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Cristina puso en su lugar a Israel
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on cuál método de investigación los historiadores tratarán el periodo diciembre 2014-marzo 2015, cuando Israel y Estados Unidos subordinaban sus políticas internas a Irán, el fantástico país de los persas, enlodándolas con los atentados dinamiteros que tuvieron lugar hace 19 y 21 años en Buenos Aires contra la embajada de Israel (22 muertos, decenas de heridos) y la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA, 85 muertos, centenares de heridos).

País que (el del antiguo imperio persa), dicho de paso, salvó a la tribu de Abraham liberándola del cautiverio hace 2 mil 552 años (537 aC). En todo caso, la magnánima concesión de Ciro el Grande distaba de ser humanitaria: la tribu podía recuperar Jerusalén, pero a cambio de erigir un Estado aliado frente al creciente poder militar de los reyes de Egipto, Ahmose II y Psamético III.

Algo similar se repitió en 1947, cuando Estados Unidos, Gran Bretaña y las organizaciones sionistas, manipulando el complejo de culpa suscitado por el Holocausto, respaldaron la ilegal partición de Palestina en la ONU. Y luego, en acuerdo con la despiadada monarquía saudita, le cambiaron el nombre y levantaron un enclave militar contra los movimientos árabes de liberación nacional.

Ahora bien: dado que las interpretaciones de la historia suman más páginas que la Biblia, detengámonos en hechos puntuales, como la reciente aparición de Benjamin Nethanyahu (alias Bibi) en el Congreso de Estados Unidos. Al gobierno de Obama no le gustó que, sin invitación oficial, un político extranjero usara la máxima tribuna del país para tratar asuntos de la campaña electoral de Tel Aviv, condenado las pláticas de Washington con la República Islámica de Irán.

Según el veterano militante antisionista Moshé Muchover (emérito de filosofía del King’s College de la Universidad de Londres, y cofundador de Matzpen, la extinta Organización Socialista de Israel), Nethanyahu “…está obsesionado con la amenaza militar iraní… pero su motivación no es el miedo a un arma nuclear iraní… cuento que sólo se lo creen los tontos”.

De hecho, el Mossad tampoco se lo cree, como han puesto de manifiesto su ex director Meir Dagan y el poderoso grupo llamado Comandantes por la Seguridad de Israel, integrado por 200 veteranos distinguidos de los servicios de seguridad.

En un documento filtrado a los medios, los veteranos estiman que nada bueno para Israel puede resultar de una humillación del presidente de Estados Unidos. Los veteranos aseguran que Netanyhahu engañó a la ONU en 2012, sobre la evaluación de sus propios servicios de inteligencia en relación con la amenaza planteada por el programa nuclear de Irán.

De su lado, el presidente del Partido Laborista, Isaac Herzog, manifestó: “Basta. Ya es suficiente, Bibi. No vayas (a Washington). Vas a causar un daño estratégico a la posición de Israel y la relación con Estados Unidos”. Pero, curiosamente, fue en Argentina donde las tortuosidades del sionismo frente a Irán quedaron al desnudo.

Vale recordar que a inicios de enero del año pasado, el ex embajador de Tel Aviv en Buenos Aires Itzhak Avirán (1993-2000) declaró que su país ya había enviado al otro mundo (sic) a la mayoría de los responsables del atentado contra la AMIA.

En su último informe al Congreso, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner aclaró que no sólo la AMIA explotó en 1994, sino también la embajada de Israel en 1992. Pero añadió: Siempre me ha llamado poderosamente la atención, todavía no puedo entender, por qué el Estado de Israel reclama por las víctimas de la AMIA, y no reclama por la voladura de su propia embajada.

En su rendición de cuentas al país, Cristina diferenció entre ambos atentados: “…El primero fue en territorio israelí –porque la embajada es territorio israelí– y el de la AMIA, que no fue un atentado contra los judíos, contra los israelíes o contra el Estado de Israel, sino contra la república Argentina y contra los argentinos”.

Cristina pidió al Estado de Israel que el embajador Avirán declare frente a la justicia argentina acerca de lo que sabe. Y advirtió que Argentina no se iba a prestar al tablero de ajedrez de la política nacional e internacional. Remató diciendo: “Se utilizó la causa AMIA para sembrar pruebas falsas que azuzaban las contradicciones internas… Algo que asquea”.