Opinión
Ver día anteriorLunes 9 de marzo de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La fiesta (de sólo tres días)
1) L

a deshonra del país no radica tanto en sus carencias como en sus excesos: ¿violación de los derechos humanos?, al por mayor, uno de los primeros en el mundo; ¿crímenes por violencia generalizada?, también un baluarte difícil de derrotar; ¿desapariciones forzadas?, un lugar envidiable en el ranking mundial. Podríamos pasar buenas horas formulando la lista de los taches en que México resulta invencible, todo lo cual resulta increíble en cuanto a los elogios que ha recibido, sobre todo de sus más altos dirigentes, casi siempre los propios presidentes, los que parecerían indicar radicalmente otro rumbo pronto ingresaremos al primer mundo (Carlos Salinas de Gortari), el problema nuestro será vivir con la abundancia (José López Portillo), etcétera.

¿Se trataba de mera autopropaganda o se creía genuinamente en aquellas extravagancias? Se trataba tal vez de una combinación de ambos extremos (lo que confirmaría la irresponsabilidad de los dirigentes y otros más). Hoy mismo, en la profusión de imágenes que desató el viaje de Peña Nieto a Reino Unido estuvieron presentes sobre todo las imágenes de la nostalgia (“¿Y por qué sólo tres días, si es verdaderamente lo que nos merecemos, ‘eternamente’…? Cualquiera otra envoltura es sólo eso, una apariencia indigna e inmerecida. Pero ni modo, allí nos tocó nacer, cerca de los portales y de los chorizos de Toluca…”)

Algo así deben de haber pensado Peña Nieto y su consorte, y los debe de haber llenado de felicidad pensar que su escape, aunque sólo fuera de tres días, los ponía en su sitio, en su hábitat natural, aun cuando sólo fuera por un tiempo brevísimo. Pero también deben haber pensado en tiempos anteriores. Y que no me digan que un país de filibusteros como este que visitamos no tuvo que ver, durante siglos, con la corrupción galopante, que no la voy a negar para México, pero que no es peor que la de acá, en su momentos de gloria.

Porque inevitablemente hubo ideas de disculpa como explicación, porque después de todo México también se salva, y tal es lo que se proponen sus dirigentes, contra viento y marea. Claro, las reformas estructurales serían hoy los asideros de la salvación mexicana, y los británicos, entre muchos otros, pudieran ser de gran ayuda para México. Vengan, pues, las inversiones y que el país se llene del dinero de allá, que también es bueno, y al que no debemos hacerle mala cara. Abiertos, pues, estamos y quedamos… sus seguros servidores.

2) Pero, claro está, mientras tanto las noticias llegaban de México de la manera más abundante y variada. Y todas, o casi todas, en un sentido positivo… La aprehensión de capos buscados por varias policías del mundo, la persecución de varios de los mayores defraudadores del país, y lo inevitable, el relevo de varios altos funcionarios por cuyo cambio clamaba prácticamente el país entero. Para confirmar algo que ya sabemos desde hace tiempo…, que a Peña Nieto no se le da eso de los relevos de función ni los nuevos nombramientos.

Porque ¿ha usted escuchado algún elogio de la designación como procuradora general de la República a la señora Arely Gómez González? No se necesita un gran conocimiento de características y perfiles para saber, desde la primera ojeada, que seguramente entre sus méritos sobresalientes está el hecho de ser hermana de uno de los vicepresidentes de Televisa, Leopoldo Gómez, que coordinó durante varios años, con más penas que glorias, el programa Tercer grado. Tal es la reacción casi automática del señor presidente Peña Nieto: cuando requiere de un apoyo que sin duda le es indispensable, recurrir de inmediato a su proveedor personal y casi universal: Televisa.

Otro problemón de nombramiento que se ha construido a sí mismo Enrique Peña Nieto se ubica en la designación del ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que sustituirá al fallecido Sergio Valls. Resulta que en la terna que envió el Presidente de la República al Senado para su aprobación está incluido el nombre de Eduardo Medina Mora, actual embajador de México en Washington y ex procurador de la República, que salió de esa función con un buen índice de desprestigio. Todo indicaría que él es el candidato (casi único) de Enrique Peña Nieto al puesto, y todo indicaría además que, en esa medida, es repudiado por una gran mayoría ciudadana, entre otras razones porque su candidato no cumple con las condiciones exigidas por la ley (entre otras, haber vivido en México durante los dos últimos años, y carecer de los conocimientos jurídicos y práctica indispensables a un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación). Aquí también se interpreta esta eventual designación como más derivada del amiguismo que de las disposiciones legales.

Si a esto se suma la designación reciente de Virgilio Andrade como secretario de la Función Pública, más conocido por su estrecha amistad personal con el Presidente de la República que como un funcionario con autoridad, nos encontramos entonces con que el perfil de las designaciones de Peña Nieto es consistentemente el del amiguismo. Para él podrá ser útil, para la ciudadanía se está convirtiendo en uno de los motivos de crítica y rechazo más contundentes. Tal es, sin duda, uno de los múltiples motivos que explican el desplome de Peña Nieto ante la opinión pública.

El viaje del Presidente mexicano a Gran Bretaña tuvo sin duda elementos nostálgicos: para la ciudadanía la oportunidad de lograr un poco más de mundo para el Presidente. Desde luego este último aspecto quedó prácticamente sin efecto.