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Tras 10 días de inexplicada ausencia, Putin reaparece y minimiza rumores sobre su salud

Festejo en Crimea, a un año del referendo que apoyó la separación de Ucrania

En un documental el presidente revela detalles sobre el apoyo militar ruso a independentistas

Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 17 de marzo de 2015, p. 26

Moscú.

Con mítines multitudinarios, conciertos y fuegos artificiales en las ciudades de Simferopol y Sebastopol, los habitantes de Crimea celebraron este lunes el primer aniversario del referendo en el que casi 97 por ciento de los votantes apoyaron la iniciativa de separarse de Ucrania y solicitar su ingreso a la Federación Rusa.

La víspera, en un documental de casi dos horas de duración titulado Crimea: la vuelta a casa, el presidente Vladimir Putin relató cómo se vivieron esos días desde la perspectiva del Kremlin y reveló detalles de la intervención decisiva de los militares rusos en apoyo de los promotores de la independencia.

El mandatario sostiene que Rusia tuvo que intervenir para evitar el baño de sangre que amenazaba a la población de origen ruso, después de que elementos ultranacionalistas tomaron el poder como resultado de un golpe de Estado.

Para Putin, Estados Unidos movía los hilos de la protesta contra el régimen corrupto del presidente Viktor Yanukovich y ayudó a adiestrar a los nacionalistas en unidades de combate en el occidente de Ucrania, Polonia y Lituania, y así colaboró en perpetrar un cambio de gobierno violento.

Asevera que quienes asumieron el poder en Kiev tenían la meta de matar a Yanukovich, y por eso decidió enviar cuatro helicópteros para salvar la vida del presidente legítimo de Ucrania y, después de una noche sin dormir, sobre las 7 de la mañana, ordenó a los cuatro altos funcionarios que estaban con él comenzar a elaborar el plan para recuperar Crimea.

Tomó esa decisión una semana antes de que las autoridades regionales de la península se rebelaran contra Kiev y convocaran el referendo independentista.

Asegura Putin que no había ninguna intención de forzar la anexión de Crimea y que puso como condición innegociable que la propia población de la península quisiera volver a formar parte de Rusia. Para ello, dio instrucciones de realizar sondeos, que arrojaron que cerca de 75 por ciento apoyaba la idea y, a partir de ese momento, los rusos siempre fueron un paso por delante de los ucranios.

Pronto aparecieron los hombres amables –soldados rusos con moderno armamento, pasamontañas y uniformes sin identificación– que, en aquel entonces, se dijo eran grupos de autodefensa de los habitantes crimeos.

Ciertamente hubo habitantes locales que con escudos de aluminio, palos y piedras trataron de enfrentarse a las tropas ucranias estacionadas en la península, pero pronto pasaron a segundo plano ante refuerzos mucho mejor pertrechados y preparados que tomaron el aeropuerto de Simferopol, la sede del gobierno y el recinto parlamentario, entre otros sitios estratégicos.

Mientras unos se encargaron de cortar las líneas de comunicación secreta del ejército ucranio, otros instalaron retenes en la frontera con Ucrania. Un año después, Putin reveló que de esas misiones se encargaron unidades especiales del GRU (inteligencia militar del ejército ruso) y destacamentos de tropas de desembarco aéreo.

Poco después llegaron combatientes de los ejércitos cosacos y soldados regulares, pero el titular del Kremlin precisó que Rusia nunca superó el número de 20 mil efectivos permitidos, por el acuerdo entonces vigente, para la base naval de Sebastopol.

Cuando se tuvo conocimiento de la entrada al Mar Negro de buques de guerra de Estados Unidos, Putin ordenó desplegar equipos móviles del sistema de misiles Bastion, que dijo es el más efectivo para defender las costas y que no tiene análogos en el mundo.

Preguntado por su entrevistador, el presidente ruso afirmó que Rusia, dependiendo de cómo evolucionara la situación, no hubiese dudado en recurrir a su arsenal nuclear –cuyos componentes de por sí se encuentran en estado de alerta– y así lo hizo saber a los líderes occidentales que hablaron con él en esos días.

Ustedes dónde están, a miles de kilómetros, y en cambio nosotros estamos aquí, y esta tierra es históricamente nuestra, ahí viven rusos que corren peligro y no pensamos dejarlos solos, cuenta Putin que les dijo a sus interlocutores.

¿Saben por qué van a luchar? ¿No lo saben? Nosotros sí lo tenemos claro, subrayé, pero no creo que nadie quisiera empezar un conflicto nuclear por todo esto, agregó.

Con ello Putin reivindicó que Rusia es una potencia, en términos de arsenales nucleares, que no permitirá que nadie pase por alto sus intereses, si bien en este documental casi no hizo referencia a las razones geopolíticas de la anexión de Crimea, argumento que ya había utilizado antes: evitar que la Organización del Tratado del Atlántico Norte instalara ahí una base naval, entre otras medidas hostiles.

Esta vez, ante un auditorio esencialmente local, el jefe del ejecutivo ruso prefirió poner el acento en que la amplia presencia militar rusa en Crimea era necesaria para garantizar que nadie impidiera a la población expresar libremente su voluntad en las urnas.

Por cierto, protagonista cotidiano, Putin reapareció hoy en San Petersburgo, tras diez días de inexplicada ausencia, lo que motivó todo tipo de rumores sobre los motivos de tan inusual mutis, con especial énfasis en su estado de salud, desmentidos de modo categórico por el Kremlin.

Sería aburrido sin chismes, ¿no?, se limitó a comentar Putin al recibir en su ciudad natal al presidente de Kirguistán, Almazbek Atambayev, si bien es cierto que los reporteros de la fuente no lo veían desde el pasado 5 de marzo, cuando ofreció una conferencia de prensa con el primer ministro de Italia, Matteo Renzi.