Opinión
Ver día anteriorMartes 17 de febrero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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De nuestras Jornadas

Izquierda autista

D

e acuerdo con un seguimiento de radio y televisión elaborado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) fue el que más menciones tuvo, al sumar 76 horas, 40 minutos y 45 segundos; sin embargo, fue criticado en 277 de 731 ocasiones, muy por arriba del Partido Acción Nacional (PAN), con 133 notas negativas, y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), con 76. En Aguascalientes, el dirigente estatal del sol azteca explica estas cifras como resultado de una estrategia del gobierno federal para culpar a ese partido y distraer a la opinión pública.

El anuncio de que el partido Morena rifaría sus candidaturas a diputaciones plurinominales –sin análisis ni discusión sobre las repercusiones de la propuesta– fue tomado como el remate de un chiste, pues mucho antes de las asambleas ya se sabía que la dirigencia estatal en Aguascalientes sólo esperaba las instrucciones de Andrés Manuel López Obrador para designar abanderados para las próximas elecciones.

En Morena el descontento es evidente, pero la dirigencia tiene controlados a sus militantes al imponer el epíteto de traidores a quienes no acaten la disciplina partidista heredada del PRI.

El PRD no registró a un solo aguascalentense como candidato de representación proporcional en las cinco circunscripciones plurinominales, mientras Morena juega la carta del nepotismo reventando asambleas para que sólo salgan postulados los parientes de la dirigencia estatal.

La constante en eso que llamamos izquierda en Aguascalientes es que se niega al diálogo. En la entidad tanto PRD como Morena son el reflejo fiel de lo que ocurre en el ámbito nacional: no hay formación de cuadros, los militantes carecen de peso en la toma de decisiones y todo es resultado de concertaciones entre tribus y ungidos.

Esa cosa siniestra que llamamos izquierda en Aguascalientes es un organismo autista, sólo interesado en mantener su pequeñísimo coto de poder, sin intención de escuchar a quienes los pueden hacer crecer y para quienes existen.