Opinión
Ver día anteriorMartes 20 de enero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Jornada oaxaqueña
L

a principal actividad que me llevó a Oaxaca durante un fin de semana largo fue la impartición de un cursillo dividido en dos sesiones. Dedicado a comentar lo que puede ser o es la crítica de arte. Se llevó a cabo como conclusión de un diplomado, orquestado desde el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, e impartido a jóvenes integrantes de los cursos promovidos en el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), en Etla, a unos 30 kilómetros de la capital del estado. Tal sección del seminario no se llevó a cabo allí, sino en el Centro Álvarez Bravo de la propia capital. La muy amplia bibliografía, tanto en materia de arte, como de literatura, historia, sociología y disciplinas prácticas, está congregada y clasificada en las dos secciones del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (Iago). Toda la sección de arte está congregada en la sede principal y el segundo inmueble, que hasta ahora conocí y que me produjo sorpresa y enorme beneplácito se encuentra perfectamente clasificado en un inmueble de la calle Murguía. Pasé un rato inquiriendo a la bibliotecaria y a su asistente por determinados títulos, no consabidos de ciertos autores. La perfecta clasificación electrónica permitió localizarlos en pocos minutos y pude percatarme de que ambas sedes del Iago incluyen volúmenes recién publicados en varios órdenes. Hago hincapié en esto porque tal acervo bibliográfico, por si sólo, constituye apoyo inapreciable a la licenciatura en historia del arte que ya se imparte en la Universidad Autónoma Benito Juárez, además de lo que concierne a otras disciplinas tanto humanísticas como prácticas, desde cocina y manufactura de textiles hasta práctica de la pintura al fresco, por ejemplo. En cuanto a contenido y servicios el Iago parece no tener par. Si Oaxaca es famosa por sus artistas y artesanos del pasado y del presente, su arquitectura, su cocina y sus espacios museísticos en la misma medida lo es a través de estos acervos.

La continuación de esta nota está dedicada en primer término a quienes tuvimos el gusto de conocer como asistentes al mencionado seminario.

La crítica de arte fue un género escritural que tuvo su raigambre en la literatura ya como práctica llamémosle moderna iniciada aproximadamente después de la ilustración . Pero como actitud es anterior a los comentarios e incluso juicios que se han emitido desde que existe el producto artístico, sea o no que este sea considerado como arte –cosa que no sucede en todas las culturas– o bien que se le considere como simple manifestación de la actividad humana. ¿Deberíase decir ¿creatividad?, tal vez, pero el término crear por lo menos en sentido bíblico significa sacar algo de la nada y acontece que en el arte sucede todo lo contrario, las obras de arte que llamamos plásticas o visuales, incluyendo las que consideramos conceptuales, tienen una materialidad, las producciones literarias o poéticas se configuran con palabras, la música con sonidos, etcétera. La obra de arte no es ficción, a menos que se inserte dentro de una narración ficticia. Así se trate de novela negra o de ciencia ficción y aun en tales casos la crítica depende de un supuesto producto artístico. No digo que sea esclava del mismo, pero sin éste como fuente, así sea ficticio, la crítica de arte en sus diversas manifestaciones, no tiene lugar, no existe una crítica de arte de la nada ni siquiera en el cine.

Lo que no es propio de la crítica de arte es la objetividad científica y, por tanto, el dogmatismo. Sin embargo, pensamos que la crítica de arte mayormente efectiva trasciende a su momento y suele alcanzar consensos. Por ejemplo: hay pintores que han inspirado comentarios y anécdotas, sin que tengamos noticia visual de ninguna de sus obras en lo particular. Un ejemplo es el libro titulado La herencia de Apeles, de sir Ernst H. Gombrich. Así, conocemos las leyendas o trucos de Apeles y Parrasio, no sus obras, a través de un escritor llamado Xenocrates recogido a su vez por Plinio el Viejo y sus ediciones continúan hasta la fecha.

La crítica de arte además de testimonial suele ser comparativa, pero, según el consabido dicho, las comparaciones son odiosas. No obstante, si no hay gustos (aunque se trate del gusto de lo efímero) tampoco hay oposiciones ni disgustos. Por eso en demasiadas ocasiones, este género que se expresa predominantemente en palabras, pero que puede expresarse también a través de la caricatura, o de determinadas actitudes que suelen plasmarse en actividades performáticas, puede no ser bien recibida. Sea como sea, quien aspira dedicarse por completo o de soslayo al cultivo de esta actividad, debe adicionarse a la lectura e igualmente ser proclive a observar las ofertas que sus circunstancias le deparan y dar por sentado que nadie es monedita de oro que a todos gusta.