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Ver día anteriorDomingo 1º de marzo de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Dinámica financiera del petróleo
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ermítaseme comentarles que el mercado spot de crudo, del gas natural y del carbón parece haber llegado al límite de descenso de precios. El comportamiento del nivel de descenso que ha soportado el marcado West Texas Intermediate (WTI) en las últimas cinco semanas es del orden de los 50 dólares por barril. Es el promedio registrado del 23 de enero al pasado viernes 27 de febrero. En este pequeño periodo los niveles mínimo y máximo del precio del WTI han sido, respectivamente, y en números redondos, de 45 y 54 dólares por barril. Valores de 38 y 51 para nuestra mezcla mexicana de exportación. Con un promedio de 46 dólares. Y cierre del viernes de casi 49 dólares.

No obstante, esto no deja de ser lamentable, pues el presupuesto 2015 consideró un promedio anual de 79 dólares por barril. Menos lamentable si pensamos –espero que no tan prematuramente– que el precio soporte no descienda a los 20 dólares, como se publicitó escandalosamente hace unos días. Sí cinco semanas de relativa estabilidad en un contexto de derrumbe no son despreciables. Menos aún si pensamos en una demanda en ascenso. No tan acelerado como hace años, pero en ascenso. Del orden de un millón y medio tanto en 2015 y en 2016 en parte –paradojas de la vida– por el descenso de precios. Un descenso que –recordemos– representa una importante baja en la factura petrolera mundial. Sí, por cada 10 dólares que baja el precio del crudo en su promedio anual, la factura petrolera pierde casi medio punto de participación en el valor del producto mundial. Un buen indicador del precio mundial –el crudo importado por Estados Unidos, el famoso Imported Oil– promedió 90 dólares en 2014. Y la factura petrolera mundial representó 3.9 por ciento del valor del producto.

Para 2015, con expectativa de 50 dólares por barril, el peso de la factura petrolera sería del orden de 2.1 por ciento. Casi dos puntos menos que en 2014. Cerca de tres puntos menos que en 2008 y 2011, años de alta factura petrolera. Y cinco puntos porcentuales menos que la máxima participación de la factura petrolera en el valor del producto mundial, registrada en 1980. Bajo precio. Mayor actividad económica, en principio. Dice un amigo: ¿Por qué se cae el precio? Le digo: ¿Porque se elevó, incluso hasta casi 159 dólares por barril en julio de 2008? Analistas internacionales dicen, a lo mejor un tanto simplistamente, pero con acierto: “financiarización, sí financiarización de las commodities”. Y analizan la conversión del barril de petróleo en mecanismo de reserva de valor.

Y es que, de pronto, hay preferencia por acumular papeles de adquisición de petróleo en lugar de papeles verdes. Como medida del valor, medio de circulación, medio de pago, medio de atesoramiento, dinero mundial. A este respecto es impecable el análisis de Bassam Fattouh de Oxford Energy Institute (The financialization of oil markets, Potential Impacts and Evidences, París, febrero de 2013) en el que los conceptos de especulación y manipulación adquieren relevancia. Bassam propone siete efectos de la financiarización del petróleo, es decir, de su conversión como activo financiero más, como reserva de valor: 1) influencia en el mercado spot; 2) incremento en la volatilidad y mayor incertidumbre; 3) mayor vinculación de los movimientos de precio del petróleo con el movimiento de otros activos financieros y otras commodities 4) afectación en los rendimientos de los futuros del petróleo e incremento de prima de riesgo; 5) rompimiento de la relación del precio del petróleo con la disponibilidad de inventarios; 6) pérdida de autonomía de los movimientos del precio del petróleo por su agrupamiento con otros activos y commodities financieros con consecuencias desestabilizadoras; 7) mayores riesgos y peores resultados para los consumidores, sujetos a caprichos del mercado.

Y si se me permite añadir algo, diré que –como advierten Smith, Ricardo y Marx– aumento de la posibilidad del peligroso distanciamiento entre el precio natural y el precio del mercado. Para Ricardo derivado de las desviaciones accidentales y temporales que registran esos precios de mercado respecto de los precios naturales, sustentados en las cantidades comparativas de trabajo necesarias para su producción. Y dicho en términos de Marx, se incrementa el riesgo de crisis por la aparente facilidad de romper con la Ley del Valor. Además –de nuevo permítase añadir– en el caso del petróleo, las cantidades comparativas del trabajo necesario para producirlo dependen –sin duda y para un nivel de demanda– del pozo, yacimiento o campo que debe ser explotado para satisfacer el último barril de dicha demanda, el famoso marginal.

Pero hoy no es fácil señalar cuál es el marginal. Ni en qué nivel de precio se recupera el costo de este marginal y se le reivindica el beneficio medio esperado –también difícil de señalar hoy– por el capital invertido en él. Un capital sin duda relativamente excedentario, como lo podremos ver para el caso de Estados Unidos en otro momento. Todo me lleva a comentar que si bien es cierto que la relativa estabilidad de precios del crudo en las últimas semanas nos hace pensar en que no habrá un descenso mayor, también es cierto que su envoltura e involucramiento en el mundo financiero sigue representando un enorme riesgo para la recuperación y establecimiento de su precio natural actual. Enorme. De veras.

NB: Es de preocupar mucho –muchísimo– el incremento en los riesgos de avasallamiento y violencia hacia las comunidades indígenas y rurales en ocasión de la llegada de capitales privados al ambiente energético del país. Incluso con los públicos siempre los ha habido. Me refiero a las obras de prospección, exploración y explotación de yacimientos de crudo y gas natural que se abre con las Rondas Uno en adelante. Pero también a los nuevos gasoductos que ya se construyen en el país, a las nuevas plantas de explotación de fuentes renovables de energía, hidráulicas, eólicas y solares y a los yacimientos geotérmicos principalmente. Lo que sucede hoy con los rarámuris, con los guerrerenses, los mazahuas y los juchitecos es –para decir lo menos– un ejemplo de lo que enfrentaremos más severamente en los próximos años.