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Resabios del porfiriato
Quisimos mostrarnos y mostrar nuestra fuerza

Jornaleros del Valle de San Quintín negocian afiliación masiva al IMSS

Decenas de miles siguen en paro; unos 8 mil retornan a laborar en señal de buena voluntad

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Bloqueo de la carretera Transpeninsular el miércoles pasado, cerca del poblado de Vicente Guerrero, en EnsenadaFoto Édgar Lima Garrido
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Jornaleros y policías el miércoles 18 de marzo, en Vicente Guerrero, en el sur de EnsenadaFoto Édgar Lima Garrido
La Jornada Baja California
Periódico La Jornada
Sábado 21 de marzo de 2015, p. 2

San Quintín, BC.

Quisimos mostrarnos, que nos vieran y comprendieran que los jornaleros somos hombres y mujeres de carne y hueso, no sólo manos para trabajar el campo. Tenemos rostro, nombre y familia; somos decenas de miles, porque junto a nosotros están nuestros hijos también jornaleros, como lo han sido nuestros padres, dijo Fidel Sánchez Gabriel, uno de los líderes del movimiento más grande de trabajadores agrícolas que se haya registrado en el Valle de San Quintín, en el municipio de Ensenada, Baja California.

Contundente, agregó: Quisimos mostrarnos y mostrar nuestra fuerza.

El dirigente de la Alianza de Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social, explicó así la estratégica acción de bloquear durante más de 26 horas 120 kilómetros de la carretera Transpeninsular y declarar el paro general de labores, que aún continúa en los ranchos agrícolas de la región desde la madrugada del pasado martes.

–¿Tienen la fuerza para alcanzar el triunfo de sus demandas?

–Es nuestra esperanza: hacerles comprender que somos 80 mil trabajadores agrícolas, quienes con nuestro trabajo generamos una gran riqueza en todo el valle (de San Quintín). De uno en uno nos ven débiles, pero ahora saben que somos muy fuertes, porque somos muchos y estamos unidos.

Ya lograron algo inédito: que autoridades de los tres niveles de gobierno escuchen sus demandas en una mesa de diálogo donde construyen acuerdos.

Pudieron liberar a casi todos los jornaleros acusados por la PGR de ataque a las vías de comunicación (la mayoría de un total de 170, restan 25); se respetará su derecho a construir un sindicato independiente y obtendrán la afiliación masiva al Seguro Social. Las negociaciones continúan.

Nos sentíamos burlados porque desde el año pasado el gobernador Francisco Vega de Lamadrid nos hizo creer que tendríamos diálogo, sin que tuviese intención de cumplir su palabra, comentó. Desde enero pasado ni siquiera respondía a la solicitud de audiencia.

Nada de esto habría ocurrido, si el gobierno nos hubiese atendido, enfatizó Fidel Sánchez en referencia al bloqueo carretero y las movilizaciones de los jornaleros, pero también a los actos vandálicos de gente que aprovechó la oportunidad para saquear comercios y –comentó Juan Malagamba Zentella, delegado de la Comisión Nacional para el Desarrollo de Pueblos Indígenas–, y de grupúsculos de vándalos ligados a corporaciones sindicalistas, como la CTM y la CROC.

De ahí que la noche del jueves, cuando finalmente el gobernador se presentó, en una visita de 30 minutos, a la mesa del diálogo en San Quintín, fuese recibido con frialdad y reclamos de los jornaleros.

La gente está encabronada, había dicho otro de los líderes del movimiento jornalero, en la multitudinaria asamblea que tuvieron en un paraje de San José Copala, 20 kilómetros al norte de San Quintín, para deslindarse de provocadores que seguían cometiendo desmanes, después de que el día anterior saquearon mercados y destruyeron negocios.

En esta lucha participan decenas de miles de jornaleros agrícolas de todas las edades, desde ancianos hasta adolescentes, así como muchas mujeres mestizas e indígenas de varias etnias, en su mayoría mixtecas y triquis, algunas visten sus largos vestidos rojos y cargan en brazos a sus hijos pequeños.

En español y en sus lenguas maternas, gritan las consignas que enarbola el movimiento y forman parte de un pliego petitorio que hace recordar el porfiriato: revocación del contrato colectivo de trabajo firmado por la CTM y la CROC con la asociación de agricultores, por las graves violaciones a nuestros derechos laborales y humanos; afiliación al IMSS; pago de prestaciones de ley; un día de descanso a la semana, jornada de ocho horas y pago de horas extras y días festivos conforme a la ley; aumento de salario; cese de la discriminación y maltratos; cese del acoso sexual a las mujeres por los capataces…

El tamaño de la sorpresa

El movimiento de jornaleros del sur de Ensenada, que se detonó a las tres de la madrugada del martes 17 de marzo, alcanzó magnitud histórica, que sorprendió al gobierno en sus tres niveles, a las fuerzas policiacas y militares, a los poderosos patrones de los ranchos agrícolas, a empresarios en general, a la población entera.

Durante dos días consecutivos controlaron toda la región del Valle de San Quintín, al sostener por más de 26 horas el bloqueo de la carretera Transpeninsular. Aún se aprecian en esos 120 kilómetros los manchones de las quemas de llantas y rastros de las barricadas de piedras en más de medio centenar de puntos de bloqueo en la carretera, desde la desviación al ejido Eréndira hasta la colonia Santa María, a la altura del Rancho Los Pinos, esto es, del kilómetro 80 al 210 de la ruta Ensenada-La Paz.

En ese tramo, la vista se perdía en un paisaje de extensos sembradíos de fresa, tomate y hortalizas, sin descubrir a un hombre o a una mujer trabajando en esos campos donde se ubican 20 de los más grandes ranchos productores de hortalizas y de 80 por ciento de tomate y fresa de que se cultiva en la región y se exporta a Estados Unidos.

Entre esos ranchos destacan Driscoll, trasnacional estadunidense; BerryMex, el mayor latifundio extranjero entre Eréndira y San Quintín; Los Pinos, del ex secretario de Fomento Agropecuario de Baja California y compadre del ex presidente Felipe Calderón; Rancho Agrícola Camalú, de la familia Silva; Rancho Valladolid, propiedad de Manuel Valladolid Salmeadura, actual secretario tatal de Fomento Agropecuario; Rancho de los Hermanos García, de Camalú, y el Rancho Castañeda, propiedad de la familia del actual delegado municipal de Camalú, Juan Manuel Castañeda Cisneros.

El paro laboral ocurre justo en la temporada de pizca de tomate y de fresa, dos de los cultivos de exportación más rentables, que generan, a la vez, decenas de miles de empleos con sueldos miserables y la gran acumulación de riqueza en unas cuantas manos.

La región produce, tan sólo de fresa, 85 mil toneladas al año, con un rendimiento de 46.7 toneladas por hectárea, el más alto del país, según información de Fomento Agropecuario del estado.

Este viernes algunos jornaleros fueron a la pizca. Dice Fidel Sánchez que 10 por ciento de los 80 mil que paralizaron labores regresaron a trabajar, como muestra de buena voluntad para que no se pudra la fresa, pero el paro general continúa hasta que se firmen los acuerdos de la mesa del diálogo.

Lentamente empiezan a normalizarse las actividades comerciales, productivas y de servicios en el sur del municipio de Ensenada, donde las manifestaciones de los jornaleros paralizaron la economía desde la madrugada del martes 17 al mediodía del jueves 19, tiempo en que permanecieron cerrados los establecimientos comerciales y restaurantes, casi la totalidad de las empresas, desde las instituciones bancarias hasta las tiendas de abarrotes en todos los poblados y ciudades del valle; las gasolineras no dieron servicio; cerraron las oficinas de gobierno y desaparecieron durante gran parte de ese tiempo las autoridades delegacionales y las policías municipales; cerraron las escuelas, desde jardines de niños hasta universidades.

Jamás había sucedido algo así. No hubo gobierno para nadie. Ni los militares atendieron mi llamado de auxilio, dijo Basilio Hernández, propietario del Mercado El Reloj, del poblado de Camalú, saqueado y destruido por los vándalos durante nueve horas sin que interviniera la autoridad.