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Ahora se tiene conciencia de la vastedad, complejidad y riqueza de ese archivo

Recuperan la memoria gráfica del fotoperiodista Juan Guzmán

Fundación Televisa y RM coeditan un libro difundido en la reciente feria de arte Paris Photo

Mucho debemos a ese oficio, opina Alfonso Morales, coordinador del volumen

Requiere de conservación física y documentación historiográfica para que su potencia nos alcance

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Marina Ginestà, con fusil al hombro, en el hotel Colón, en Plaza Cataluña, Barcelona, 1936 y (en la parte inferior) presentación de la obra El mensajero del sol en un escenario que contaba con una réplica del Templo Mayor de la antigua ciudad de Tenochtitlán. Estadio Nacional, ciudad de México, 1941. Imágenes de Juan Guzmán incluidas en el libroFoto ©2014 Juan Guzmán/ Fundación Televisa + Editorial RM
 
Periódico La Jornada
Martes 27 de enero de 2015, p. 4

La memoria del fotoperiodismo tiene muchos enemigos. Más allá de las propias empresas periodísticas, me temo que ni los mismos reporteros gráficos tomen en serio la conservación de su archivo, dice Alfonso Morales.

El investigador coordinó Juan Guzmán, magno libro que coeditan la Fundación Televisa y Editorial RM, que en días pasados, se dio a conocer en la feria de arte Paris Photo.

Ahora planean una exposición de la obra de Guzmán, en fecha aún por definir.

“A las empresas les ocupan espacio. Sé de muy buenas fuentes que se han perdido cantidades enormes de imágenes porque no tienen lugar, porque no se pueden clasificar ni documentar.

Esta memoria requiere de cuidado, de conservación física, de documentación historiográfica para que, en efecto, su potencia memoriosa nos alcance, señala Morales, quien insiste en reconocer cuánto le debemos al oficio fotoperiodístico.

En 2006 la Fundación Televisa adquirió cerca de 135 mil imágenes del archivo Juan Guzmán (1911-1982), nombre de batalla del alemán-español Hans Gutmann Guster, llegado a México a finales de 1939 con el exilio republicano, ya que había sido brigadista y fotógrafo al servicio de esa causa.

Al poco tiempo ya trabajaba de fotógrafo de prensa tanto de diarios como en la época de oro de los magazines mexicanos.

A finales de los años 40 del siglo pasado se convirtió en corresponsal de las revistas Time y Life. Se naturalizó mexicano en 1941 y permaneció activo hasta principios de los años 70.

Es la primera vez que la Fundación Televisa compra el acervo de un fotoperiodista, aunque en sus colecciones hay obras, por ejemplo, de Nacho López, Héctor García y Rodrigo Moya.

Al decir de Mauricio Mallé, director de Artes Visuales de esa fundación, con la llegada del archivo Juan Guzmán empezamos a preocuparnos por la memoria histórica y audiovisual mexicana en un sentido más amplio. Sin duda, eso representa un problema en cuanto a gestión, catalogación, conservación y organización de un proyecto de esta naturaleza.

Pero, ¿cómo podemos contribuir más, comprando una sola foto o un archivo completo? Claro, poseer alguna imagen icónica es motivo de orgullo.

Sin embargo, contar con un archivo te da la oportunidad de iniciar un proceso de investigación que dura años, que involucra más personas, que coloca nuevos temas de reflexión en torno a la comunidad de investigación del mundo de la imagen.

Trabajo muy misceláneo

Alfonso Morales retoma: No estamos descubriendo el hilo negro ni mucho menos. Aprovechamos todos los avances que en términos de historiografía se han desarrollado en México, en los años recientes con historiadores como Rebeca Monroy, Maricela González y John Mraz, quienes han tomado en serio la recuperación de esta memoria producida por nuestros fotoperiodistas.

De acuerdo con Morales, Guzmán desarrolló aquí un trabajo muy misceláneo, pues lo mismo hay en sus imágenes crónica citadina, que deportes, toros, espectáculos, política y asuntos diversos. Su archivo en cierto sentido comparte esta condición miscelánea con sus colegas de ese periodo, los hermanos Mayo, Héctor García o Nacho López.

Por supuesto, Guzmán tiene una mirada propia, determinada por su condición de extranjero; además, fue un hombre disciplinado, discreto, de una apostura física más o menos notable, políglota, que tenía toda esa memoria histórica ya sobre su cuerpo.

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Imágenes de un reportaje sobre espiritismo, ciudad de México, ca. 1940, incluidas en el libro Juan GuzmánFoto ©2014 Juan Guzmán/ Fundación Televisa + Editorial RM

Nacido en Colonia, Hans Gutmann realizó estudios de ingeniería metalúrgica. Sin embargo, la situación económico-social en Alemania no hizo posible que encontrase un trabajo afín a los conocimientos de su especialidad. De allí que se mudó a Berlín, donde se habilitó como técnico cinematográfico.

La empresa fílmica para la que trabajó era propiedad de judíos y como integrante de esa productora salió de Alemania, rumbo a París, cuando se hicieron manifiestos los riesgos que implicaba el avance del movimiento nacionalsocialista liderado por Adolfo Hitler.

De Francia a España

Sin posibilidad de residir en Francia, Gutmann –quien simpatizaba con el ideario revolucionario de izquierda–, a finales de 1936 se desplazó a España, país convulsionado por la confrontación política y la insurrección social.

Tiempo antes de que se organizaran las brigadas internacionales, en octubre de 1936, y hasta su desmovilización, en el mismo mes de 1938, Gutmann recorrió varios frentes de guerra, retrató jefes militares y líderes políticos, produjo imágenes para la prensa republicana y dio testimonio de los actos de heroísmo, solidaridad, revancha y crueldad que se multiplicaron en la confrontación que, en cierta medida, fue un capítulo adelantado de la Segunda Guerra Mundial, se escribe en la introducción del libro.

Con el tiempo, Juan Guzmán tomó el lugar de Hans Gutmann, y compartió la suerte de los republicanos derrotados y apresados. Como Juan Guzmán obtuvo, el 11 de febrero de 1939, en Perpignan, Francia, el pasaporte que acreditaba su nacionalidad española y le permitía viajar por Europa y América con su primera esposa, Elena del Moral.

En México encontró un espacio en la comunidad de fotorreporteros, formó parte de la Asociación de Fotógrafos de Prensa, fundada por Enrique Díaz, y participó en Palpitaciones de la vida nacional (1947), la primera gran exposición que reivindicó el trabajo de ese gremio.

Sin embargo, por su temperamento personal siempre fue aislado. Eso hizo que a la hora de las revisiones historiográficas de este periodo de la fotografía de prensa, fuera una figura separada y aunque se conocía su nombre no se tenía conciencia de la vastedad, complejidad y riqueza de su archivo que es lo que pone en juego el libro, afirma Morales.

Al morir Guzmán, el archivo quedó en manos de su segunda esposa, Teresita Miranda Linares.

Dos facsímiles

Ramón Reverté, responsable de la Editorial RM, explica que el libro Juan Guzmán está ordenado, primero, cronológicamente para entender quién era el personaje. A partir de su llegada a México se divide por temas: México, Quiosco, Urnas, Patria, Américas, Metrópoli, Andamios, Musas, Farándula, Glamour, Magazín, Engranes, Bitácoras y Montaña.

El grueso volumen pretende trasmitir el sentir de la época en que se tomaron las imágenes y el uso de la fotografía en ese entonces. Incluso, se incluyen dos facsímiles tal cual se publicaron en el momento, imitando los papeles y los colores utilizados.

Se trata de dos reportajes de Juan Guzmán: Venecia, DF, acerca de las inundaciones en el Centro de la ciudad, y La ruta panamericana.