Los últimos 10 gobernadores no han sido iletrados. Todos han sido universitarios, varios economistas. Pero tal ilustración no ha tenido efecto positivo ninguno para el pueblo.

Lo que sus currículos nunca revelaron fue la calidad de sus gestiones anteriores. Al ser nominados ocultaban sus estrecheces, se proyectaban encantadores, esplendentes y sus futuros electores quedaban magnetizados, después… ya lo vimos.

Se entregaron a un desenfreno voraz. No hubo emoción por servir, los puestos públicos fueron sólo oportunidad para satisfacer ambiciones. Nadie imagina al gobernador Ángel Aguirre como devoto e incorruptible servidor. Se han descubierto más de 100 inhumaciones clandestinas originadas en su administración. ¿Y? Antes ya había sido gobernador, senador y diputado. Todos estos ex son corresponsables del desastre que hoy vive el estado.

Según desplegado del gobierno del estado de Guerrero ( La Jornada, 19/10/13), durante el año 2012 éste sólo logró una recaudación propia de: 2 mil 458 millones 826 mil pesos y recibió de fuentes federales 44 mil 280 millones 722 mil pesos. Esto es, su déficit de ingreso propio fue de mil 800 por ciento. Para ajustar cuentas, además contrató una deuda por 521 millones 83 mil pesos.

El desplegado tiene un tinte de candidez que refleja lo absurdo del manejo presupuestal. Es válido decir que históricamente los gobiernos del estado y municipales han sustituido gozosamente su incapacidad para recaudar impuestos con la comodidad de que la Federación los mantenga.

El gran auditor del ingreso y del gasto que debería ser el congreso del estado ha sido una simple comparsa del gobernador. Hoy el Congreso tiene una composición ad hoc: de un total de 46 diputados, Aguirre controlaba 26.

Ningún legislador local ni federal levantó nunca la voz exigiendo responsabilidades por las evidentes y múltiples pruebas de ineptitud o corrupción. Callando cuidaban su futuro.

El drama de Iguala, hasta que el presidente Peña no lo decida, no surgirá en su dimensión total. Es aún enigmático. ¿Qué explosivas noticias nos esperan hasta junio? ¿Cómo remediar el desastre? ¿Con quién, con qué garantías? Es un rompecabezas que turba a los tres partidos mayores.

Para mayor agravamiento de los ánimos, el doctor Lorenzo Córdova, presidente del INE, en conferencia de prensa el 7 de enero informó: Es factible que se tenga que reajustar el calendario y redimensionar los objetivos de la organización de la elección, vista la situación de excepcionalidad que está viviéndose en algunas partes de Guerrero.

No explicó de qué hablaba específicamente ni cómo se esquivaría a las leyes electorales que fijan los términos calendáricos. Visto así el enmarañado brete, ¿Qué esperar, cómo se darían las elecciones en Guerrero, si es que las hubiera?