Directores y profesores de primaria aseguraron que entre los factores que influyen para que poco más de 60 por ciento de los jóvenes que ingresan a la universidad tengan dominio elemental del español está el deterioro de los planes y programas de estudio en educación básica, la contratación como maestros de egresados de carreras distintas a la docencia y la aplicación de una política pública que prohíbe reprobar alumnos.

Enrique Enríquez Ibarra, dirigente del magisterio disidente de la sección 9 del Distrito Federal, y profesor frente a grupo con 30 años de experiencia, destacó que la Secretaría de Educación Pública (SEP) definió prioridades. Se nos indicó que debíamos bajar cómo sea el índice de reprobación. La instrucción fue clara: no te puedes quedar con ningún estudiante, aunque sus habilidades no le permitan avanzar al siguiente grado escolar.

Explicó que en el reporte de evaluación existe la opción de no aprobado y aprobado con condición, pero no se puede aplicar si no es autorizado por los padres de familia, que muchas veces no están de acuerdo en que sus hijos repitan el grado escolar, a pesar de que sus resultados son muy bajos y tendrán muchas dificultades para avanzar en el siguiente nivel.

A esto se suma, indicó, que en años recientes prevalece un perfil docente que no siempre corresponde con la formación inicial que debe tener un maestro. En las aulas hay doctores, ingenieros, contadores, matemáticos, físicos o biólogos que no encontraron empleo, y que vieron como única opción la docencia, pero carecen de las herramientas pedagógicas para enfrentar el déficit de aprendizaje de sus alumnos.

En tanto, maestros de primaria señalaron que los planes y programas de estudio se han deteriorado con los años. Tenemos compañeros jóvenes que no dominan la currícula y que no saben qué impartir en el aula, porque lo que nos están entregando como guía es mínimo. Enríquez Ibarra enfatizó: los programas están mermados totalmente.

Directores y profesores frente a grupo consideraron que la jornada escolar no contempla espacio alguno para la planeación de lo que se imparte en el aula ni para revisar los ejercicios y tareas que realizan los estudiantes.

Todo ese trabajo lo hacemos en casa, porque no hay tiempo para atender las necesidades específicas de cada alumno, más si se considera que llegamos a tener hasta 40 niños por salón.