Editorial
Ver día anteriorMiércoles 18 de marzo de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Israel: moneda en el aire
L

os resultados preliminares de las elecciones legislativas anticipadas realizadas ayer en Israel indican un virtual empate entre las fuerzas políticas mayoritarias –el Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu (derecha) y la Unión Sionista (centroizquierda)–, confirman la atomización del espectro político en el Estado judío –las formaciones minoritarias se repartirán cerca de 60 por ciento de los 120 escaños de la Knesset, o parlamento– y dan cuenta de un avance significativo de los partidos árabe-israelíes, los cuales por primera vez se presentaron unidos a una elección y lograron, en alianza con el partido Hadash (ex comunista), convertirse en la tercera fracción legislativa, con entre 12 y 13 escaños.

Lo que sigue es una complicada ronda de negociaciones en la que tanto Netanyahu como Isaac Herzog, de la Unión Sionista, intentarán conformar una mayoría y atraer a los partidos centristas Yesh Atid y Kulanu, que en conjunto tendrán entre 20 y 22 representantes. De ese proceso depende que Israel siga por la senda belicista y socialmente desastrosa que le ha impuesto Netanyahu o que, por el contrario, pueda empezar a remontar la desigualdad, el desempleo y el aislamiento internacional en que se encuentra sumido.

Cabe recordar que conforme se acercaba la fecha de los comicios, el actual jefe de gobierno, temeroso de resultar rebasado por la centroizquierda, selló con la ultraderecha compromisos escandalosos, como impedir la destrucción de un Estado palestino y asegurar la anexión a Israel de los asentamientos judíos construidos en territorios robados a los palestinos, particularmente en el área de Jerusalén. Herzog, en cambio, ofreció retomar el camino de las negociaciones de paz con la contraparte palestina en el espíritu de una solución de dos estados.

Si la perpetuación de la ocupación, los bombardeos masivos y el inhumano bloqueo económico contra los habitantes de Gaza y Cisjordania es un horizonte exasperante y desolador, la perspectiva más peligrosa de una posible continuación de Netanyahu en el cargo es el empeño de éste por lanzar una agresión militar contra Irán, con la esperanza de obligar a Washington a involucrarse de manera directa en una guerra con Teherán y llevar al Medio Oriente a un conflicto bélico generalizado.

Es de esperar, por ello, que las formaciones políticas moderadas de Israel consigan aislar a las derechas seculares y religiosas e integrar un gobierno capaz de sacar al país de la ruta de colisión y confrontación –por no mencionar la devastación económica interna– en la que lo ha colocado el Likud. Un factor que permite albergar cierto optimismo es el buen resultado de la lista conjunta presentada por los partidos árabes y el Hadash, confluencia de sensatez y tolerancia en la que participan palestinos y judíos, que podría mostrar el camino hacia la convivencia en una sociedad secular y plurinacional, y cuyos dirigentes se han comprometido a respaldar a Herzog sin pedir su inclusión en el gobierno, con tal de cerrar el paso a los afanes continuistas de Netanyahu.

Los días y semanas próximos serán, pues, decisivos para el futuro de Israel, de los palestinos y de la convulsionada región. Cabe hacer votos porque próximamente pueda establecerse en Tel Aviv un gobierno orientado por la moderación, la tolerancia y la convivencia pacífica.