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Carl Djerassi y su gran aventura en México
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l pasado 30 de enero falleció Carl Djerassi, quien junto con Luis Ernesto Miramontes y Georges Rosenkranz escribió una de las páginas más brillantes en la historia mundial de la química, cuando consiguieron en las instalaciones de una pequeña empresa farmacéutica, en la ciudad de México, la síntesis de una molécula que revolucionó las sociedades humanas al poner en manos de las mujeres el control de los procesos reproductivos: la 19-noretisterona, el primer principio activo de la píldora anticonceptiva.

Djerassi contaba con 91 años de edad cuando murió, hace pocas semanas, en la ciudad de San Francisco, en California, y a partir de su deceso se han escrito y se escriben muchas páginas sobre su vida en los principales medios de comunicación en el mundo. Sin embargo, la visión que se tiene de él y de su obra,, adquiere un matiz diferente cuando se le ve desde México, pues fue aquí donde alcanzó su mayor logro científico, cuando era un joven de apenas 27 años de edad que había llegado a América como parte de la expulsión de miles de personas, especialmente judíos, propiciada por la Segunda Guerra Mundial.

¿Por qué se descubrió el principio activo de la anticoncepción oral en México? ¿Cuáles fueron las condiciones que permitieron que esto ocurriera? Son preguntas que adquieren gran relevancia para nosotros, pues en las respuestas quizá se encuentren algunas de las claves para el avance de la ciencia y la tecnología en nuestro país. Debe reconocerse, sin embargo que algunas de esas condiciones fueron completamente fortuitas.

Una de ellas fue precisamente la migración de científicos a causa de la persecución nazi. Georges Rosenkranz, nacido en Hungría, fue discípulo de Leopold Ruzicka, premio Nobel por sus trabajos en la química de esteroides; llegó a México en 1945, cuando tenía 29 años, y dirigió el grupo científico en la farmacéutica Syntex. Contrató a otros jóvenes, entre ellos a Carl Djerassi, nacido en Viena, quien arribó a Estados Unidos con su familia, donde realizó sus estudios. Trabajando en la empresa CIBA Djerassi realizó la síntesis de moléculas con actividad biológica, entre ellas un antihistamínico, la pyribenzamina, la cual patentó. Llegó a México en 1949 y Rosenkranz lo nombró director asociado de investigación.

Lo anterior ilustra dos factores importantes como claves del logro ocurrido en México. Por un lado la reunión de jóvenes talentos científicos, como Rosenkranz y Djerassi, que se encontraron en un país lejano por efectos de la guerra. Por otra parte, la decisión de una empresa fundada en nuestro país que decidió contar con una unidad de investigación. La farmacéutica Syntex, creada por Emeric Somlo y Federico Lehmann, estaba fuertemente motivada por una carrera mundial para abaratar los precios de la progesterona (en ese entonces la hormona sexual femenina) y otras hormonas esteroides como la cortisona, el antinflamatorio por excelencia.

Hay un tercer factor no menos importante relacionado con los recursos naturales de nuestro país: la abundancia en México del barbasco y la cabeza de negro tubérculos de los que podían extraerse grandes cantidades de diosgenina, la molécula básica de los esteroides, la cual sirvió como la plantilla para realizar modificaciones químicas, creando así moléculas conocidas pero difíciles de obtener como la cortisona; o desconocidas como la 19-noretisterona, mencionada al principio.

Un elemento decisivo, a mi juicio, fue la relación de Syntex con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Eran los años previos a la inauguración de la Ciudad Universitaria. Gracias a esta asociación, participaron en Syntex científicos mexicanos como Jesús Romo Armería, Octavio Mancera Echeverría y José Iriarte Guzmán, entre muchos otros, quienes trabajaban medio tiempo en los laboratorios Syntex y la otra mitad en el Instituto de Química. También eran atraídos estudiantes mexicanos muy talentosos, entre los que se encontraba Luis Ernesto Miramontes, contratado en la farmacéutica como investigador, quien logró la síntesis de la 19-noretisterona al realizar su tesis bajo la dirección de Carl Djerassi.

Fue un ejemplo de la vinculación exitosa entre la academia y la industria y un ejemplo de una empresa con un área de investigación con una actividad frenética, competitiva a nivel mundial, que lo mismo publicaba artículos originales en las revistas científicas más exigentes del mundo que producía moléculas de alto valor comercial y formaba recursos humanos de alto nivel. Una aventura que vivieron un puñado de jóvenes en México, que cambió al mundo, y que nos permite recordar y rendir homenaje al genio de Carl Djerassi.

Para Carmen Aristegui y por la libertad de expresión