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Mensaje en griego
E

n Grecia están expuestas hoy las contradicciones de la crisis de 2008 y las consecuencias de más de seis años de aplicación de las políticas de severa austeridad que se han impuesto en la mayor parte de los países de la Unión Europe (UE). Este es un caso muy relevante en materia de economía política, decisivo para Europa y una señal de dimensión global. La manera en que se administre será crucial en términos de la capacidad de transformar los acuerdos políticos que están vigentes en el sistema del euro. Para los griegos es, sin duda, un momento clave.

Han habido expresiones de entusiasmo por el significado de los resultados de las elecciones y el triunfo del partido de izquierda Syriza hace unos días. Este es un cambio significativo en el desarrollo de los conflictos surgidos de la unión monetaria y del largo ajuste fiscal europeo. Equivale a uno de esos episodios en que uno de los contrincantes voltea de plano la mesa en que se discute y renuncia a seguir cumpliendo las reglas del juego. Pero en el planteamiento de este juego con su exhibición de fuerzas relativas Grecia tiene cartas que pueden ser débiles y con esa mano debe hacer lo mejor posible. El juego se ha salido de las pautas convencionales del tratamiento económico, y en especial del orden político establecido en la región. Entraña, hoy, una gran actividad táctica dentro de una estrategia establecida desde hace algunos meses por Syriza.

La postura del primer ministro Alexis Tsipras es ahora muy firme y está soportada por las posiciones que mantuvo su partido en la campaña electoral. El eco que tuvo entre los ciudadanos le dio una mayoría suficiente para formar un gobierno de coalición con el partido de derecha Griegos Independientes, con una línea política opuesta. Expresa el rechazo del fuerte desgaste social de los años recientes y de las condiciones impuestas por la UE y especialmente por el gobierno alemán de Ángela Merkel.

Un miembro del partido Syriza ha dicho que la gente los votó pues se ha llegado a una situación en la que quedaba cada vez menos qué perder y que eso ocasionó que se haya perdido también el miedo. Eso puede ser cierto, pero la expectativa y la exigencia del cambio crecen en la misma proporción y ahora Tsipras y su partido, ya gobernando, tienen que cumplir. No tienen demasiado tiempo.

Este es el meollo de la situación. Lo saben muy bien los alemanes e, igualmente, los acreedores de la deuda griega. Esta ha ido creciendo en relación al producto, pues éste se ha desplomado con los ajustes y los planes de rescate. Además, está entrelazada con la posición fiscal, así como con la estructura financiera de los países de la UE y significa una honda vulnerabilidad para los bancos comerciales que no salen todavía de la fragilidad provocada por la crisis.

Las pautas del conflicto están expuestas. Para los países del núcleo duro de la UE ceder ante el nuevo gobierno griego puede desatar una reacción en cadena, con España como la siguiente pieza que caiga. Alemania lidera un bloque que no está dispuesto a condonar parte de la deuda griega y acabar con la injerencia de la llamada troika que gestiona el ajuste (la UE, el Banco Central Europeo y el FMI).

Tsipras rechaza seguir tratando con este grupo. En un símil de las pautas del enfrentamiento nuclear se trata de abandonar el esquema de prevención de la guerra fría en el marco de la llamada destrucción mutua asegurada. Salirse de ese esquema abre las puertas a un conflicto frontal.

El conflicto ha sido así planteado por el ministro de finanzas Varoufakis, que descartó mantener los acuerdos para administrar la crisis y que ha diezmado a Grecia. ¿Hasta dónde puede Grecia forzar un arreglo y mantenerse en el euro? ¿Hasta dónde está dispuesta y puede la UE ceder o a dejar fuera a Grecia? En Alemania se ha fraguado una resistencia nacional en contra de cargar con los costos del incumplimiento de la deuda griega. Para eso hay que sostener los acuerdos establecidos en los planes de recate que están en marcha y que desecha de plano el gobierno de Tsipras. Alemania se ha vuelto también disfuncional para el euro.

Varoufakis debe saber muy bien la magnitud de las condiciones de confrontación que se están planteando. Una posibilidad de este conflicto es la total erosión del sistema monetario y financiero de Grecia. Se puede rehacer sobre otras bases, pero la reconstitución de la economía en términos financieros, productivos y laborales tardará mucho tiempo y la población que eligió de modo decisivo a Syriza puede mudar de ánimos radicalmente. Hay un hecho que no puede eludirse y es que el tercer partido más votado fue Amanecer Dorado, de ultraderecha y de filiación neonazi. Syriza está obligado a hacer un duro trabajo político, incluso de mayor envergadura que las enormes exigencias técnicas que tiene enfrente.

Salir de la UE es una opción posible, pero armar las nuevas condiciones de la estructura social es un enorme desafío y el resto de la UE no será un apoyo y menos aún el FMI. Esas son las cartas que las partes tienen a mano. Hay que ver cómo juegan la partida. Habrá que ver igualmente otros factores externos como las decisiones de Putin en este escenario. Este es otro elemento significativo en la geopolítica de la región, aunado al conflicto de Ucrania y a los efectos adversos de la caída de los precios del petróleo.

Los partidos tradicionales en Grecia están desfondados y la campaña de miedo del anterior gobierno respaldada activamente por otros líderes europeos no funcionó. En este caso no hay confusión posible entre quien es es mensajero y cual es el mensaje, tampoco sobre quienes son los destinatarios.