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Observadores de la OSCE responsabilizan a los separatistas

Ejército ucranio y pro rusos se acusan de los bombardeos en Mariupol
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 27 de enero de 2015, p. 19

Moscú.

Todo indica que los bombardeos del puerto de Mariupol, en la costa del Mar de Azov (este de Ucrania) y desde hace meses bajo control del ejército leal al gobierno de Kiev, que el sábado anterior causaron 30 muertos y más de 100 heridos, devendrán –en el curso de la guerra fratricida que se libra en el vecino país eslavo– un nuevo crimen contra la población civil que jamás será esclarecido.

Igual que sucedió –por poner dos ejemplos– con el derribo del avión de pasajeros malayo (el 17 de julio anterior) o la explosión de una bomba junto a la parada de un trolebús en Donietsk (hace cuatro días), gobierno ucranio y separatistas del este, las partes implicadas en el conflicto, ahora tampoco escatiman las acusaciones contra su adversario.

Unos y otros, a través de sus medios de comunicación supeditados, se endosan la responsabilidad por la muerte de civiles y, por extensión, por el agravamiento de la situación, lo cual pone en entredicho la viabilidad del ya de por sí lento y complicado proceso de negociaciones de un arreglo político en Ucrania.

Con base en numerosos testimonios, se sabe que la mañana del sábado cayó una lluvia de misiles en las afueras de Mariupol, en el llamado distrito Oriental, que afectaron un mercado, varias calles y, en mayor o menor grado, cerca de 60 edificios de viviendas.

Sin embargo, se desconoce quién y para qué lanzó esos misiles, en principio, sobre personas desarmadas. Todos ofrecen su versión, y por la desconfianza recíproca ya no importa cuál sea la más cercana a la verdad: se descalifica por provenir del enemigo, y punto.

Tras estudiar la zona siniestrada, la misión de observadores de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) concluyó que Mariupol sufrió los ataques desde el noreste y el este. Insinúa, por tanto, que los proyectiles fueron lanzados, a una distancia de entre 15 y 19 kilómetros, desde el distrito Oktiabrsky y el poblado de Zaichenko, ambos en poder de los separatistas.

Los líderes pro rusos rechazan el informe de la OSCE y aseguran que nada tuvieron que ver. En cambio, dicen, el ejército ucranio bombardeó Mariupol como provocación para acusarles ante el mundo, una vez más, de terroristas.

El gobierno de Kiev no tardó en contraatacar: sostiene tener pruebas de que oficiales del ejército ruso dirigieron el lanzamiento desde unidades móviles de misiles Grad y Uragan sobre el sitio por donde pensaban ingresar a Mariupol las milicias separatistas, pero –debido al elevado número de víctimas civiles– de último momento se dio marcha atrás en la ofensiva.

El Kremlin, por su parte, atribuye el deterioro de la situación en Ucrania al gobierno de Petro Poroshenko al incumplir, a su juicio, los acuerdos de Minsk y negarse a retirar la artillería pesada.

Kiev revira que empezó a bombardear las posiciones separatistas sólo después de que las milicias, en plena tregua, emprendieron una ofensiva contra la parte que controlaba el ejército ucranio en el aeropuerto de Donietsk.

Y hasta el presidente de Rusia, Vladimir Putin, contribuyó este lunes a enredar la percepción de lo que está pasando en Ucrania, al afirmar que el gobierno de Poroshenko provoca que continúe ahí la guerra civil, por cuanto el ejército ucranio, lejos de defender sus intereses nacionales, no es sino una legión extranjera de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) que sólo busca el objetivo geopolítico de contener a Rusia.

El secretario general de la alianza noratlántica, Jens Stoltenberg, respondió de inmediato: Es una tontería decir que hay una legión extranjera de la OTAN en Ucrania. Por supuesto que no es así. Que se sepa las únicas fuerzas extranjeras en Ucrania son rusas y Rusia apoya a los separatistas con armas y equipamiento, soltó Stoltenberg a la prensa en Bruselas.

Así las cosas, no hay razón para suponer que Putin y Poroshenko no deseen la paz en Ucrania, pero parece claro que ninguno quiere –hasta ahora– que ello se obtenga sin que pueda publicitarse como un triunfo político personal. Entretanto, habrá más muertos entre la población civil, como el sábado anterior en Mariupol.