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México SA

Recorte y confección

Deuda pública a tope

¿Lo mejor, por venir?

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El secretario de Hacienda, Luis Videgaray, durante el anuncio del recorte presupuestal el pasado 30 de eneroFoto Francisco Olvera
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mocionado hasta la lágrima, en diciembre de 2012 el recién estrenado inquilino de Los Pinos aseguraba que vienen, de eso estoy convencido, mejores tiempos para todos los mexicanos, porque éste es el momento de México, y por lo mismo ofrecía resultados tangibles a corto plazo. De allí en adelante todo fue repetir hasta el cansancio que lo mejor está por venir, y en ese disco trillado el coro siempre fue por cortesía de Luis Videgaray.

Dos años y pico después, los mejores tiempos se mantienen en lista de espera, el momento de México es el mismo de hace tres décadas y aquello de que lo mejor está por venir se materializa en un severo recorte presupuestal (que todo hace suponer no será el único) que de nueva cuenta condena a la de por sí raquítica tendencia económica. Entonces, si bien va, la primera mitad del sexenio de quienes aseguraban saber gobernar se sumará a los no pocos años perdidos que acumula esta República de promesas y discursos.

Llueve sobre mojado, en una tormenta que se prolonga por tres décadas a lo largo de las cuales el gobierno federal, con sus seis caretas distintas, ha hecho lo mismo para terminar exactamente igual. Y en este sentido, al puro estilo calderonista, Videgaray aplicó la técnica yo no fui, fue Teté, y se apresuró a decir que México no es la causa del deterioro de las condiciones internacionales. Con Calderón esta evasiva le costó al país un desplome de 6.5 por ciento del PIB. A ver cuánto le cuesta con la del ministro.

Y mientras se anuncian recortes aquí y allá (en todo menos en las prebendas de la burocracia dorada), los mexicanos siguen pagando una millonada por una voluminosa y creciente deuda pública que ni de lejos se traduce en beneficios para el país.

De acuerdo con el más reciente reporte de la Secretaría de Hacienda, por un lado se posponen o de plano se cancelan proyectos de inversión, porque no hay dinero, según dice. Sin embargo, por el otro, a lo largo de 2015 de las arcas nacionales saldrá alrededor de un billón 200 mil millones de pesos (casi diez tantos más que el monto del recorte anunciado por el ministro) para el pago de la deuda (interna y externa) del sector público: más de un billón por débito interno y casi 200 mil millones por débito externo.

No hay para invertir, ni un clavo para generar mayor riqueza ni empleo, pero sí, y de forma abundante, para cubrir los intereses de la veloz carrera de endeudamiento público que ha caracterizado a la administración peñanietista. Y lo peor del caso es que, aún con esa catarata de pagos, el nivel de deuda pública se mantiene al alza.

Como bien lo documenta La Jornada (Roberto González Amador), “el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto llevó el saldo de la deuda del sector público federal a un nuevo máximo histórico. Desde el inicio de la actual administración el endeudamiento contratado con acreedores internos y externos ha crecido en 2 mil millones de pesos diarios. Medida como proporción del tamaño de la economía, la deuda alcanzó el nivel más elevado en 24 años.

“Al cierre de 2014, el saldo de la deuda del sector público federal se situó en 6 billones 948 mil 276.7 millones de pesos. La cantidad es mayor en 16.9 por ciento a la de finales de 2013. Comparada con la registrada en diciembre de 2012, cuando inició el gobierno, acumuló en los dos años un crecimiento de 29.8 por ciento, de acuerdo con la información de la Secretaría de Hacienda. La deuda del sector público incluye los pasivos contratados en el mercado interno mediante la emisión de bonos y con acreedores en el exterior. El endeudamiento del sector público creció en un billón 595 mil 482 millones de pesos desde el inicio del actual gobierno. Ello equivale a un aumento de 2 mil 99.3 millones de pesos diarios, en promedio, de acuerdo con los datos de la dependencia.

Sin embargo, no incluye el costo del rescate de bancos y carreteras, realizados con cargo al erario en el gobierno del ex presidente Ernesto Zedillo. En este sentido, según la cifras de Hacienda, al cierre de 2014 el saldo del Fobaproa-IPAB (el rescate bancario de 1995) sumó 863 mil millones de pesos, mientras el Farac (el rescate carretero) fue de 165 mil millones de pesos. Ello, con todo y que puntualmente los mexicanos han pagado carretadas de dinero a lo largo de 20 años, en el caso del primero, y 18 años, en el segundo, mientras en el mismo periodo los bancos rescatados se han hinchado de utilidades y las carreteras rescatadas en no pocas ocasiones han regresado a quienes las reventaron, por cortesía del propio gobierno rescatador.

Con Peña Nieto en Los Pinos, los mejores tiempos para todos los mexicanos se han traducido (más allá del raquitismo económico y la ausencia de bienestar) en un aumento de la deuda (interna y externa) del sector público de 5.3 puntos porcentuales del PIB, para cerrar 2014 en un nivel equivalente a 38.3 por ciento del producto interno bruto, la proporción más elevada de los últimos 25 años. Como detalla La Jornada, el tamaño de la deuda como proporción del producto interno bruto es el más elevado desde diciembre de 1990, cuando el endeudamiento del sector público era equivalente a 43 por ciento del PIB, de acuerdo con los datos de Hacienda.

Así, incluyendo todos los adeudos (cuando menos los reconocidos como tal), quiéranlo o no los mexicanos cargan sobre sus espaldas un débito de 7 billones 447 mil millones de pesos, monto equivalente a 41 por ciento del producto interno bruto, algo así como 62 mil pesos por habitante, incluidos los recién nacidos, sin que ninguno de ellos registre los prometidos beneficios de la deuda.

Como se ha comentado en este espacio, el pago de esa voluminosa deuda (en realidad los intereses, porque el saldo no deja de crecer) recae mayoritariamente en los más fregados. El 65 por ciento de los mexicanos ocupados (en términos laborales, claro está) obtiene un ingreso que va de cero a tres salarios mínimos, y el incremento de la deuda pública por habitante sólo en lo que va del sexenio peñanietista ha sido cercano a 30 por ciento, y por si fuera poco les recortan el presupuesto. Bien lo resume el jefe de Gobierno del Distrito Federal: la tan cacareada estabilidad del país descansa en la miseria de la mayoría.

Las rebanadas del pastel

Entonces, ¿quién fue el iluso que aseguró que no nos volverían a saquear?

Twitter: @cafevega