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En una carta a la CNDH aseguran que les son entregados alimentos con gusanos

El Chapo y otros capos denuncian condiciones inhumanas en el penal federal del Altiplano

Se piensa que al ser la escoria, los reos no merecen el mínimo respeto, señala investigadora

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Joaquín El Chapo Guzmán, uno de los internos del Altiplano que se quejaron ante la CNDHFoto Víctor Camacho
 
Periódico La Jornada
Miércoles 4 de marzo de 2015, p. 10

Cerca de 140 internos del penal de máxima seguridad del Altiplano, ubicado en Almoloya, estado de México, entre ellos el narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán, enviaron una carta a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) para denunciar las condiciones inhumanas que padecen, como la entrega de alimentos con gusanos.

En un documento de 11 páginas, escrito a mano y firmado por conocidos narcotraficantes, secuestradores, homicidas y pedófilos recluidos en esa cárcel, piden a la CNDH que revise sus condiciones.

Entre el sinnúmero de irregularidades que enfrentan están, dicen, problemas durante visitas familiares y conyugales; el servicio de alimentos agusanados, con piedras o caducados; la falta de atención médica; hacinamiento en las celdas; falta de comunicación o que se les permita sólo una hora al día estar al aire libre.

Además de El Chapo Guzmán, considerado antes de su detención –en febrero de 2014– el capo más poderoso del mundo, al frente del cártel de Sinaloa, firman la carta Édgar Valdez, alias La Barbie, un líder narcotraficante; el último dirigente de la dinastía delictiva Beltrán Leyva, Héctor Beltrán Leyva, alias El H, o Miguel Ángel Guzmán, hermano de El Chapo.

Israel Vallarta, un secuestrador ex novio de la francesa Florence Cassez, también se sumó a la carta, así como Daniel Venegas Martínez y Aurelio Arizmendi, miembros de una banda de plagiarios que acostumbraba cortar las orejas de sus víctimas para enviarlas a sus familiares, y José Luis Canchola, quien privó de su libertad al entrenador argentino Rubén Omar Romano.

En la misiva a la CNDH señalan, con algunas faltas de ortografía, que el internamiento se da en condiciones inhumanas, donde priva el acinamiento (sic).

Los presos también se quejan de que las salas de visita son insalubres, con mobiliario y ventanas rotas, y de que las habitaciones para la visita conyugal están en pésimas condiciones y tienen colchones hechos cunas, con alambres salidos, y no se diga lo sucios por el uso y mal aseados.

Aseguran que, además, deben convivir con el olor de los sanitarios (...) fugas de agua, el constante taponamiento y el óxido que brota por todos lados, producto de los muchos años de servicio y los pocos de reparación.

En julio pasado cerca de 100 reos del Altiplano realizaron una huelga de hambre para reivindicar sus derechos.

Un funcionario de la oficina de prensa de la CNDH confirmó a la Afp que el organismo recibió la carta el 25 de febrero pasado, y dijo que estudiará y valorará la información, y, en su momento, dará una respuesta.

Por su parte, la Comisión Nacional de Seguridad rechazó pronunciarse sobre la carta, por no haber recibido notificación oficial de la CNDH, indicó un vocero.

Malas condiciones de las cárceles

Se piensa que al ser la escoria, los reos no merecen el mínimo respeto, pero sus condiciones deben ser acordes a la dignidad humana, dice Sandra Salcedo, abogada investigadora del programa de derechos humanos de la Universidad Iberoamericana.

Consideró que, independientemente de la investigación que tendría que realizar la CNDH, son preocupantes las malas condiciones en las que están los reclusos en la mayoría de las cárceles del país.

El hartazgo de los reos por la falta de condiciones dignas termina muchas veces en motines. Ojalá los presos se organizaran más, para evitar la violencia y que sufran represalias por denunciar malos tartos, añadió.

Entre los capos más importantes ingresados en el penal del Altiplano está Servando Gómez Martínez, La Tuta, líder del cártel de Los caballeros templarios, detenido el pasado viernes. También ahí se encuentra José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala acusado de ordenar el ataque contra los normalistas de Ayotzinapa.

Este penal, de muros de un metro de grosor y con severas medidas de vigilancia, fue el primero de máxima seguridad en México, inaugurado a inicios de los 90 para evitar la fuga de reos de la talla de Rafael Caro Quintero.