Opinión
Ver día anteriorSábado 14 de marzo de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Más leña a la hoguera catalana
C

omo se podría decir en lenguaje moderno, el gobierno español actual tiene la prepotencia perfectamente grabada en su disco duro o, como se decía antiguamente, la llevan bien metida en la sangre.

Después de la muerte del dictador Franco, caudillo de España por la gracia de Dios, resultaba indispensable a la flor y nata de la España negra ofrecer una imagen de vocación democrática que a muchos engañó. Mas con el paso del tiempo y la reorganización de las fuerzas políticas de derecha, poco a poco han ido dando muestras de lo que verdaderamente son.

Muchos catalanes, aun de fuerte vocación nacional, creyeron en la posibilidad de establecer una convivencia armónica y respetuosa dentro del Estado español. Pasaron muchos años, alimentados por la bonanza de su ingreso a la Unión Europea y su incorporación a la economía del euro, en que la situación se podía ir trampeando. Sólo los más avispados percibían cómo, un día de un modo y otro día de otro, la llamada caverna española fue consolidándose.

Como lo ha dejado muy claro el surgimiento de Podemos, finalmente el PP y el PSOE resultaron ser la misma gata revolcada. Discrepancias entre ellos en temas menores, pero una concordancia en cuanto su servilismo a una casta y a una vocación unitaria y nada respetuosa de las fuertes diferencias del Estado español, cuya pluralidad es reconocida por la propia Constitución que ahora esgrimen como sagrada. Clara manifestación de su esencia teocrática.

Con habilidad y en la práctica se han sabido torear el espíritu plural y paso a paso han ido apareciendo los elementos autoritarios y antidemocráticos que caracterizan a su endémico franquismo.

Hace un lustro, aproximadamente, Cataluña empezó a dar muestras de hartazgo, y en vez de reflexionar y discutir democráticamente la inconformidad, de manera creciente ha hecho su aparición su tradicional ordeno y mando.

Cegado por la prepotencia, dicho gobierno ha respondido a las muestras crecientes de inconformidad con más prepotencia y ha llevado la situación al límite: en septiembre próximo se enseñarán las cartas y se verá quién tiene mejor juego.

Cualquier político democrático habría entendido la conveniencia de dialogar antes de llegar a la recta final. ¡Pues no! Acaban de soltar otro zarpazo que ha contribuido a calentar más los ánimos y a convencer a un mayor número de ciudadanos catalanes la inviabilidad de la convivencia.

Un juez de la Audiencia de Barcelona, llamado Santiago Vidal Marsal, de probidad grande y reconocida por todos, en sus ratos de ocio, junto con un pequeño grupo de colegas, en vez de ir al bar como suelen hacerlo los madrileños, se dedicó a preparar un borrador de una constitución para una posible república catalana, lo cual le ha valido que el Consejo General del Poder Judicial lo suspenda tres años de su cargo.

Las reacciones no se han hecho esperar. Por todo Cataluña se acusa el agravio y las encuestas registran un crecimiento del número de independentistas.

El gobierno español piensa lo mismo que aquel virrey de Nueva España: que los súbditos están solamente para callar y obedecer.

Es evidente que los catalanes no se levantarán en armas, pero, como ellos dicen, están prestos para levantarse en urnas.