Para esta partida
se han teñido de gris todos los cuadrantes del tablero.
De un lado, piezas trajeadas con investiduras frágiles de reyes
se agazapan tras torres en barricada;
ostentan peinados y corbatas, esperan,
poco se mueven,
resguardados,
al borde de la petrificación.
Del otro,
sólo peones subversivos,
ofertando falsos títulos y productos decadentes,
avanzan altivos más allá del propio territorio;
su arrojo evidencia un cierto estado de sitio.
La lucha es constante, sutil, perpetua.
Chocan tenues, retroceden,
dan un rodeo,
se entrampan.
Alguno debe ganar.
No están permitidas las deserciones
ni la muerte.
En medio del tablero, la justicia
inmutable en su trono
con las reglas del juego en el puño.
A la vanguardia de todos los peones
les ofrece con severidad su espalda de piedra.
Pareciera que lucha de su lado. |